domingo, 26 de mayo de 2013

BIRMANIA


BIRMANIA      (Asia del Sureste)


Birmania, que se extiende desde los confines del Himalaya hasta la península de Malaca al Sur, se abre al Oeste sobre el golfo de Bengala. A partir de octubre de 2010, su nombre oficial es Myanmar (como se observará en los últimos sellos presentados), pero sigue siendo más usual la denominación tradicional.

Las cadenas montañosas, compuestas por antiguas rocas volcánicas y orientadas de Norte a Sur, aíslan las llanuras regadas por los ríos, de los cuales los más importantes son el Irawady, el Saluen y, al Este, el Mekong. El clima es tropical monzónico.

Una de las características más sobresalientes es la multiplicidad de grupos étnicos, a veces enfrentados entre ellos o al poder central, en ocasiones concentrados en zonas recónditas, a menudo armados y expertos en el cultivo de alucinógenos y en su envío al extranjero. 

Tal multiplicidad, que a menudo coincide con divisiones administrativas, ha sido un factor determinante en la evolución del país.

Entre 1824 y 1885, Gran Bretaña completó la conquista de Birmania. En las guerras de 1824/26 y de 1852, fue anexionándose porciones. 

En 1878, exigió el control de las relaciones exteriores del reino y, al negarse el rey Thibau, recurrió por tercera vez a la guerra, ocupando la capital, Mandalay; el rey se rindió y fue llevado a Madrás, donde pereció en la cárcel. En enero de 1886 fue abolida la monarquía y el territorio de Birmania anexionado a la India.

Se emitieron sellos para Birmania sólo desde 1937; hasta entonces utilizó los de la India Británica.

Los birmanos no aceptaron fácilmente la ocupación; pasaron algunos años antes de que fuera pacificado el territorio, salvo zonas fronterizas y montañosas, donde las poblaciones conservaron una independencia de  hecho. 

Las actividades económicas experimentaron notable desarrollo, pero, planteadas en beneficio de los colonizadores, el pueblo apenas se benefició de ellas. Más aún, en menor escala Birmania sufrió algunos de los males que, como en la India, rompieron el tradicional equilibrio económico.

En 1937 fue separada de la India y alcanzó una cierta autonomía, pero las reformas llegaban tarde.

En el año 1942, los japoneses ocuparon el territorio sin que los birmanos opusieran resistencia; más bien los veían encarnando el desquite de Oriente contra Occidente. Así, un ejército local y un gobierno colaboracionista ayudaron a los ocupantes. Se incluye un sello de la ocupación japonesa.

Pero aparece con él uno de los emitidos por el ‘Ejército Nacional Indio’, que luchó a su lado. Es un sello sobrecargado con un pavo real (que más bien parece un borrón) y se refiere a un episodio sobre el que vale la pena hacer una digresión, por la importancia que vino a tener en los destinos de la India.

Subhas Chandra Bose, nacido en 1897, de sólida formación intelectual, fue Presidente del Congreso Nacional Indio entre 1937 y 1939. A diferencia de Gandhi, creía en la necesidad de una lucha armada para expulsar por fin  a los británicos; en 1939 fundó un Partido que exigía la independencia completa e inmediata. En 1941, rompió el arresto domiciliario a que estaba sometido y huyó a Berlín para pedir ayuda. Hitler lo remitió a Tokyo. 

De febrero a julio de 1943 reorganizó totalmente el Azad Hind Fauj (Ejército Nacional Indio), sobre la base de prisioneros capturados y de otros indios residentes en Singapur, Malasia y Birmania, controladas por los japoneses. Estaba dirigido por oficiales, también prisioneros, del Ejército de la India. Contó con unos 12.000 efectivos, incluyendo una unidad femenina de combate, y llegó, con los japoneses, hasta la región de Assam, en la frontera india.

La importancia del episodio es mucho más política que militar. Aunque los dirigentes indios del Partido del Congreso no se fiaron tampoco de los japoneses, y aunque la más severa censura de prensa cayó sobre todo el asunto, para los ingleses de la India, civiles y militares, resultó desmoralizador no sólo el hecho en sí, sino sobre todo que un número apreciable de oficiales, de piel oscura y por ende de raza inferior, pero honrados con un nombramiento real, estuvieran dirigiendo a sus tropas contra el  Rey-Emperador. 

Para muchos ingleses fue la señal definitiva de que el tinglado británico en la India no podía continuar; más aún cuando, al fin de la guerra, fueron traídos los prisioneros para ser juzgados.

Entonces se vieron convertidos en héroes populares; por razones de elemental prudencia, apenas hubo juicio y ninguna condena que no fuera simbólica. En los últimos tratos para la retirada, Gran Bretaña se limitó a pedir que ninguno de esos oficiales y soldados fuera admitido en el Ejército de  la nueva India.

Con todo lo narrado, se comprende que, al fin de la contienda, la posición de los británicos en Birmania fuera también insostenible. Tras un período de administración militar,el 4 de enero de 1948 Gran Bretaña aceptó la independencia de la Unión de Birmania, la cual ni siquiera se molestó en adherirse a la Commonwealth. 




Capital: Rangún
Forma de Gobierno: República presidencialista
Independencia (del Reino Unido): 4 de enero de 1948
Superficie: 676.578 Km2 (40º)
Población: 55.167.330 hab  (24º)   Densidad: 81,5 hab/Km2
PIB/cápita: 1.400 $ (205º)
Miembro de: ASEAN

Los primeros años del nuevo estado fueron difíciles, con una economía destrozada por la guerra y con sublevaciones protagonizadas por los comunistas y por el grupo étnico Karen. A partir de 1951 se celebraron con regularidad elecciones, que por lo general dieron la mayoría a U Nu (más tarde sería Secretario General de la ONU). 

U Nu siguió una política de estricta neutralidad y equilibrio entre los dos bloques mundiales, pero la lucha entre las facciones políticas persistía, y en marzo de 1962 fue derrocado por un golpe de estado militar, que dio el poder al general Ne Win.

El régimen de Ne Win siguió la misma política internacional de neutralidad, pero, en el plano interior, acentuó la orientación socialista y nacionalista. Suspendida la Constitución y disuelto el Parlamento, el poder político pasó a manos de un Consejo Revolucionario integrado por militares. 

El nuevo Gobierno trató de resolver sobre todo el problema de la débil cohesión entre los diversos grupos étnicos. En el aspecto económico, elaboró un plan que preveía el control del Estado sobre los principales medios de producción, con nacionalizaciones tendentes a suprimir toda intervención extranjera.

Después de fracasar las medidas de pacificación de las regiones, en 1964 se pasó a una política de fuerza que tampoco alcanzó los resultados previstos. En 1974 se dio a Birmania un ordenamiento vagamente federativo y una orientación socialista con base en la cooperativización de la agricultura.

Estas medidas no bastaron, pues, en el mismo año, el Gobierno prohibió toda forma de protesta, incluso las huelgas, pero continuaron las guerrillas entre los diferentes grupos étnicos. 

Para resumir una larga historia, diremos que, con cambios en los nombres y con retoques formales, se ha mantenido durante largos años una situación de dictadura militar, con represión, abusos, encarcelamientos y un número indeterminado de muertos, principalmente entre los grupos étnicos rebeldes.

Durante todos esos años, la principal líder opositora ha sido Aung San Suu Kyi, galardonada con el premio Nobel de la Paz en 1991, bajo arresto domiciliario desde 1996 y liberada el 13 de noviembre de 2010. El 23 de septiembre de 2007, unas 20.000 personas (entre ellas 10.000 monjes budistas, lo que parece insólito en Birmania) se manifestaron en las calles de Rangún, brindando su apoyo a Suu Kyi.

Como era de esperar, Occidente impuso sanciones, pero no parece que éstas, al menos por sí solas, hayan podido afectar mucho a Birmania, dadas sus fluidas relaciones con sus vecinos: India, Tailandia y, sobre todo, China, su principal socio comercial con diferencia; eso sin contar las numerosas empresas occidentales que, haciendo caso omiso de las sanciones, han aprovechado la ventaja del escaso precio de la mano de obra.

Sin embargo, desde 2007 se pudieron observar síntomas de apertura, aunque Occidente prefirió no verlo y empecinarse en una campaña sistemática de demonización similar a otras que ya hemos visto (y continuamos viendo.

Citemos entre esos síntomas, al principio tenues, la recepción a funcionarios de la ONU, la participación activa en los trabajos de la ASEAN, el deseo de participar en el mundo de los ‘tours’ turísticos organizados (en un país hasta entonces hermético y hostil a los extranjeros), aparte de la buena relación con los vecinos a que ya se ha aludido.

El 7 de noviembre de 2010, se celebraron elecciones en las que venció de forma abrumadora la formación del entonces primer ministro, el ex –general Thein Sein, actualmente Presidente.

Contra lo que hubiera podido suponerse, habida cuenta de los antecedentes políticos de Thein Sein, las reformas comenzaron, siempre frente al escepticismo de Occidente.

Pocos días más tarde, Suu Kyi salió en libertad de su prolongado arresto domiciliario. En marzo, la Junta Militar que había gobernado Birmania desde 1962, se disolvió y entregó el gobierno al nuevo gobierno de Thein Sein, para que éste continuase ‘el desarrollo de la democracia disciplinada’.

Esas reformas han permitido a Suu Kyi convertirse en miembro del Parlamento tras presentarse a una elección parcial, han sacado de la prisión a centenares de presos políticos y se han referido a la protección de los derechos humanos, libertad de prensa y asociación.


Incluso, lo que era más difícil, se ha conseguido con mucho trabajo llegar a un acuerdo con casi todos los grupos étnicos en armas contra el Gobierno.

Los partidos se preparan para las próximas elecciones generales de 2015, como resultado de las cuales, con mucha probabilidad la ‘heroína del proceso’, Suu Kyi, se convertirá en Presidente del país.

Se puede considerar como una especie de símbolo de esta reincorporación de Birmania a la vida internacional, la visita del Presidente norteamericano al país, en el transcurso del primer viaje tras su reelección (noviembre 2012), y la recepción por el mismo del Presidente Thein Sein en Washington en mayo de 2013.

Birmania, país sobre todo rural y cubierto de densas selvas, es el primer exportador mundial de madera de teca, y productor importante de jade, perlas, rubíes y zafiros. Cuenta con un suelo muy fértil y con depósitos de gas y petróleo a lo largo de la costa.

Sin embargo, escasa parte de esas riquezas alcanza al conjunto de la población. Es el país más pobre del SE asiático, viviendo en la pobreza aproximadamente el 32% de los habitantes. Su economía es, hoy por hoy, una de las más subdesarrolladas del mundo, sufriendo los efectos de décadas de estancamiento, mala gestión, aislamiento y una muy considerable corrupción. La clase dirigente ha sido acusada asimismo de tráfico a gran escala de heroína, droga de la que Birmania es exportadora importante.

Dadas las sanciones económicas de EE.UU., UE y Canadá, sólo China, India y Corea del Sur han invertido de forma significativa en el país. En el futuro, los sectores más productivos seguirán siendo los extractivos (especialmente gas/petróleo, minas y madera).

La riqueza artística de sus templos y edificios budistas determinarán lógicamente un aumento del turismo y sus ingresos, pero Birmania debe mejorar sus infraestructuras; también las sanitarias, pues el riesgo de enfermedades infecciosas graves es alto.

Un 68% de la población son propiamente birmanos. Entre los numerosos grupos étnicos minoritarios, destacan  los san (9%) y los Karen (7%). Hay un 3% de chinos y un 2% de indios.
Son budistas el 89% de los habitantes; cristianos, un 4% (3% baptistas, 1% católicos). La proporción de musulmanes es el 4%.

La población urbana constituye únicamente el 34%. La esperanza de vida, 65,6 años; la tasa de fertilidad, 2,21 hijos/mujer. La tasa de alfabetización (89,9%) parece bastante alta para las circunstancias del país, pero puede deberse a lo que se va a comentar a continuación.

La cultura supone una mezcla centenaria de influencias chinas, indias y tailandesas, lo que se refleja en el idioma, la cocina y la música. Es muy fuerte el peso en la literatura y el arte, además de en las costumbres, del budismo Theravada, la escuela más antigua y más próxima al budismo temprano.

viernes, 3 de mayo de 2013

NEPAL. BUTÁN



NEPAL         Asia del Sur


Capital: Katmandú
Forma de gobierno: República federal parlamentaria
Superficie: 147.181 Km2 (94º)
Población: 30.430.267 hab (41º)      Densidad: 207 hab/Km2
PIB/cápita: 1.300 $ (208º)


Nepal es un país sin salida al mar, ubicado en el Himalaya, rodeado al Norte por China y al Sur por la India; de naturaleza montañosa, en su territorio se encuentran, total o parcialmente, algunas de las montañas más altas de la Tierra, destacando el Everest (8.848 m), así como otros siete de los llamados ‘ochomiles’.

Cuenta con una gran variedad de paisajes geográficos, desde las planicies selváticas húmedas de Terai hasta las más altas cumbres. Buena parte de la población se concentra en el valle y la ciudad de Katmandú. Como curiosidad, es el único país cuya bandera no tiene forma de cuadrilátero.

La nación nepalesa se configura bajo la influencia del rey Prithvi Narayan en 1768. Hasta la secularización traída por la República en 2006, fue el único estado del mundo con el hinduismo como religión oficial, lo cual es en cierto modo una paradoja con la profunda tradición budista, dado que Buda nació en la localidad de Lumbini, en estas tierras. Hoy es un estado multicultural, plurilingüe y secular.

En 1814, durante la conquista de la India por el Reino Unido, se vio involucrado en una guerra con éste, representado por la Compañía Británica de las Indias Orientales. Perdió la guerra, viéndose obligado a ceder en 1816 Sikkim y el sur de Sarai. Después de que los gurjas nepaleses ayudaran a los británicos en 1857 a sofocar la rebelión de los cipayos, la mayor parte de Terai le fue devuelta en señal de gratitud.

Esto creó además una tradición de reclutamiento, por parte de los británicos, de mercenarios de élite, los gurjas, cuyos residuos persisten en la actualidad.

El status internacional de Nepal durante esta época es ambiguo. No formó parte del Raj británico y ni siquiera hubo un acuerdo formal de protectorado. Más correcto sería hablar de un ‘estado tapón’ entre la India británica y las altiplanicies chinas.

Las facciones dentro de la familia real crearon situaciones de inestabilidad. En 1846, Jung Bahadur Rana, después de una concienzuda masacre de regias personas, fundó un nuevo linaje, de carácter claramente probritánico.

Aunque la aristocracia de los Rana tuvo el detalle filantrópico de abolir la esclavitud, al menos formalmente, en 1924, a fines de los 40 ya crecían los movimientos críticos hacia ellos. La invasión del Tibet por los chinos en 1950 asustó a la India, que procuró tener buenas relaciones y más influencia con su vecino nepalí.

Es en este momento cuando, aun sin una declaración formal, se puede considerar a Nepal como una nación plenamente independiente, si bien su ingreso en la ONU no tuvo lugar hasta 1955.

La India, deseosa de estabilidad en la zona, promocionó en 1951 al rey Tribhuran, como cabeza de una dinastía que se apoyaría en un nuevo gobierno, dominado por el ‘Partido Nepalí del Congreso’.

Tras años de tensiones entre el soberano y su gobierno, el rey Mahendra acabó con el experimento democrático en 1959, dando paso a un sistema autoritario y sin partidos que gobernó Nepal hasta 1989, año en el que el llamado ‘Movimiento del Pueblo’ forzó al ahora rey Birendra a aceptar reformas constitucionales y convocar un Parlamento.

En 1996, el Partido Comunista-Maoísta trató de reemplazar el sistema parlamentario por una ‘República popular’. Esto condujo a una guerra civil que duraría diez años.


Para dar mayor emoción al asunto, el 1 de junio de 2001 el príncipe Dipendra organizó en el palacio una bella masacre en que perecieron el rey,  la reina y otros siete miembros de la familia, de la que debía estar muy harto. Después, se suicidó.

El hermano del homicida, Gianendra, heredó el trono. En 2005 intentó un golpe para acabar con la rebelión, pero le falló, y al final fueron los maoístas los que convencieron al Parlamento de que, como mejor solución para acabar con la guerra, le pidieran la dimisión al monarca.

Así se hizo; los parlamentarios acabaron considerando que era una buena idea, y, el 28 de diciembre de 2007, Nepal fue declarado ‘República federal’, acuerdo que entró en vigor el 22 de mayo de 2008.

Entre 2008 y 2011 ha habido cuatro diferentes gobiernos de coalición, dirigidos por una u otra tendencia (maoísta o marxista-leninista) del Partido Comunista. 

Pero faltaba un punto clave: elegir una Asamblea Constituyente y elaborar una Constitución. Las discusiones y dificultades han sido gigantescas, y no las vamos a detallar.

Acabemos tan complicado relato diciendo simplemente que, en marzo de 2013, el presidente del Tribunal Supremo ha sido nombrado jefe de gobierno interino, con el encargo de preparar las dichosas elecciones constituyentes para diciembre de 2013, gobernando entre tanto con una coalición, naturalmente también interina, de numerosos partidos. 

Nepal se cuenta entre los países más pobres y subdesarrollados del mundo, con aproximadamente un cuarto de la población viviendo bajo lo que se llama ‘nivel de pobreza’.

La agricultura es el principal soporte de la economía, constituyendo el medio de vida para ¾ de los habitantes y suponiendo algo más de 1/3 del PIB.

La actividad industrial está limitada al procesamiento de productos agrícolas. Entre éstos pueden citarse las alubias, el yute, la caña de azúcar, el tabaco y los granos.

Tiene una gran capacidad para explotar y exportar su capacidad hidroeléctrica, pero la inestabilidad política obstaculiza la inversión extranjera necesaria para ello. 

Otras dificultades para el desarrollo son su situación aislada respecto al mar, las disputas políticas y el malestar laboral.

Tiene una industria turística floreciente, pero se enfrenta a problemas de deforestación y de amenaza a los hábitats animales.

En resumen puede decirse que la ayuda extranjera es vital para su economía, y que le convendría reducir la pesada dependencia del comercio con la India.

La tasa de desempleo es el 46%; la inflación, el 8,3%.

Las comunicaciones son deficientes: 59 Km de ferrocarril y sólo 10.142 Km de carreteras asfaltadas, pero hay 13.355 millones de teléfonos móviles, y el 90% de los habitantes vive en zonas con cobertura.

La población está compuesta por múltiples sectores étnicos, con sus lenguas correspondientes, pero el único idioma oficial es el inglés. Desde el punto de vista de las religiones, son hindúes el 80,6%; budistas, el 10,7%; musulmanes, el  4,2%.

La tasa de crecimiento es de 1,8%, contando con una emigración alta, del 2,58 por mil. La población urbana supone un 19%.

El nivel sanitario es bajo, tanto en lo referente a las facilidades de acceso a los servicios como a la frecuencia de varias enfermedades graves. Se calcula en 64.000 el número de portadores del SIDA, con 4.700 muertes anuales.

La tasa de fertilidad es de 2,36 hijos/mujer, llamando la atención la alta mortalidad infantil: 43,13 por mil.

La esperanza de vida es de 66,51 años, y la tasa de alfabetización, 60,3%.

Sigue sin resolverse el problema de los inmigrados butaneses que viven en campos de refugiados. La India, por su parte, ha establecido un rígido sistema de vigilancia fronteriza para evitar la inmigración ilegal, principalmente de insurgentes maoístas.

Nepal produce ilegalmente cannabis, tanto para consumo interno como para el mercado internacional.


BUTÁN        Asia del Sur


Capital: Timfu
Forma de gobierno: Monarquía parlamentaria
Independencia (de la India): 8 de agosto de 1949
Superficie: 38.394 Km2 (132º)
Población: 725.296 hab (165º)     Densidad: 19 hab/Km2
PIB/cápita: 6.500 $ (141º)


El reino de Bután es un país sin salida al mar, montañoso y de pequeño tamaño, ubicado en el tramo oriental del Himalaya, entre la India y el Tibet.

No existe mucha información sobre su pasado histórico, tanto más porque muchos de los documentos se perdieron en el incendio que arrasó la vieja capital, Punaja, en 1827. 

Se supone que, en época desconocida, migraciones significativas de tibetanos, a través de los pasos del Himalaya, constituyeron la base de la población. 

En el siglo  VIII llegó el budismo, pasando a ser un rasgo integrante del territorio y dando lugar a gran número de edificios religiosos.

La unificación, que superaba los feudos guerreros menores, tuvo lugar en el XVII. Siguieron años de guerras con sus vecinos y de frecuentes invasiones tibetanas, así como de contactos con los británicos desde el XVIII. Bajo la influencia de éstos, se estableció una monarquía propiamente dicha en 1907, que, por un tratado de 1910, quedó bajo protectorado británico.

En cierto modo, tal protectorado fue traspasado a la India, pues, aunque la independencia de Bután fue reconocida en 1949, la Unión India siguió  controlando materias tales como la representación exterior y la defensa. 

Los primeros sellos fueron emitidos en 1954; antes y después de esa fecha, la India asegura el servicio postal.

En 1971 tuvo lugar el ingreso en la ONU, quedando así consagrada su plena soberanía. La coronación en 1974 del cuarto rey, Jigme Singye Wangchuck, supuso el comienzo de un conato de relaciones internacionales. 

El ‘cuarto Rey’ mostró una gran habilidad en conducir a su país hacia la modernidad, pero preservando los distintivos culturales butaneses, y se hizo conocido en Occidente por su meta declarada de buscar para su reino la más alta ‘Felicidad Nacional Bruta’, no el convencional PNB.


Hubo un estímulo exterior para el comienzo del proceso. El país se había mantenido aislado y sin lazos apenas con el exterior; sin embargo, esto empezó a cambiar en 1959, con los incidentes del Tibet y la actitud decididamente hostil y amenazadora del gobierno comunista chino. 

En los 90, la presión de la mayoritaria cultura budista y la falta de representación política, produjeron profundo resentimiento en la minoría étnica nepalí del sur.

Hubo violencias, y decenas de miles de miembros de esa minoría huyeron al Nepal, donde siguen viviendo hoy. De ellos han surgido grupos insurgentes que se supone estuvieron detrás de la ola de bombas que jalonaron la campaña electoral de 2008.

Bután llegó a la conclusión de que, para mantener su independencia, era preciso romper con el aislamiento. 

Debido a la  ausencia de representaciones diplomáticas de terceros países, se acudió primero obviamente a la India, y, con su ayuda, se construyó la primera carretera que nunca hubiera existido (175 Km), con el fin de unir la capital con la frontera. Sucesivamente se fueron aprobando planes quinquenales de desarrollo.

Fue entonces cuando el rey acuñó el ya citado slogan de ‘Felicidad Nacional Bruta’, significando un proceso de modernización sin perder las  tradiciones, base de la identidad del pueblo butanés, y de crecimiento sostenible para el medio ambiente; todo ello combinado con el deseo, muy en línea con la tradición budista, de aportar una mejoría emocional y espiritual a los butaneses. Por eso, el término ha venido a definir el modelo de desarrollo del país.

Es cierto que el primer objetivo fueron las infraestructuras viarias y las prestaciones sanitarias y educativas, pero siempre intensificando el bienestar espiritual humano, no sólo la adquisición de bienes materiales.

Este desarrollo de tipo humanista explica por qué han pasado a un segundo plano la industrialización o la diversificación de la economía para generar más riqueza. Aunque la renta per cápita es todavía baja, no se da un índice de hambre comparable al de países con indicadores económicos  parecidos. 

Muchas familias tienen acceso a la tierra para cultivos y viviendas, y la población puede vestirse y alimentarse adecuadamente. Lo cual no quiere decir que no queden objetivos por alcanzar; por ejemplo, adecuada potabilidad del agua, más alta esperanza de vida (en la actualidad 67,9 años) y disminución de la mortalidad infantil.

Los planes de desarrollo ven el turismo como una potencialmente importante fuente de ingresos; no obstante, el miedo a la contaminación cultural ha llevado al gobierno a un férreo control a través de la agencia estatal de turismo, la única existente; ésta supervisa el número de visitantes por año, rutas, alojamiento, contacto con la población rural (no en todas las zonas), duración del viaje, etc. Sólo caben viajes organizados y se exige un gasto mínimo diario.

Actualmente Bután se ha convertido en una monarquía parlamentaria, en una transformación sorprendente por su relativa rapidez y por la ausencia de traumatismos.

Al monarca Jigme Dorji Wangchuck se le considera el ‘padre de la Nación’. Su sucesor Jigme Singye Wangchuck, de quien ya hemos hablado, desarrolló los planes de su progenitor e inició las reformas en el sentido  explicado. Coronado en 1976, reinó hasta el 2006, cuando abdicó en su hijo; antes, en 1994, había convertido el país en monarquía constitucional.

Entregó el trono a su hijo Jigme Jesar Namgyel Wangchuck, actual soberano, que no fue coronado hasta 2008 por recomendación de los astrólogos de la Casa Real. Es, pues, el 5º de una dinastía establecida en 1907.

Las primeras elecciones celebradas en marzo de 2008 dieron como ganador al Partido para el Bienestar de Bután, cuyo jefe tiene estudios universitarios en EE.UU.

El Rey, cuyo título oficial es ‘Rey del Dragón’, es Jefe del Estado y del Ejecutivo. Tiene un Consejo Real de asesores, a cuyos miembros designa. El poder legislativo corresponde al Tsongdu o Asamblea; de sus 151 miembros, 106 son elegidos, pero sólo por varones, pues Bután no reconoce el sufragio femenino. El resto son nombrados por el rey o elegidos de forma indirecta, como los 10 representantes de los grupos budistas. La legislación se basa en la ley india y en el Derecho anglosajón; los principales órganos judiciales son designados por el monarca.

El país es casi enteramente montañoso, comenzando al Norte en las grandes alturas de la frontera con China, y descendiendo abruptamente hasta la llanura, en la frontera con la India.

En la zona Sur, el clima es subtropical con abundantes precipitaciones; en los valles, templado con grandes diferencias entre verano e invierno, hasta llegar al clima de montaña, con veranos frescos e inviernos glaciales. Los ríos no son navegables. En el Norte montañoso hay muchos glaciares y lagos de montaña, cada vez más numerosos éstos por el cambio climático.

El aislamiento, la escasa población y la relativa inaccesibilidad geográfica, convierten a Bután en uno de los ecosistemas más intactos del globo. El 65% de la superficie está cubierto de bosques, con cerca de 550 especies vegetales. También hay casi 165 especies de animales, algunas muy raras y en peligro de extinción: el panda rojo, el leopardo de las nieves y otros bichos merecedores de la más alta consideración. En el año 2000, algo más del  20% de la superficie estaba protegido.

La política de protección al medio ambiente, que encaja con la tradición popular, ha de enfrentarse con problemas como los frecuentes corrimientos de tierra tras las lluvias, la baja disponibilidad de agua potable y la presión que el aumento de la población ejerce sobre la leña disponible y la tierra utilizable para pastoreo y agricultura.

La economía es fundamentalmente agrícola: arroz, trigo, maíz, frutas y hortalizas. En las zonas montañosas, hay también rebaños de vacunos, incluidos yaks. Agricultura y ganadería son medio de subsistencia para más del 90% de la población.

La industria se limita al procesado de alimentos, artesanía y textiles para consumo interno. Es importante la exportación de energía hidroeléctrica a la India. El turismo también aporta divisas, pese a sus limitaciones, así como las emisiones filatélicas.

Existen dos bancos con sucursales, pero no cajeros automáticos. Los principales vínculos comerciales son con la India. La televisión llegó el año 2000. Dada la orografía, las carreteras no son demasiado buenas. No hay líneas férreas, suplidas con servicios de vuelos domésticos en pequeños aviones.

La población es de origen tibetano o nepalí. El número de habitantes es incierto y tema de controversia. El idioma nacional es el dzongja, aunque el nepalí es hablado en el SO y el inglés tiene también rango de lengua oficial. La población urbana constituye sólo el 35%.

La religión del Estado, predominante en la población, es el budismo (75%); la segunda en importancia, frecuente en el Sur, es el hinduismo (25%). La tasa de alfabetización es del 47%.

Hay entradas que merecen un colofón, y ésta es una de ellas. Resulta difícil no preguntarse si este ‘Shangri-La’, como se le ha llamado, logrará mantener sus tradiciones y modos de vida. 

En caso negativo, si se abre un establecimiento de comida rápida, una tienda de telefonía móvil, un aparcamiento gigante para autocares también gigantes, una discoteca u otras cosas en que cualquiera puede pensar, se puede predecir lo que ocurrirá: detrás  de la primera, vendrán muchas otras y el tinglado se vendrá abajo; Shangri-La desaparecerá definitivamente entre las nieblas del Himalaya, y todos seremos un poco más vulgares.

Por el contrario, si lograren mantener su Tasa de Felicidad Bruta, seguirían constituyendo, si no un ejemplo propiamente dicho, sí la chispa de un ideal que buena falta nos hace a todos. No podría haber gloria mayor para el gobierno y el pueblo de Bután.