SERBIA
Europa balcánica
Capital: Belgrado
Forma de gobierno: República parlamentaria
Superficie: 88.361 Km2 (112º)
Población: 8.958.538 hab (84º) Densidad: 115 hab/Km2
PIB/cápita: 10.500 $ (112º)
Los datos de superficie, población y densidad
incluyen el territorio de Kosovo.
La República de Serbia, situada en la
Península Balcánica, al SE de Europa, fue una de las partes integrantes de la
República Federal de Yugoslavia, y, años antes, había tenido un papel
determinante en la formación del estado yugoslavo.
Tras la división, que acabó resultando
definitiva, del Imperio Romano en 395, los primeros serbios, procedentes del
norte de los Cárpatos, comenzaron a llegar a la región comprendida entre el
Danubio y el Mar Adriático.
Su cristianización, por obra de sacerdotes
bizantinos, tuvo lugar entre 867 y 869. Tras varios intentos previos, los
serbios lograrán formar un estado importante en 1346, bajo Stefan Dusan, en el
marco de la desintegración del Imperio Bizantino.
Los primeros enfrentamientos con los invasores
turcos tuvieron lugar ya en 1371, dando lugar después a una derrota decisiva en
la batalla de Kosovo en 1389. El último bastión cayó en la batalla de Belgrado
en 1521, y desde entonces toda Serbia quedó integrada en el Imperio Otomano.
Parte de los habitantes se convirtieron al Islam, y parte conservaron su
cultura y su religión ortodoxa, floreciendo el monacato.
Pasaron los siglos. En el periodo de la
oleada nacionalista del siglo XIX, tras una primera rebelión fallida en 1804,
surgió en 1815 la segunda, dirigida por Milos Obrenovich. Los serbios
consiguieron una cierta autonomía. Nació así el Principado de Serbia. La
dinastía Obrenovich consiguió incluso un Patriarcado independiente del de
Constantinopla, teniendo siempre al Imperio Ruso como garante y protector.
Ese Principado emitió sus primeros sellos en
1866, año en el que ya se había conseguido una independencia de facto, la cual
adquiriría carácter oficial cuando fue reconocida por el Congreso de Berlín de
1878.
Sólo cuatro años más tarde, en 1882, Milan I
Obrenovich cambia su título por el de Rey. El Principado se ha convertido en
Reino.
En 1904, cambio de dinastía. Los Obrenovich
son sustituidos por los Karageorgevich, previa matanza de los primeros. El
paneslavismo, atizado desde Rusia, y la anexión unilateral de
Bosnia-Herzegovina por el Imperio Austrohúngaro en 1908, aprovechando la crisis
turca, contribuyen a agitar las aguas.
Europa ya se había acostumbrado a las guerras
circunscritas a esta zona, pero lo peor estaba por llegar. Serbia se
consideraba la abanderada de la causa paneslava en los Balcanes, aspiraba a
incorporarse Bosnia-Herzegovina, fomentó allí un clima de inquietud y organizó
directamente (al parecer, con intervención rusa) un grupo terrorista ‘ad hoc’
para asesinar al Archiduque Francisco Fernando, heredero de la Corona Dual. (Para
más información, ver entrada Austria 1).
El asesinato se consumó en Sarajevo, en junio
de 1914. El Imperio contaba con una guerra, limitada como las ya citadas, que
sirviera de una vez por todas de escarmiento a los serbios; pero la situación
se les escapó de las manos a las potencias, ligadas por una serie de pactos,
más o menos secretos, y la cuestión acabó nada menos que en la Primera Guerra
Mundial, que supuso el fin de una época y el comienzo de la decadencia de
Europa.
En la guerra en cuestión, Serbia fue
derrotada y ocupada por los austrohúngaros, que emitieron sus sellos de
ocupación.
Pero al terminar figuraba en el bando de los
vencedores. Fue entonces cuando, con el apoyo de Gran Bretaña y Francia (sobre
todo de ésta última), unificó, por las buenas o por las malas, todo el
territorio de lo que luego se llamaría Yugoslavia, incluyendo el Banato,
arrebatado a los húngaros perdedores y
que hoy, con el nombre de Voivodina, continúa formando parte de Serbia. Sólo
Albania, enrocada en sus montañas, se salvó de la ‘unificación’.
Para más información sobre los dos periodos
en que Serbia formó parte de una entidad territorial más amplia, ver entrada
‘Yugoslavia’.
Serbia volvió a figurar en los mapas
internacionales años más tarde, cuando, tras la invasión alemana de 1941,
Yugoslavia fue desmembrada. Serbia quedó bajo el status de ocupación,
estableciéndose un gobierno militar gestionado por el general Milan Nedich.
Muy pronto comenzaron los enfrentamientos
sangrientos entre los llamados chetniks, monárquicos y de tendencia proserbia, y
los partisanos comunistas dirigidos por Tito.
Dado que en Serbia la población
simpatizaba más con los chetniks, sobre todo en las zonas rurales, el general
Nedich colaboró con los alemanes en la lucha contra los partisanos comunistas.
Al hundirse el frente al final de la guerra,
los partisanos de Tito y el Ejército soviético, en una operación conjunta,
tomaron Belgrado el 20 de octubre de 1944, mientras la eliminación física de
los chetniks se completaba.
El 31 de enero de 1946 se instauró la
República Federal Socialista de Yugoslavia, de la que Serbia fue una de las
partes, y no una cualquiera, pues fue patente el predominio serbio sobre las
demás repúblicas federadas, también, por supuesto, en el plano militar.
Muerto Tito en 1980, comenzó el proceso de
disolución de la República Federal, que estallaría en 1991. Serbia, y a su lado
Montenegro, pretendieron mantener la unidad yugoslava, desencadenando por ello
la guerra que duraría hasta los Acuerdos de Payton de 1995, con secuelas
posteriores, y que dejó cientos de miles de muertos y millones de refugiados,
dando lugar a numerosos casos de genocidio y ‘limpieza étnica’, de los que, en
ocasiones, fueron también víctimas los serbios por vía de represalia.
En 1989 había llegado al poder Slobodan
Milosevich, de la Liga de Comunistas de Serbia, tras desbancar a sus opositores
por medio de intrigas e intimidación. Dirigió una política de nacionalismo
exacerbado e intransigente, sin ningún escrúpulo en cuanto a los medios a
utilizar, que contribuyó al resultado contrario al pretendido, a la
desmembración de Yugoslavia, preparando además la posterior guerra de Kosovo.
Es de justicia señalar que ese nacionalismo
violento no fue patrimonio personal del dirigente en cuestión, sino ampliamente
compartido entre los serbios, incluyendo los que vivían en otras zonas, como
Croacia y Bosnia.
En 1992 los gobiernos de Serbia y Montenegro
crearon una nueva Federación, que seguía llamándose yugoslava, y que,
formalmente al menos, se titulaba democrática, aunque en 1997 Milosevich fue
proclamado Presidente de la misma. Sin embargo, perdió las elecciones
presidenciales de 2000, y se negó a aceptar el resultado, aunque al final se
vio obligado a abandonar el cargo, forzado por huelgas y manifestaciones
callejeras que culminaron en el asalto al Parlamento.
El 1 de abril de 2001 fue entregado por el
siguiente gobierno, ante fuertes presiones internacionales, al para entonces
creado ‘Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia’. Se inició en
La Haya un proceso en el que se le acusaba de crímenes de guerra, contra la
Humanidad y genocidio. Antes de acabar, fue encontrado muerto en su celda el 11
de marzo de 2006; la explicación oficial es que la muerte se debió a un fallo
cardiovascular.
Volviendo al terreno, en febrero de 2003 se
eliminó el viejo nombre, sustituido por el de ‘Unión Estatal de Serbia y
Montenegro’.
El 3 de junio de 2006, previo referéndum (con escasa mayoría),
Montenegro decidió separarse. Tras el proceso iniciado en 1914, Serbia volvía a
estar sola como estado soberano.
Volvía a estar sola, pero ciertamente no en
paz. En efecto, estaba en su auge el conflicto del territorio de Kosovo, para
el que sigue hoy sin conseguirse una solución jurídica. Sin embargo, dada la
complejidad del problema, parece preferible abordarlo por separado en una
próxima entrada.
La nueva Serbia.
Prescindiendo ahora del citado conflicto, las
relaciones internacionales del país y sus aspiraciones de acceso a la UE, se
vieron favorecidas por la captura y entrega a la justicia internacional, por
parte del gobierno del Presidente Tadich, de los dos hombres más buscados por
su siniestro papel en las guerras yugoslavas: Radovan Karadchik y Ratko Mladich
(2008 y 2011 respectivamente).
En 2006 se aprobó y entró en vigor una nueva
Constitución. El Presidente (5 años) se determina por voto popular, mientras que
al Primer Ministro lo elige la Asamblea, que es unicameral.
Serbia fue nombrada candidata para el acceso
a la UE a principios de 2012, pero el proceso puede ser de longitud indefinida,
por la negativa a reconocer la independencia de Kosovo, tan amado y protegido
por los principales países de Europa Occidental. Por el contrario, los serbios
no se han planteado el ingreso en la OTAN, lo que fácilmente se explica por el
recuerdo de los recientes bombardeos sufridos.
Aunque el gobierno sea prooccidental, Serbia
sigue siendo, como pide la tradición, un aliado de Rusia. En 2008, ambos países
se aproximaron más al firmar un importante acuerdo sobre energía, y en octubre
de 2009 Rusia concedió un préstamo de 1 billón de euros para cubrir el déficit
presupuestario serbio a raíz de la recesión global.
La elección en mayo de 2012 del nacionalista
Nikolich hace prever más aperturas hacia Rusia; el nuevo Presidente ha
declarado que se propone desarrollar los lazos con la UE y con Moscú.
Hoy, el territorio bajo efectiva
administración de Belgrado es de 77.474 Km2. El río Danubio sirve de frontera
natural con Rumania en un amplio tramo, así como el Save y el Drina con
Bosnia-Herzegovina.
La provincia autónoma de Voivodina, al Norte,
se encuentra totalmente dentro de la llanura panonia centroeuropea. El resto
del país es montañoso, con picos que llegan a los 2.656 m. Los Cárpatos del Sur
se encuentran con las cadenas balcánicas en el E, mientras que el O se ve
accidentado por los Alpes Dináricos.
Aunque el país carece de litoral, existen
alrededor de 2.000 Km de ríos y canales navegables, conectando Serbia con el N
y E de Europa. Belgrado y Novi Sad son los principales puertos fluviales sobre
el Danubio, desde el cual el canal Rin – Main facilita el acceso hasta
Rotterdam.
El 27% del territorio está cubierto de
bosques, siendo abundantes los parques y reservas naturales. Las condiciones
geográficas hacen posible que la fauna sea singularmente rica, con especies
protegidas como el lince europeo y con unas 110 de peces de agua dulce.
En el clima se distingue una variedad
claramente continental al N, y otra al S más ‘mediterránea’, con veranos secos
y menor frío en invierno.
La economía serbia hubo de afrontar los daños
causados por los bombardeos durante la llamada ‘guerra de Kosovo’, los cuales
fueron estimados en más de 30.000 millones $, cayendo la producción en un 70%.
Hoy se las ha de ver, como los restantes países de la zona, con la recesión
económica general, que ha supuesto un -0,5 del PIB en 2012.
Corresponde al sector agropecuario un 10,6%
del PIB (21,9% de la fuerza laboral). Los principales productos son cereales,
remolacha azucarera, girasol y frambuesas, así como carne ovina y porcina y
leche.
Son actividades importantes la minería y la
producción de energía hidroeléctrica. En general, la industria (18,6% PIB;
19,5% fuerza laboral) está bastante diversificada. En todo caso, el sector
principal es el de servicios (70,8% PIB; 58,6% fuerza laboral).
El sector público es todavía amplio.
Problemas económicos son el desempleo (25,9%, según estimación de 2012), la
inflación (6,2%, aunque en 2011 fue del 11,2%) y la alta deuda exterior pública
y privada, todo ello agravado por un sistema judicial ineficiente y un alto
nivel de corrupción.
Son por el contrario ventajas su situación
estratégica, su mano de obra preparada y relativamente barata y los acuerdos de
libre comercio firmados con EE.UU., Rusia, Unión Europea y Turquía.
Entre los grupos étnicos, mencionaremos un
82,9% de serbios, un 3,9% de húngaros y un 1,4% de gitanos.
El idioma oficial es el serbio (88,3% de
hablantes); es una lengua eslava meridional, y su sistema de escritura admite
tanto el alfabeto cirílico como el latino. En la Voivodina, de población mucho
más mezclada, existen hasta 5 lenguas cooficiales.
En cuanto a la religión, se declaran
ortodoxos el 85%; católicos, el 5,5%; protestantes, el 1,1%; musulmanes, el
3,2%.
La población urbana supone el 56%. El
crecimiento está estancado, con un
-0,464%, correspondiendo a una tasa de fertilidad de 1,4 hijos/mujer.
La esperanza de vida es de 74,56 años, y la
tasa de alfabetización, 97,9%.
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