NIGERIA
África Occidental
Nigeria, oficialmente ‘República Federal de
Nigeria’, es un país situado en África Occidental, en la costa del Golfo de
Guinea, compuesto en la actualidad por 32 estados y un distrito federal. Su
capital, Abuya (1.857.000 hab) ha sustituido a la tradicional, Lagos, que sigue
siendo la ciudad más poblada, con 10.203.000 hab.
Es el país con mayor número de habitantes de
África y el 7º del mundo, superando a Japón y Rusia.
Los comentaristas que gustan de enfocar su
anteojo sólo sobre determinados datos macroeconómicos, se hacen lenguas de sus
perspectivas de futuro (en estos tiempos de crisis su PIB ha crecido un 7,1% en
2012), y lo citan como uno de los países emergentes.
Pero, si observamos los
conflictos y tensiones existentes, con abundante y creciente cosecha de
muertos, y la situación de miseria en que vive la mayor parte de la población,
surge el pensamiento: ‘de los países emergentes (al menos de algunos),
líbranos, Señor’.
Después de interesantes culturas indígenas,
entre las que destaca la de Ife, la zona que hoy llamamos Nigeria recibió las
primeras visitas europeas con los portugueses en 1472, estableciéndose
relaciones comerciales desde 1485.
Fue luego el gobierno inglés el que, ya desde
el siglo XVI, se dedicó al tráfico en esa costa, aunque su interés por ella
aumentaría en el XIX, utilizando ahora el estandarte de la lucha contra el
tráfico esclavista para extender su influencia e intensificar el comercio de
diversos productos. Como vamos a ver, la penetración tuvo lugar paulatinamente
y por zonas.
El primer establecimiento permanente fue el
de Lagos, al ocuparse la ciudad en 1851 con el pretexto de que el rey de Lagos
no cumplía su compromiso de impedir la trata de esclavos. Lagos quedó
anexionado oficialmente 10 años después, permitiendo la intervención en las
luchas civiles de los yorubas hasta ponerlos bajo su protectorado. La colonia
emitió sellos entre 1874 y 1905.
El siguiente paso fue obtener de la Conferencia de Berlín de
1885 el reconocimiento de sus intereses en el bajo Níger, apareciendo pocos
meses después el protectorado de los Oil Rivers, que tomó el nombre de Costa
del Níger en 1893. La Costa del Níger tuvo sellos propios hasta 1901.
Las regiones del interior fueron abiertas a
la soberanía británica por la National Africa Company (Royal Company desde
1886, cuando fue dotada de nuevos privilegios). Así aparece el protectorado de
Nigeria del Norte, en el que se utilizó el sistema de penetración indirecta, es
decir, permanencia de los jefes tradicionales en sus funciones, pero con la
supervisión de funcionarios británicos. Los sellos de Nigeria del Norte se
emiten de 1900 a 1912.
En la región meridional, los ingleses
encontraron la oposición del soberano de Benin, que no fue sometido hasta 1897.
En 1906 la colonia y el protectorado de Lagos se fundieron con el protectorado
de la Costa del Níger, y al resultado se le dio el nombre de Nigeria del Sur,
que, a diferencia de la septentrional, tenía su propio Consejo Legislativo. Los
sellos de Nigeria del Sur cubren el periodo de 1901 a 1912.
En 1914 los dos protectorados, septentrional
y meridional, conservando su propio sistema administrativo, se unen en una sola
entidad, la colonia de Nigeria, bajo la autoridad de un gobernador general con
residencia en Lagos. Al terminar la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña
recibió como Mandato parte del Camerún alemán, pero tuvo la desfachatez de
unirlo sin más trámite a su colonia nigeriana.
Extractamos a continuación la opinión, un
tanto edulcorada, del profesor Hargreaves (Universidad de Aberdeen) sobre la
política colonial inglesa en la zona.
La colonia era un abigarrado mosaico
construido sobre las bases establecidas por mercaderes, misioneros y algunos
funcionarios emprendedores, pero la ofensiva imperialista del decenio de 1890
había carecido de un plan. El gobierno británico quiso asegurar a los
capitalistas de su país unas perspectivas de negocio rentables, sin pretender
el monopolio de esas posibilidades.
Los comerciantes europeos mantenían de
antiguo relaciones con los cultivadores africanos, quienes habían adaptado su
producción a la demanda extranjera de aceite de palma, cacahuete, cacao y otros
productos tropicales. En general, los nativos conservaban la posesión de las
tierras de cultivo y, en teoría, eran libres para disponer de su propio
trabajo. La administración colonial realizó una labor eminentemente de
infraestructura: puertos y ferrocarriles.
Sin embargo, al mismo tiempo los impuestos
creados para financiar esas obras surtieron el efecto importante de obligar a
los africanos a participar en la economía monetaria, como cultivadores o como
asalariados.
Por supuesto, hubo grupos de intereses que
intentaron, con mayor o menor éxito, conseguir privilegios o manipular la
situación en su favor; pero la mayoría de los funcionarios rechazaron tales
pretensiones, e incluso los que se doblegaron a ellas se vieron sorprendidos
por la iniciativa de los cultivadores nativos.
En efecto, el éxito económico del periodo
colonial no se debió tanto a grandes aportaciones de técnica y capital europeos
como a la sensibilidad de los campesinos hausa ante las fuerzas del mercado y a
los emprendedores capitalistas rurales que crearon las plantaciones de cacao
del sudoeste.
En tales circunstancias satisfactorias, la
administración evitaba agobiar a los campesinos con unas cargas que los
indujeran a reanudar la rebelión o, lo que era más temido, a aliarse con las
minorías urbanas nada silenciosas que ya comenzaban a exigir cambios políticos
en el lenguaje aprendido en las escuelas coloniales o misioneras. La mayoría de
los portavoces de esa incipiente burguesía se declaraban leales al Imperio
británico, pero la administración colonial los miraba en general con profunda
desconfianza.
Por todo ello, para mantener el orden y
fomentar los cambios graduales, los británicos intentaron, fortaleciendo la
autoridad de los jefes nativos, inducir poco a poco a éstos a que transformaran
los viejos sistemas precoloniales de gobierno, en sistemas burocráticos
‘nativos’ que institucionalizaran la recaudación de impuestos y la
administración de justicia.
Capital: Abuya
Ciudad más poblada: Lagos
Forma de gobierno: República Federal
Presidencialista
Fecha de independencia (del Reino Unido): 1
octubre 1960
Superficie: 923.768 Km2 (32º)
Población: 174.507.539 (7º) Densidad: 189 hab/Km2
PIB/cápita: 2.700 $ (180º)
Miembro de: Commonwealth, OPEP, UA
El país alcanzó la independencia en octubre de 1960 como ‘Dominio’, es decir, reconociendo como Jefe de Estado al soberano británico.
Más tarde, en octubre de 1963, pasó a ser República, pero dentro de la Commonwealth.
Según la estructura colonial, confirmada en 1954, Nigeria estaba dividida en tres regiones: Oriental, Occidental y Septentrional, en las que predominaban, respectivamente, los ibos, yorubas y hausas. Esta diferenciación se conservó tras la independencia, pero ya entonces existían las tensiones políticas, étnicas y religiosas.
Las mismas desembocaron en el golpe de estado de enero de 1966, cuando el general Aguiyi-Aronsi instituyó un régimen militar con predominio de los ibo; un decreto encaminado a establecer un gobierno unitario provocó una violenta reacción contra los ibo, y un nuevo golpe de estado, en julio, dio el poder al general Yakubu Gowon (de una tribu minoritaria del norte).
El gobernador de la región Oriental se negó a
reconocer el régimen de Gowon, mientras en el Norte se desencadenaban matanzas
de ciudadanos ibo. Cuando el general Gowon anunció su propósito de abolir las
regiones y dividir el país en 12 estados, lo que privaba al territorio ibo de
salida al mar y de los yacimientos petrolíferos recién descubiertos, el coronel
Ojukwu proclamó la independencia de la región Oriental con el nombre de Biafra
el 30 de mayo de 1967.
Biafra es un estado africano que pudo existir,
pero no llegó a consolidar su independencia.
En el momento de su constitución, con mayoría
de ibos, tenía 76.400 Km2 y aproximadamente 13 millones de habitantes. Fue
reconocida por 5 estados: Gabón, Haití, Costa de Marfil, Tanzania y Zambia.
Otras naciones, como Francia y Portugal,
la apoyaron militar y financieramente, pero sin reconocerla. Gran Bretaña y
EE.UU. mantuvieron en todo momento una olímpica actitud de distanciamiento.
Las hostilidades abiertas comenzaron en julio
de 1967. Tras algunos éxitos iniciales biafreños, la superioridad numérica se
impuso, y las tropas federales nigerianas iniciaron una guerra de exterminio en
la que llevaron la iniciativa y reconquistaron progresivamente el territorio,
enfrentándose a una resistencia de los ibos que alcanzó caracteres realmente épicos. La capitulación final y la
huida de Ojukwu tuvo lugar el 15 de enero de 1970.
Se cree que el conflicto cobró la vida de
entre 800.000 y 1 millón de personas, la mayoría víctimas de la hambruna. Ello
sin contar las matanzas de ibos cristianos que tuvieron lugar en el Norte
musulmán (entre 8.000 y 30.000).
La guerra saltó a las primeras páginas de la
prensa, siendo la primera vez que se publicaron numerosas fotos de víctimas de
la desnutrición extrema. Las simpatías europeas se inclinaban en favor de los
ibos, en parte por constituir el bando más débil, en parte por su sorprendente
resistencia y en parte también por considerárseles más civilizados y próximos a
la cultura occidental. Incluso fueron a combatir con ellos voluntarios, aparte
de reputados jefes mercenarios.
Fue a raíz de la guerra de Biafra cuando se
formó la ONG ‘Médicos sin fronteras’, por iniciativa de doctores franceses que
estuvieron en la sitiada Biafra y se indignaron por la parcialidad de la Cruz
Roja.
Tras la rendición de Biafra, el general Gowon
puso en práctica un programa de reconstrucción: amnistía e incorporación de la
región Oriental a la estructura federal.
Un golpe de estado depuso a Gowon en 1975 y
lo sustituyó por un Consejo Supremo Militar.
Sería, además de prolijo, repetitivo e inútil
detallar la innumerable serie de golpes (hubo golpista, como el general
Babangida, que repitió hasta tres veces) que afligió a la nación nigeriana.
Baste decir que sólo en 1979-1983 hubo un periodo de gobierno civil.
En 1999, Nigeria eligió a Olusegun Obasanjo como Presidente en sus primeras
elecciones en 16 años. Obasanjo ganó también, entre turbulencias, en 2003. Pero
en las legislativas y presidenciales de 2007, las turbulencias y el número de
muertos fueron mayores.
Con eso y todo, el Partido Democrático del
Pueblo sigue en el poder, pero, desde 1999, se ha dado el paradójico resultado
de que la liberalización política ha empujado a militantes de grupos religiosos
y étnicos a aplicar la violencia pura y directa para conseguir sus demandas,
llevando al país a una situación límite que con frecuencia salta a la primera
página de los periódicos.
La cosa viene de antiguo. Ya desde 1903,
cuando la parte septentrional, de amplia mayoría musulmana, quedó bajo control
británico, hubo una campaña de resistencia encaminada a no enviar a los hijos a
ningún centro de enseñanza ‘occidental’, es decir, gestionado por el gobierno.
Debe tenerse en cuenta que, para esas élites, la educación no era ni es una
prioridad.
Cuando se completó la federalización del
país, varios estados del Norte impusieron la Sharia, con las secuelas conocidas
como condenas a lapidaciones en público y demás. Los cristianos empezaron a
huir al Sur.
Un caso concreto ilustra esa mentalidad. La
OMS lanzó una campaña para erradicar la poliomielitis en el mundo; se localizó
en 2003 en el Norte de Nigeria la mitad
de todos los casos mundiales, pero los ‘clérigos’ musulmanes protestaron,
acusando a la vacuna de ser un intento por parte de los occidentales de
esterilizar a las niñas musulmanas.
El programa de vacunación se suspendió en
varios estados, y la enfermedad casi se quintuplicó, propagándose además a
otras naciones vecinas hasta entonces libres de la enfermedad. En mayo de 2004,
el estado de Kano aceptó el programa, pero sólo a base de vacunas producidas en
Indonesia, también país musulmán.
Con tales datos, no es de extrañar demasiado
que apareciera Boko Haram. En la interpretación de esas gentes, es ‘haram’, es
decir, prohibido, todo lo occidental, no sólo enviar a los hijos a escuelas del
Gobierno (que también es musulmán), sino, en general, participar en cualquier
actividad que pueda estar relacionada con Occidente, lo cual incluye votar en
las elecciones, llevar faldas o pantalones y recibir cualquier aprendizaje
‘secular’.
Fue fundado por Mohamed Yusuf en 2002, quien
empezó construyendo un complejo con una mezquita y una escuela coránica; muchos
musulmanes pobres de toda Nigeria enviaron allí a su prole.
Pero Boko Haram no era una institución
educativa. Su fin político era la erección de un estado islámico ajustado a la
concepción citada; la mezquita y la medersa eran medios para formar jihadistas.
El terrorismo como método empezó muy pronto y
ha ido progresivamente a más: ataques a comisarías de policía y edificios
gubernamentales (también instalaciones de la ONU) hasta llegar en 2010 a atacar
una cárcel liberando a centenares de colegas.
La policía reaccionó, y murieron centenares
de fanáticos, entre ellos el fundador del grupo. Pero el mal se había extendido
demasiado, apareciendo otro dirigente, Abubakar Shekau. Acompañamos una
fotografía del sujeto, que se ha permitido difundir en Yahoo un video fanfarrón
y provocador.
Últimamente, la práctica que más se ha
extendido, aunque ya existió desde el principio, es la de matar cristianos
mediante bombas introducidas en iglesias, a menudo escogiendo festividades
señaladas, como la Navidad. En muchas localidades se ha tenido que instalar en
la entrada de los templos detectores de metales e incluso prohibir que las mujeres
asistentes lleven bolsos.
Hasta los norteamericanos se han dado cuenta
del peligro. Un informe del Congreso de noviembre de 2011 avisaba de que Boko
Haram era una ‘amenaza emergente’ contra EE.UU. y sus intereses.
Se dirá, y con toda razón, que tales terroristas,
aunque sin duda numerosos, no dejan de constituir una minoría con relación a la
población mayoritariamente musulmana del norte del país. Pero lo malo es que,
como ocurre siempre en esos casos, la acción de una minoría como ésa destruye
la convivencia general.
La gente tiende
a vivir en barrios diferenciados según la religión, se hacen raras,
hasta desaparecer, las actividades y diversiones comunitarias y, al hacerse de
noche, sólo la Policía recorre las calles.
Los no musulmanes que dejan su residencia y
marchan al Sur se van haciendo cada vez más numerosos. Y los recuerdos de la
etapa previa al desastre de Biafra, que en su día parecían exageraciones de
periodistas agoreros, proceden ya de fuentes respetables.
El profesor Kyari
Mohamed, de la universidad de Yola afirma: ‘la situación actual representa una
tendencia muy peligrosa, y presenta semejanzas con la fase previa a la guerra
de 1967’.
No resultan difíciles de resumir los datos
geográficos: tierras bajas en el Sur, derivando hacia colinas en el Centro, con
colinas y montañas en el SE. El Norte está compuesto por llanuras.
El caudaloso
río Níger entra en el país por el NE, fluye hacia el Sur a través de selvas
tropicales y se abre en un delta en el Golfo de Guinea. Es en este delta donde
se encontraron los enormes recursos petrolíferos.
El clima es ecuatorial en el Sur, tropical en
el Centro y árido en el Norte.
Los recursos naturales, no todos explotados,
son gas y petróleo, estaño, oro, niobio, plomo y zinc, aparte de la tierra
arable.
Según la Constitución, el Presidente es
elegido por votación popular para un
mandato de 4 años, renovable una sola vez. El Parlamento es bicameral.
Desde que en los años 60 se descubrió
petróleo, la economía pasó de ser agrícola y de pastoreo a ser industrial. La
balanza de pagos es positiva gracias a la exportación del crudo, debiéndose
destacar asimismo la industria petroquímica, la automovilística y las
refinerías. La exportación de petróleo y derivados supone el 95% del total.
En cuanto al resto, únicamente tiene
importancia el cacao, al que se destina el 50% del suelo cultivable con vistas
a la exportación. La agricultura y ganadería ocupan al 50% de la mano de obra,
pero apenas pueden abastecer la propia demanda interna.
La fuerte dependencia del petróleo y el hecho
de que se encuentre en manos extranjeras, hace que existan fuertes
desigualdades sociales, empezando por las geográficas. La pobreza del Norte
supone un fuerte contraste con los estados del Sur, más desarrollados; pero en
el SE, con abundante petróleo, los residentes se quejan de que toda la riqueza generada por él fluye
por los oleoductos hacia Lagos y Abuya, la capital.
En general, según datos de
la ONU, es uno de los países donde la desigualdad se halla más marcada, de
manera que pocos nigerianos se han beneficiado de esa riqueza, viviendo en la
pobreza más de la mitad de la población. La corrupción y la mala gestión
contribuyen a agravar el problema.
Siendo uno de los mayores productores del
mundo, la industria petrolífera ha ocasionado efectos colaterales no deseados.
El principal es la venta de petróleo robado procedente de muy numerosas
instalaciones clandestinas de extracción.
Aparte de eso, en 2004 activistas de
la zona del Delta, descontentos por la mala distribución de los ingresos,
iniciaron una campaña de violencias contra las infraestructuras petroleras, amenazando
así la principal fuente de ingresos de
la nación.
Casos así no contribuyen a atraer la
inversión extranjera para lograr una mayor diversificación de ingresos, que es
lo que desearía el Gobierno. Por supuesto, tampoco contribuye la inestabilidad
política.
La deuda pública supone sólo el 18,8% del
PIB. La inflación es del 12,1%.
Pasando a temas demográficos, existen en
Nigeria muy numerosos grupos étnicos, pero tres tienen claro predominio: los hausa
suponen el 29% de la población, los yoruba el 21%, y los ibo el 18%.
Se hablan más de 500 idiomas o dialectos,
aunque la única lengua oficial es el inglés. Sin quitarle su importancia como
lengua de la administración, cultura, finanzas, etc., como primera lengua sigue
siendo el coto exclusivo de una minoría de la élite urbana, y no se habla en
absoluto en algunas zonas rurales; como éstas agrupan a una mayoría de la
población, los principales vehículos de comunicación en la vida cotidiana
siguen siendo las lenguas indígenas.
En cuanto a la religión, son musulmanes el
50%, cristianos (con predominio protestante) el 40%, quedando un 10% para las
religiones indígenas. El Islam predomina entre los hausas del Norte y el
catolicismo entre los ibos del SE.
La tasa de alfabetización es de un 61,3%.
Para valorar otros datos, es preciso tener en
cuenta la fuerte incidencia del SIDA: 3,3 millones de portadores (2º país del
mundo) y 220.000 muertes anuales.
Así, la tasa de fertilidad es alta, 5,31
hijos/mujer, pero el índice de crecimiento vegetativo se limita al 2,55%. La
esperanza de vida es de sólo 52,05 años.
El narcotráfico es importante. Nigeria, por
otra parte, ha mantenido largas disputas con Camerún sobre la extensión de las
respectivas zonas fronterizas, disputas no del todo resueltas, y las mantiene
con ese mismo país y con Guinea Ecuatorial sobre límites de las aguas territoriales.
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