ARABIA SAUDITA Oriente Próximo
Los orígenes de lo que más tarde se llamaría
estado saudí o saudita, hay que buscarlos hacia 1750. Un gobernante local,
Muhammad ibn Saud, unió sus fuerzas con un reformador islámico, Al-Wahhab,
creador de la secta del wahabismo, caracterizada por la interpretación más
radical e intransigente de la doctrina sunní.
Durante los siguientes 150 años, la suerte de
la familia ibn Saud experimentó altibajos. En 1902 conquistó Riad, capital
ancestral de la dinastía. Tras la Primera Guerra Mundial, el levantamiento,
instigado por los británicos, contra los turcos, le valió la zona costera que
éstos ocupaban, con las ciudades santas de la Meca y Medina (aunque es de notar
que la guarnición turca de Medina continuaba resistiendo cuando se firmó el
armisticio).
Continuando sus conquistas frente a otras
tribus árabes, Abdelaziz ibn Saud se proclamó rey de Hedjaz el 8 de enero de
1926. El 29 de enero de 1927 tomó también el título de rey de Nedjed. El 20 de
mayo de 1927, el Reino Unido, potencia entonces dominante en la región,
reconoció la independencia del que recibió el nombre inicial de ‘reino de
Hedjaz y Nedjed’.
Hedjaz Nedjed Hedjaz&Nedjed |
En 1932, ambas regiones se unificaron como
Reino de Arabia Saudita. Pronto el país quedaría transformado por el descubrimiento
del petróleo en 1938.
ARABIA SAUDITA
Capital: Riad.
Forma de gobierno: Monarquía absoluta/
teocracia.
Reunificación: 23 de septiembre de 1932.
Superficie: 2.149.690 Km2 (14º).
Población: 26.534.504 hab.(46%) Densidad: 12,34
hab/Km2
PIB/cápita: 25.700$ (54º)
Miembro de: OPEP, Liga Árabe.
La población incluye 5.576.076 residentes sin
nacionalidad.
Ocupa el 80% de la península arábiga, con
fronteras no siempre bien definidas. La mitad del país está deshabitado por ser
un desierto con temperaturas extremas (sólo algo suavizadas en la costa) y
pocos oasis. Las ciudades de la Meca y Medina, con multitudinaria recepción de
peregrinos, son importantes, estando tajante y absolutamente prohibida la
entrada en ellas a cualquier no musulmán.
Su principal puerto es Jeddah, en el mar
Rojo, próximo a la Meca.
Es una monarquía absoluta y teocrática, un
estado feudal en el cual la dinastía de los ibn Saud gobierna concentrando toda
la autoridad. El Corán es la Constitución del país, que por supuesto se rige
por la ley islámica o Sharía. No existen partidos políticos ni elecciones
(salvo las municipales celebradas por primera vez en 2005).
El rey, aun siendo absoluto, debe de hecho
mantener un consenso con otros miembros de la familia real, con los líderes
religiosos (ulemas) y algunos importantes miembros de la sociedad.
La ideología del estado es el salafismo, que
pretende la extensión del Islam a todo el planeta y por ello promueve sin
cesar, con inagotables fondos provenientes del petróleo, la construcción, en
todos los continentes, de mezquitas y escuelas coránicas (medersas).
Los tribunales (siempre religiosos) son
igualmente de designación del monarca, que actúa como Tribunal de Apelación y
se reserva el derecho de otorgar perdón. Los tribunales saudíes imponen, aparte
de la pena capital, penas corporales, incluyendo amputaciones. El gobierno
rechazó tajantemente en 2002 la condena del Tribunal de la ONU contra la
tortura.
Las mujeres no pueden salir de casa sin
autorización ni conducir, ni tampoco subir a los transportes públicos sin ir
acompañadas de algún hombre de la familia, exceptuándose el avión (vaya usted a
saber por qué). A las horas del rezo se cierran las tiendas y se suspenden los
programas de TV (salvo en los grandes hoteles). El alcohol y el cerdo son
ilegales. El teatro y el cine están prohibidos. El ayuno del Ramadán es también
obligatorio para no musulmanes que estén o residan en el país, so pena de expulsión
inmediata.
Ni que decir tiene que la economía está
basada en el petróleo; las reservas eran en 2003 el 24% de las conocidas. Los
pozos están cerca de la orilla del Golfo Pérsico. Es el primer exportador,
representando el crudo el 75% de los ingresos presupuestados.
El desempleo es alto: 28,2%.Actualmente, más del 95% de la población es
sedentaria y tiene una tasa de fertilidad de 2,26 hijos/mujer. Las
concentraciones urbanas son importantes (Riad cuenta con más de 7 millones de
habitantes), y el deterioro ecológico debido al petróleo, grave. La esperanza de vida es de 74,35 años, y la
alfabetización, del 86,6%.
La mera descripción del país resultaría
incompleta sin algunas consideraciones (aun sucintas) sobre el momento político
actual.
Existe algo turbio en las relaciones entre
Arabia Saudita y los EE.UU. Relaciones que comenzaron con el encuentro que tuvo
lugar en la primavera de 1945 entre el presidente Roosevelt y el rey Ibn Saud,
en el que se llegó a un entendimiento: petróleo barato para los EE.UU., y
protección y amistad por parte de éstos para el estado árabe. Desde ese
momento, la tradicional influencia británica comenzó a declinar en favor de la
americana. Arabia Saudita pasó a ser un ‘estado amigo’ dentro del mundo árabe.
Sin embargo, algo no estaba tan claro. Para
empezar, el petróleo no siempre fue tan barato; Arabia Saudita siempre ha sido
el principal defensor en la OPEP del sistema de reducir producción para subir
los precios. Pese a ello, un 20% del petróleo importado por los EE.UU. procede
de ese país. La amistad llegó ciertamente a manifestarse, en tiempos de la
amenaza de Sadam Hussein, en el hecho insólito de que los americanos
establecieran instalaciones militares en Arabia Saudita, y en el no menos
insólito de que un Estado como ése las admitiera.
Pero, poco a poco, se ha ido percatando un
sector de la opinión americana de lo contradictorio entre los principios que su
país aduce defender, y el carácter, no sólo teocrático, sino inmundamente
contrario a los derechos humanos que el régimen saudita, como se ha visto,
presenta.
Más aún, el hecho de que 11 de los 15
implicados en los atentados del 11 de septiembre procedieran de Arabia Saudita,
llevó a pensar en la posible relación de al menos algunas de las mezquitas tan
generosamente construidas y dotadas por el país en cuestión en todas partes,
con el nacimiento y desarrollo de focos radicales, potencialmente terroristas.
El paso siguiente fue preguntarse si Arabia
Saudita, tan pródiga en financiar a Al-Qaeda en los primeros tiempos, no habría
sido, ocultamente, pródiga en seguir financiando después a la siniestra
organización. Se ha señalado asimismo que, si se invadió Afganistán porque los
talibanes resultaron ser unos fanáticos peligrosos, también los sauditas lo
son, aunque, eso sí, mejor presentados.
En todo caso, también Arabia Saudita tiene
sus quejas y temores. Políticos americanos han declarado, por supuesto no
oficialmente, que lo peor para ellos no sería un derrocamiento rápido del
régimen saudita (pues, caso de haberlo, los sucesores seguirían vendiendo
petróleo, ya que no tienen otra cosa), sino una situación de inestabilidad con
huelgas y sabotajes persistentes que perjudicaran la producción.
Pero los gobernantes sauditas sí temen ante
todo el golpe que derribe el sistema. Una princesa de la Casa Real saudí se
soltó el pelo (valga la expresión) y publicó, naturalmente en el extranjero, un
libro lleno de indiscreciones; por ejemplo, que todo personaje importante de la
Familia tiene permanentemente preparado un jet (se supone que también fondos
líquidos o fácilmente liquidables) para salir volando, nunca mejor dicho, si
las cosas se pusieren mal.
Para decirlo claro: a quien temen los
gobernantes del país es a la minoría chiíta (que haberla, haila, y ya ha
protagonizado incidentes de no poca monta en la mismísima Meca). Por eso se
ponen nerviosos cuando los chiítas (siempre potencialmente apoyados por Irán)
levantan cabeza en alguno de los estados ‘vasallos’.
Y eso es precisamente lo que ha ocurrido en
2012 en Bahrein, aunque la prensa y la opinión internacionales estaban mucho
más atentos a Túnez y a Egipto. La población, mayoritariamente chiíta, se alzó
contra el rey, el gobierno y la policía (todos sunnitas) pidiendo una monarquía
parlamentaria, y algunos la república.
El presidente Obama se mostró vacilante y
acabó quedando mal con todos; tomadas las medidas para proteger la base donde
se encuentra el Cuartel General de la V Flota, terminó por preconizar ‘una
reforma limitada’. Los sauditas, sin pensárselo más, intervinieron militarmente
en favor del rey sunní, y la cuestión acabó allí. Por el momento, y dejando mal
sabor de boca a unos y otros.
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