NEPAL
Asia del Sur
Capital: Katmandú
Forma de gobierno: República federal
parlamentaria
Superficie: 147.181 Km2 (94º)
Población: 30.430.267 hab (41º) Densidad: 207 hab/Km2
PIB/cápita: 1.300 $ (208º)
Nepal es un país sin salida al mar, ubicado
en el Himalaya, rodeado al Norte por China y al Sur por la India; de naturaleza
montañosa, en su territorio se encuentran, total o parcialmente, algunas de las
montañas más altas de la Tierra, destacando el Everest (8.848 m), así como
otros siete de los llamados ‘ochomiles’.
Cuenta con una gran variedad de paisajes
geográficos, desde las planicies selváticas húmedas de Terai hasta las más
altas cumbres. Buena parte de la población se concentra en el valle y la ciudad
de Katmandú. Como curiosidad, es el único país cuya bandera no tiene forma de
cuadrilátero.
La nación nepalesa se configura bajo la
influencia del rey Prithvi Narayan en 1768. Hasta la secularización traída por
la República en 2006, fue el único estado del mundo con el hinduismo como
religión oficial, lo cual es en cierto modo una paradoja con la profunda
tradición budista, dado que Buda nació en la localidad de Lumbini, en estas
tierras. Hoy es un estado multicultural, plurilingüe y secular.
En 1814, durante la conquista de la India por
el Reino Unido, se vio involucrado en una guerra con éste, representado por la
Compañía Británica de las Indias Orientales. Perdió la guerra, viéndose
obligado a ceder en 1816 Sikkim y el sur de Sarai. Después de que los gurjas
nepaleses ayudaran a los británicos en 1857 a sofocar la rebelión de los
cipayos, la mayor parte de Terai le fue devuelta en señal de gratitud.
Esto creó además una tradición de
reclutamiento, por parte de los británicos, de mercenarios de élite, los
gurjas, cuyos residuos persisten en la actualidad.
El status internacional de Nepal durante esta
época es ambiguo. No formó parte del Raj británico y ni siquiera hubo un
acuerdo formal de protectorado. Más correcto sería hablar de un ‘estado tapón’
entre la India británica y las altiplanicies chinas.
Las facciones dentro de la familia real
crearon situaciones de inestabilidad. En 1846, Jung Bahadur Rana, después de
una concienzuda masacre de regias personas, fundó un nuevo linaje, de carácter
claramente probritánico.
Aunque la aristocracia de los Rana tuvo el
detalle filantrópico de abolir la esclavitud, al menos formalmente, en 1924, a
fines de los 40 ya crecían los movimientos críticos hacia ellos. La invasión
del Tibet por los chinos en 1950 asustó a la India, que procuró tener buenas
relaciones y más influencia con su vecino nepalí.
Es en este momento cuando, aun sin una
declaración formal, se puede considerar a Nepal como una nación plenamente
independiente, si bien su ingreso en la ONU no tuvo lugar hasta 1955.
La India, deseosa de estabilidad en la zona,
promocionó en 1951 al rey Tribhuran, como cabeza de una dinastía que se
apoyaría en un nuevo gobierno, dominado por el ‘Partido Nepalí del Congreso’.
Tras años de tensiones entre el soberano y su
gobierno, el rey Mahendra acabó con el experimento democrático en 1959, dando
paso a un sistema autoritario y sin partidos que gobernó Nepal hasta 1989, año
en el que el llamado ‘Movimiento del Pueblo’ forzó al ahora rey Birendra a
aceptar reformas constitucionales y convocar un Parlamento.
En 1996, el Partido Comunista-Maoísta trató
de reemplazar el sistema parlamentario por una ‘República popular’. Esto
condujo a una guerra civil que duraría diez años.
Para dar mayor emoción al asunto, el 1 de
junio de 2001 el príncipe Dipendra organizó en el palacio una bella masacre en
que perecieron el rey, la reina y otros siete miembros de la familia, de la que
debía estar muy harto. Después, se suicidó.
El hermano del homicida, Gianendra, heredó el
trono. En 2005 intentó un golpe para acabar con la rebelión, pero le falló, y
al final fueron los maoístas los que convencieron al Parlamento de que, como
mejor solución para acabar con la guerra, le pidieran la dimisión al monarca.
Así se hizo; los parlamentarios acabaron
considerando que era una buena idea, y, el 28 de diciembre de 2007, Nepal fue
declarado ‘República federal’, acuerdo que entró en vigor el 22 de mayo de
2008.
Entre 2008 y 2011 ha habido cuatro diferentes
gobiernos de coalición, dirigidos por una u otra tendencia (maoísta o
marxista-leninista) del Partido Comunista.
Pero faltaba un punto clave: elegir
una Asamblea Constituyente y elaborar una Constitución. Las discusiones y
dificultades han sido gigantescas, y no las vamos a detallar.
Acabemos tan complicado relato diciendo
simplemente que, en marzo de 2013, el presidente del Tribunal Supremo ha sido
nombrado jefe de gobierno interino, con el encargo de preparar las dichosas
elecciones constituyentes para diciembre de 2013, gobernando entre tanto con
una coalición, naturalmente también interina, de numerosos partidos.
Nepal se cuenta entre los países más pobres y
subdesarrollados del mundo, con aproximadamente un cuarto de la población
viviendo bajo lo que se llama ‘nivel de pobreza’.
La agricultura es el principal soporte de la
economía, constituyendo el medio de vida para ¾ de los habitantes y suponiendo
algo más de 1/3 del PIB.
La actividad industrial está limitada al
procesamiento de productos agrícolas. Entre éstos pueden citarse las alubias,
el yute, la caña de azúcar, el tabaco y los granos.
Tiene una gran capacidad para explotar y
exportar su capacidad hidroeléctrica, pero la inestabilidad política
obstaculiza la inversión extranjera necesaria para ello.
Otras dificultades
para el desarrollo son su situación aislada respecto al mar, las disputas
políticas y el malestar laboral.
Tiene una industria turística floreciente,
pero se enfrenta a problemas de deforestación y de amenaza a los hábitats
animales.
En resumen puede decirse que la ayuda
extranjera es vital para su economía, y que le convendría reducir la pesada
dependencia del comercio con la India.
La tasa de desempleo es el 46%; la inflación,
el 8,3%.
Las comunicaciones son deficientes: 59 Km de
ferrocarril y sólo 10.142 Km de carreteras asfaltadas, pero hay 13.355 millones
de teléfonos móviles, y el 90% de los habitantes vive en zonas con cobertura.
La población está compuesta por múltiples
sectores étnicos, con sus lenguas correspondientes, pero el único idioma
oficial es el inglés. Desde el punto de vista de las religiones, son hindúes el
80,6%; budistas, el 10,7%; musulmanes, el
4,2%.
La tasa de crecimiento es de 1,8%, contando
con una emigración alta, del 2,58 por mil. La población urbana supone un 19%.
El nivel sanitario es bajo, tanto en lo
referente a las facilidades de acceso a los servicios como a la frecuencia de
varias enfermedades graves. Se calcula en 64.000 el número de portadores del
SIDA, con 4.700 muertes anuales.
La tasa de fertilidad es de 2,36 hijos/mujer,
llamando la atención la alta mortalidad infantil: 43,13 por mil.
La esperanza de vida es de 66,51 años, y la
tasa de alfabetización, 60,3%.
Sigue sin resolverse el problema de los
inmigrados butaneses que viven en campos de refugiados. La India, por su parte,
ha establecido un rígido sistema de vigilancia fronteriza para evitar la inmigración
ilegal, principalmente de insurgentes maoístas.
Nepal produce ilegalmente cannabis, tanto
para consumo interno como para el mercado internacional.
BUTÁN Asia del Sur
Capital: Timfu
Forma de gobierno: Monarquía parlamentaria
Independencia (de la India): 8 de agosto de
1949
Superficie: 38.394 Km2 (132º)
Población: 725.296 hab (165º) Densidad: 19
hab/Km2
PIB/cápita: 6.500 $ (141º)
El reino de Bután es un país sin salida al
mar, montañoso y de pequeño tamaño, ubicado en el tramo oriental del Himalaya,
entre la India y el Tibet.
No existe mucha información sobre su pasado
histórico, tanto más porque muchos de los documentos se perdieron en el
incendio que arrasó la vieja capital, Punaja, en 1827.
Se supone que, en época
desconocida, migraciones significativas de tibetanos, a través de los pasos del
Himalaya, constituyeron la base de la población.
En el siglo VIII llegó el budismo, pasando a ser un rasgo
integrante del territorio y dando lugar a gran número de edificios religiosos.
La unificación, que superaba los feudos
guerreros menores, tuvo lugar en el XVII. Siguieron años de guerras con sus
vecinos y de frecuentes invasiones tibetanas, así como de contactos con los
británicos desde el XVIII. Bajo la influencia de éstos, se estableció una
monarquía propiamente dicha en 1907, que, por un tratado de 1910, quedó bajo
protectorado británico.
En cierto modo, tal protectorado fue
traspasado a la India, pues, aunque la independencia de Bután fue reconocida en
1949, la Unión India siguió controlando
materias tales como la representación exterior y la defensa.
Los primeros
sellos fueron emitidos en 1954; antes y después de esa fecha, la India asegura
el servicio postal.
En 1971 tuvo lugar el ingreso en la ONU,
quedando así consagrada su plena soberanía. La coronación en 1974 del cuarto
rey, Jigme Singye Wangchuck, supuso el comienzo de un conato de relaciones
internacionales.
El ‘cuarto Rey’ mostró una gran habilidad en conducir a su
país hacia la modernidad, pero preservando los distintivos culturales
butaneses, y se hizo conocido en Occidente por su meta declarada de buscar para
su reino la más alta ‘Felicidad Nacional Bruta’, no el convencional PNB.
Hubo un estímulo exterior para el comienzo
del proceso. El país se había mantenido aislado y sin lazos apenas con el
exterior; sin embargo, esto empezó a cambiar en 1959, con los incidentes del
Tibet y la actitud decididamente hostil y amenazadora del gobierno comunista
chino.
En los 90, la presión de la mayoritaria
cultura budista y la falta de representación política, produjeron profundo resentimiento
en la minoría étnica nepalí del sur.
Hubo violencias, y decenas de miles de
miembros de esa minoría huyeron al Nepal, donde siguen viviendo hoy. De ellos
han surgido grupos insurgentes que se supone estuvieron detrás de la ola de
bombas que jalonaron la campaña electoral de 2008.
Bután llegó a la conclusión de que, para
mantener su independencia, era preciso romper con el aislamiento.
Debido a
la ausencia de representaciones
diplomáticas de terceros países, se acudió primero obviamente a la India, y,
con su ayuda, se construyó la primera carretera que nunca hubiera existido (175
Km), con el fin de unir la capital con la frontera. Sucesivamente se fueron
aprobando planes quinquenales de desarrollo.
Fue entonces cuando el rey acuñó el ya citado
slogan de ‘Felicidad Nacional Bruta’, significando un proceso de modernización
sin perder las tradiciones, base de la
identidad del pueblo butanés, y de crecimiento sostenible para el medio
ambiente; todo ello combinado con el deseo, muy en línea con la tradición
budista, de aportar una mejoría emocional y espiritual a los butaneses. Por
eso, el término ha venido a definir el modelo de desarrollo del país.
Es cierto que el primer objetivo fueron las
infraestructuras viarias y las prestaciones sanitarias y educativas, pero
siempre intensificando el bienestar espiritual humano, no sólo la adquisición
de bienes materiales.
Este desarrollo de tipo humanista explica por
qué han pasado a un segundo plano la industrialización o la diversificación de
la economía para generar más riqueza. Aunque la renta per cápita es todavía
baja, no se da un índice de hambre comparable al de países con indicadores
económicos parecidos.
Muchas familias
tienen acceso a la tierra para cultivos y viviendas, y la población puede
vestirse y alimentarse adecuadamente. Lo cual no quiere decir que no queden
objetivos por alcanzar; por ejemplo, adecuada potabilidad del agua, más alta
esperanza de vida (en la actualidad 67,9 años) y disminución de la mortalidad
infantil.
Los planes de desarrollo ven el turismo como
una potencialmente importante fuente de ingresos; no obstante, el miedo a la
contaminación cultural ha llevado al gobierno a un férreo control a través de
la agencia estatal de turismo, la única existente; ésta supervisa el número de
visitantes por año, rutas, alojamiento, contacto con la población rural (no en
todas las zonas), duración del viaje, etc. Sólo caben viajes organizados y se
exige un gasto mínimo diario.
Actualmente Bután se ha convertido en una
monarquía parlamentaria, en una transformación sorprendente por su relativa
rapidez y por la ausencia de traumatismos.
Al monarca Jigme Dorji Wangchuck se le
considera el ‘padre de la Nación’. Su sucesor Jigme Singye Wangchuck, de quien
ya hemos hablado, desarrolló los planes de su progenitor e inició las reformas
en el sentido explicado. Coronado en
1976, reinó hasta el 2006, cuando abdicó en su hijo; antes, en 1994, había
convertido el país en monarquía constitucional.
Entregó el trono a su hijo Jigme Jesar
Namgyel Wangchuck, actual soberano, que no fue coronado hasta 2008 por
recomendación de los astrólogos de la Casa Real. Es, pues, el 5º de una
dinastía establecida en 1907.
Las primeras elecciones celebradas en marzo
de 2008 dieron como ganador al Partido para el Bienestar de Bután, cuyo jefe
tiene estudios universitarios en EE.UU.
El Rey, cuyo título oficial es ‘Rey del
Dragón’, es Jefe del Estado y del Ejecutivo. Tiene un Consejo Real de asesores,
a cuyos miembros designa. El poder legislativo corresponde al Tsongdu o
Asamblea; de sus 151 miembros, 106 son elegidos, pero sólo por varones, pues
Bután no reconoce el sufragio femenino. El resto son nombrados por el rey o
elegidos de forma indirecta, como los 10 representantes de los grupos budistas.
La legislación se basa en la ley india y en el Derecho anglosajón; los
principales órganos judiciales son designados por el monarca.
El país es casi enteramente montañoso,
comenzando al Norte en las grandes alturas de la frontera con China, y
descendiendo abruptamente hasta la llanura, en la frontera con la India.
En la zona Sur, el clima es subtropical con abundantes
precipitaciones; en los valles, templado con grandes diferencias entre verano e
invierno, hasta llegar al clima de montaña, con veranos frescos e inviernos
glaciales. Los ríos no son navegables. En el Norte montañoso hay muchos
glaciares y lagos de montaña, cada vez más numerosos éstos por el cambio
climático.
El aislamiento, la escasa población y la
relativa inaccesibilidad geográfica, convierten a Bután en uno de los
ecosistemas más intactos del globo. El 65% de la superficie está cubierto de
bosques, con cerca de 550 especies vegetales. También hay casi 165 especies de
animales, algunas muy raras y en peligro de extinción: el panda rojo, el
leopardo de las nieves y otros bichos merecedores de la más alta consideración.
En el año 2000, algo más del 20% de la
superficie estaba protegido.
La política de protección al medio ambiente, que
encaja con la tradición popular, ha de enfrentarse con problemas como los
frecuentes corrimientos de tierra tras las lluvias, la baja disponibilidad de
agua potable y la presión que el aumento de la población ejerce sobre la leña
disponible y la tierra utilizable para pastoreo y agricultura.
La economía es fundamentalmente agrícola:
arroz, trigo, maíz, frutas y hortalizas. En las zonas montañosas, hay también
rebaños de vacunos, incluidos yaks. Agricultura y ganadería son medio de
subsistencia para más del 90% de la población.
La industria se limita al procesado de
alimentos, artesanía y textiles para consumo interno. Es importante la
exportación de energía hidroeléctrica a la India. El turismo también aporta
divisas, pese a sus limitaciones, así como las emisiones filatélicas.
Existen dos bancos con sucursales, pero no
cajeros automáticos. Los principales vínculos comerciales son con la India. La
televisión llegó el año 2000. Dada la orografía, las carreteras no son
demasiado buenas. No hay líneas férreas, suplidas con servicios de vuelos
domésticos en pequeños aviones.
La población es de origen tibetano o nepalí.
El número de habitantes es incierto y tema de controversia. El idioma nacional
es el dzongja, aunque el nepalí es hablado en el SO y el inglés tiene también
rango de lengua oficial. La población urbana constituye sólo el 35%.
La religión del Estado, predominante en la
población, es el budismo (75%); la segunda en importancia, frecuente en el Sur,
es el hinduismo (25%). La tasa de alfabetización es del 47%.
Hay entradas que merecen un colofón, y ésta
es una de ellas. Resulta difícil no preguntarse si este ‘Shangri-La’, como se
le ha llamado, logrará mantener sus tradiciones y modos de vida.
En caso
negativo, si se abre un establecimiento de comida rápida, una tienda de
telefonía móvil, un aparcamiento gigante para autocares también gigantes, una
discoteca u otras cosas en que cualquiera puede pensar, se puede predecir lo
que ocurrirá: detrás de la primera,
vendrán muchas otras y el tinglado se vendrá abajo; Shangri-La desaparecerá
definitivamente entre las nieblas del Himalaya, y todos seremos un poco más
vulgares.
Por el contrario, si lograren mantener su
Tasa de Felicidad Bruta, seguirían constituyendo, si no un ejemplo propiamente
dicho, sí la chispa de un ideal que buena falta nos hace a todos. No podría
haber gloria mayor para el gobierno y el pueblo de Bután.
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