jueves, 10 de noviembre de 2016

PAÍSES BAJOS / HOLANDA


PAISES BAJOS / HOLANDA       Europa Occidental

Esta entrada exige varias aclaraciones terminológicas previas para evitar despistes y desconciertos. Veámoslas.

En realidad, los Países Bajos (Nederland) a que nos vamos a referir, son, desde la reestructuración llevada a cabo en 2010, uno de los países constituyentes del Reino de los Países Bajos; eso sí, la parte fundamental, sede oficial de la monarquía y donde se ubica la organización y administración del Reino. Las otras tres partes, de las que ya hemos hablado en otra entrada, se ubican en el Caribe (Ver entrada ‘Antillas neerlandesas’).

Segundo punto: dado que Holanda es la zona más poblada e históricamente más importante de los Países Bajos, es muy frecuente utilizar las dos denominaciones como sinónimos. Hoy la RAE lo permite, siempre que se trate de lenguaje coloquial y no oficial. Y así lo haremos también, jugando igualmente con los vocablos ‘holandés’ y ‘neerlandés’.

Más difícil todavía. En la síntesis histórica y para fechas anteriores a 1579, lo razonable es referirse a un territorio más amplio (y bilingüe), que vendría a coincidir, en términos relativos, con el actual Benelux. Lo llamaremos como de hecho se le llamó en la época: Flandes. No olvidar que hoy se entiende por ese término sólo una parte de la nación belga (Ver entrada ‘Bélgica’).

Y ahora ya podemos entrar en materia.

Los Países Bajos se hallan en la fachada atlántica de Europa, limitando al N y O con el mar del Norte, al S con Bélgica y al E con Alemania. El país constituye una de las zonas más densamente pobladas del mundo y uno de los estados con mayor índice de desarrollo humano.

Como su mismo nombre indica, el territorio está formado por tierras bajas, de las que, aproximadamente, una cuarta parte están situadas al nivel del mar o por debajo de éste (altura mínima: - 7m s.n.m.). Ya iremos viendo las consecuencias de tal peculiaridad.


Capital: Amsterdam/ La Haya
Superficie: 41.543 Km2 (134º)
Población: 17.016. 967 hab (67º)
Densidad: 410 hab/Km2
PIB per cápita: 49.200$ (25º)
Miembro de: UE, OTAN, OCDE. Benelux

Los romanos fueron los primeros en fundar ciudades en la parte sur de lo que vamos a llamar Flandes (provincia de Germania Inferior). Sus habitantes, los bátavos, fueron a menudo auxiliares de la caballería romana. La parte norte, donde vivían los frisios, fue fuertemente influenciada por la cultura de Roma.

Tras el periodo confuso de las invasiones y la formación del Imperio carolingio (cuyo centro principal se hallaba en Aquisgrán, muy cerca de esta zona), cuando dicho Imperio se fragmenta en 843, la mayor parte de los territorios flamencos quedarán teóricamente integrados en el Imperio Romano Germánico heredero de aquél, aunque Francia intentó siempre incorporarlos sin éxito.

Van der Weyden
En la práctica, debido a la creciente independencia de las ciudades, los gobernantes locales se sentían poco obligados a obedecer al Emperador.

El primer intento de una cierta unificación de Flandes tuvo lugar entre 1384 y 1477, en el marco de los dominios del Ducado de Borgoña. Los duques borgoñones, teóricamente vasallos del rey de Francia, estuvieron a punto de constituir un estado, que integraría también a Flandes, y que, de cuajar, hubiera transformado el mapa de Europa.

Pero al morir el duque Carlos el Temerario en 1477 en la batalla de Nancy, todos sus territorios estuvieron a punto de ser engullidos por Luis XI de Francia. Se salvaron algunos (principalmente Flandes) gracias a que la heredera de Carlos, María de Borgoña, estaba casada con el emperador Maximiliano, y eso era un hueso demasiado grande para Luis XI.

Maximiliano y María eran los abuelos paternos de Carlos I de España y V de Alemania. Sus abuelos maternos eran los Reyes Católicos. De ahí nace la vinculación política de Flandes con España, porque económica  ya antes la había.

Sería imperdonable seguir adelante sin hacer una pausa para destacar el papel de Flandes en la segunda parte de la Edad Media, una vez reparados los terribles daños ocasionados en esa zona por los ataques vikingos.

Van Eyck
Fue uno de los dos grandes focos económicos de la Europa medieval (el otro era Italia), ligado principalmente a la industria textil de lujo. Ése es el origen de la vinculación con España, concretamente con Castilla. Las preciadas lanas de las merinas mesteñas iban a parar a los telares flamencos, pero luego de ahí venían, como a muchos otros lugares de Europa, los preciados paños para quien podía pagarlos.

Y con los paños venían también las influencias culturales y artísticas. No hay más que examinar la pintura castellana del siglo XV para comprobarlo.


Memling


Hablando de ese tema, algún ignaro ha llegado a decir que la pintura flamenca del XV y la italiana del mismo siglo son las dos grandes escuelas pictóricas del Renacimiento, lo cual es un disparate. El Quattrocento italiano supone el comienzo de una etapa nueva. La pintura flamenca es el florón que culmina y acaba la etapa que se va. 


Van Eyck

Su realismo, colorido, detallismo, atención a las texturas (muy propia de un país textil) y falta de movimiento se observan en los numerosos grandes maestros: Van Eyck, Van der Weyden, Memmling, Dierk Boutts y otros, dejando aparte a El Bosco, un poco más tardío, tan revalorizado en nuestro siglo y que va a su aire.

Brueghel
Es precisamente la llegada en el XVI de la influencia italiana lo que determina, con excepción de la figura de Brueghel, una baja de calidad que se subsanará en el XVII, ya con dos escuelas plenamente diferenciadas.

Volviendo al hilo del relato, en 1495 el hijo de Maximiliano y María es intitulado señor de las tierras de Flandes. Se trata de Felipe el Hermoso (a juzgar por los retratos, no se sabe muy bien por qué lo llamaban así), casado con la hija y heredera de los Reyes Católicos, Juana la Loca (se sabe muy bien por qué la llamaban así). En 1500 nace en Gante un hijo del matrimonio, Carlos, futuro rey de España y emperador de Alemania.

Resumiendo una complicada historia, Felipe y Juana se presentan en Castilla, dejando al retoño en Flandes, Felipe muere al poco, probablemente de neumonía.

Juana ha de ser recluida (lo que ya figuraba en el guión de su marido), y se salva el hiato a base de regencias, hasta que en 1517 aparece el heredero Carlos, ya mayor de edad y sin saber hablar más que flamenco. Es el César Carlos, pronto coronado Emperador del Sacro Imperio.

Carlos V madurará, se desprenderá de los rapaces consejeros con que vino a España, tan rapaces e impresentables como los que trajo en su día su papá, y será una figura gloriosa a nivel europeo.

Pero lo que nos interesa destacar aquí es que nunca tuvo problemas con sus súbditos flamencos, que lo consideraban uno de los suyos. No será lo mismo con su hijo.

Al final de su vida, al abdicar en 1556, consideró necesario dividir sus extensos dominios.

A su hermano Fernando, por cierto educado en España y al que hemos encontrado en la entrada anterior como Rey de Hungría, le dejó, con el título imperial, las posesiones de los Habsburgo en Centroeuropa; pero segregó Flandes, que pasó con los dominios de la Corona de España (incluyendo los americanos) a su hijo Felipe, educado en España y que se sentía español.

Ya tenemos los antecedentes de la división que ha llegado hasta nuestros días: los flamencos ven en Felipe II a un extranjero, consideran cualquier nombramiento o cualquier medida, por muy razonable que parezca, como una intromisión en sus libertades; por si esto fuera poco, estalla por entonces la sublevación de los protestantes de la segunda oleada, la calvinista, mucho más radical que la primera, se cometen desmanes y profanaciones. 

Súmese la rigidez del rey español (‘prefiero perder mis dominios a reinar sobre herejes’) y los intereses de potencias enemigas: los rebeldes, dirigidos al principio por Guillermo de Orange, contarán con el apoyo de Inglaterra, de los luteranos alemanes vecinos y más subrepticiamente de Francia.

La rebelión estalla en 1568, un poco por todas partes, pero no en todas partes (Bruselas, por ejemplo, nunca dará problemas a las fuerzas españolas). Prácticamente no hay batallas campales, sino largos asedios de ciudades y en algunas zonas, como Zelanda, guerrillas.

Ya en 1579 siete provincias rebeldes se unieron en la Unión de Utrecht, germen de la futura Holanda. Se trata de Frisia, Groninga, Güeldres, Holanda, Overijseel, Utrecht y Zelanda; añádase Drenthe, que no fue provincia, pues por su pobreza no podía pagar las tasas federales.

En el último decenio del siglo, los éxitos militares y políticos de Alejandro Farnesio, al mando de las tropas españolas, le permitirán constituir la Unión de Arras, germen de la futura Bélgica.

La guerra será larga; durará de 1568 a 1648, con una tregua entre 1609 y 1621; entonces se entremezclará con la guerra europea de los Treinta Años, comenzada en 1618. Es en la Paz de Westfalia de 1648, que terminará con esta guerra, cuando España reconoce también la independencia de las ahora llamadas Provincias Unidas, que se las arreglaron para quedarse asimismo con la mitad septentrional de Brabante.

Por supuesto, ya antes de ese reconocimiento las Provincias Unidas actuaban de facto como un estado, y comenzaron a formar un imperio colonial con el mismo modelo que los ingleses, el colonialismo capitalista empresarial, utilizando como instrumento, mucho antes de que el estado interviniese directamente, a la Compañía de las Indias Orientales.

El disperso y poco defendible Imperio portugués se convirtió en blanco perfecto para las ansias expansionistas neerlandesas: Amboyna (en las Molucas) 1605, Malaca 1641, Ceilán 1658. 

Aunque algunas posesiones acabarían en manos inglesas, a finales del XVII se pueden considerar constituidas las llamadas Indias neerlandesas, hasta su independencia con el nombre de Indonesia en 1948. Fueron los únicos europeos autorizados a comerciar en Japón, desde su base en una isla próxima a Nagasaki, hasta 1853.

Tuvieron fracasos, como Formosa (Taiwan), Noreste de Brasil, Angola o Nueva Amsterdam (1625), que acabó en manos británicas y que no era sino la isla de Manhattan. También perdieron la rica colonia de El Cabo en 1806, pero fue en cierto modo la madre de los estados bóers del interior, y éstos del partido afrikaaner que se hizo con el poder en África del Sur en 1948.

En el Caribe se hicieron con la Guayana holandesa, que se independizó como Suriname en 1975, y con seis islas que conservan, reestructuradas, como ya se indicó, en 2010.

Las Provincias Unidas tuvieron también problemas en Europa después de 1648, y esta vez no con España. Sostuvieron tres guerras marítimas con los ingleses entre 1652 y 1674 por el control de las rutas de navegación, sin llegar a un resultado concluyente.

Sufrieron en 1672 la invasión de Francia, en el marco de la política agresiva e imperialista de Luis XIV, viéndose incluso obligados a romper una serie de diques para detener el avance enemigo, pero salieron del paso sin sufrir ninguna pérdida territorial en la Paz de Nimega de 1678.

Su sistema político tuvo en general un cierto carácter mixto. Desde 1579 aparece la figura del estatúder (literalmente ‘lugarteniente'), que tenía antecedentes en algunas provincias septentrionales. Era el titular del poder ejecutivo, incluyendo el mando militar, aunque siempre bajo la estrecha vigilancia de los Estados Generales, compuestos a su vez por representantes de los Estados provinciales. 

Sólo en los periodos 1650-1672 y 1702-1748 se careció de esa magistratura, siendo el estado una república pura. En todo caso fue la burguesía mercantil la clase social absolutamente predominante.

El cargo de estatúder estuvo de hecho vinculado siempre a la familia Orange- Nassau. Uno de ellos, Guillermo III fue también rey de Inglaterra de 1689 a 1702, a raíz de su matrimonio con María II, pero conservando título y cargo durante su larga viudedad.

A pesar del predominante calvinismo militante, se llega a una relativa tolerancia, determinada también por el hecho de que el número de católicos sigue siendo elevado (se calcula un 45% para Utrecht hacia 1650). 

Esa tolerancia consiste en permitir el culto, incluso colectivo, siempre que no aparezca a la vista la menor manifestación exterior. El visitante de la Amsterdam de hoy puede encontrar curiosas manifestaciones de este sistema, como una amplia iglesia católica disimulada tras varias fachadas aparentemente civiles.

Frans Hals
No podemos dejar esta época sin una referencia a la brillante escuela de pintura que produjo Holanda. 

Escasamente influida por el Barroco imperante, muestra cuadros para una clase burguesa, cuadros que decorarán residencias y entidades corporativas, no iglesias ni palacios. Los mecenas son escasos, y el pintor ha de lanzarse al mercado en busca de encargos y clientes.

Rembrandt
El número de artistas es sumamente elevado, con nivel de calidad alto y clara tendencia a la especialización. Escasean los temas religiosos (cuando aparecen, suelen ser bíblicos); también son infrecuentes los mitológicos o alegóricos y los de temática histórica.

Van de Velde
Por el contrario, predomina el retrato, individual o de grupo, las muy variadas escenas de género y el paisaje, del que los neerlandeses de este siglo se pueden considerar inventores, con grandes logros en los aspectos atmosféricos. En una sociedad como ésa, tampoco podían faltar los bodegones.

Claesz
Toda selección de nombres ha de resultar incompleta. Citaremos sólo a Frans Hals, Rembrandt, Vermeer, de Hooch, van de Velde y los dos Ruysdael, tío y sobrino.
Vermeer


Las provincias del sur siguen durante todo el siglo dependiendo de España, con algunas mordidas debidas a los apetitos desordenados de Luis XIV. 

Por eso hay en el extremo norte de Francia un departamento que se llama Flandes (en el que se halla Dunkerque, nombre que a casi todo el mundo le suena).

Rubens
En ese Flandes español, cuyos Estados se reúnen en Bruselas, florecerá asimismo una escuela de pintura, ésta sí plenamente barroca, cuyas cabezas son Rubens, Jordaens y van Dyck.

En 1714, por el Tratado de Rastatt, pasan a depender del Imperio Austriaco.

Pasando por encima con un elegante salto los 20 años de ocupación francesa, con sus dos periodos, revolucionario y napoleónico, nos situamos en el Congreso de Viena, que procede en 1815 a remodelar otra vez Europa, con las mismas intenciones de permanencia que son costumbre en estos cónclaves. A partir de ahora dejamos de hablar de Flandes.


El Congreso, por iniciativa inglesa, crea el Reino Unido de los Países Bajos, uniendo en él las Provincias Unidas y el Flandes del Sur, además de Luxemburgo. Será monarca Guillermo I, naturalmente de la Casa de Orange- Nassau, la cual ha seguido reinando hasta nuestros días.

A los habitantes del Sur (hoy los llamamos belgas) no se les consultó, y no quedaron felices con la anexión. En 1830, aprovechando la oleada revolucionaria iniciada en París, se sublevaron y separaron, formando el Reino de los Belgas.

Los neerlandeses no intervinieron militarmente, pero se quedaron con la Provincia de Limburgo, esa especie de apéndice que le sale al país por el sur y que, por su geografía, historia y aspecto de sus ciudades, parece completamente belga. 

Por cierto, su capital es Maastricht, que a todo el mundo le suena por la relación del Tratado de su nombre con la consolidación de la Unión Europea.

A Guillermo I le sucedieron Guillermo II y Guillermo III. Cuando éste murió en 1890, le correspondió el trono a su hija Guillermina, la cual se mantuvo en él nada menos que hasta 1948. Esa accesión determinó la separación de Luxemburgo, donde regía la ley sálica.

Los Países Bajos comenzaron e emitir sellos postales en 1852.

Durante el siglo XIX el país tardó en industrializarse en comparación con Alemania o Francia.

Holanda permaneció neutral durante la Primera Guerra Mundial, aunque los alimentos escasearon y fue preciso implantar el racionamiento. Allí se estableció el Kaiser Guillermo tras la derrota y vivió tranquilamente hasta 1941.

La Gran Depresión de 1929 tuvo efectos muy negativos para la economía neerlandesa. Como el gobierno se negó a cambiar su política económica y a abandonar el patrón oro, los Países Bajos tardaron más tiempo en recuperarse de la crisis que otras naciones europeas.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, declararon su neutralidad una vez más. No obstante, el 10 de mayo de 1940 los alemanes, con el objetivo de tomar por la retaguardia la Línea Maginot, cosa que consiguieron, lanzaron un ataque contra Holanda y Bélgica y conquistaron ambos países en poco tiempo. 

Los daños más graves los sufrió Rotterdam, la segunda ciudad en importancia del país. La familia real huyó al Reino Unido, aunque algunos de sus miembros pasaron la guerra en Canadá. 

Durante la ocupación no hubo resistencia digna de mencionar; tampoco creación, a diferencia de otros países ocupados, de organizaciones de auxilio a la población judía. Quizá para compensar esto se airearía después tanto la patética figura de la pobre Anna Frank. Lo que sí hubo fue hambruna, especialmente durante el invierno 1944-1945.

Después de la guerra, la economía holandesa prosperó y el país fue miembro fundador en 1951 de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), la cual desembocaría en la fundación de la Comunidad Económica Europea.

Ya antes, en 1944, Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo habían comenzado una cooperación aduanera bajo el nombre de Benelux, menos importante hoy, en los tiempos de la UE, pero debiendo recordarse que la cooperación entre los tres estados del Benelux es aún más estrecha que la existente entre los miembros de la Unión.

Los Países Bajos constituyen pues hoy una monarquía constitucional parlamentaria. Si bien la capital, a casi todos los efectos, es Amsterdam, de acuerdo con la tradición es La Haya la capital política.

Están formados por 12 provincias, ya que la de Holanda ha sido dividida en dos y se ha constituido una nueva (Flevoland) en los pólderes obtenidos en el antiguo Zuiderzee, de que ya hablaremos. 



Desde 2010 forman también parte del estado, como municipalidades especiales, tres islas del Caribe: Bonaire, San Eustaquio y Saba.

El legislativo, los Estados Generales, es bicameral. La Cámara Alta (75 miembros) es elegida por los Estados Provinciales. La Baja (150 miembros), directamente por un sistema proporcional. Desde 2010 gobierna el VVD (Partido Popular).

A la muerte de Guillermina comenzó el no menos largo reinado de Juliana (1948- 1980). La Reina, poco amiga del protocolo, resultó ser un poco gafe. Siendo princesa heredera, su matrimonio con el alemán Bernardo de Lippe, cuando ya se perfilaba la Segunda Guerra Mundial, hizo fruncir no pocos ceños. Los temores resultaron infundados, pero los problemas vendrían más tarde.

La última hija nació casi ciega, a raíz de lo cual su madre cayó bajo la influencia de una extraña curandera, Greet Hofmans, a la que se ha llamado la ‘Rasputín holandesa’. La crisis, en 1956, sólo superada in extremis, fue muy grave, pues se estuvo al borde del divorcio y se consideró el derrocamiento de la desquiciada reina.

En 1963, la princesa Irene se convierte en secreto al catolicismo y se casa sin permiso con Carlos Hugo de Borbón- Parma, pretendiente carlista al trono nada menos que de la vieja y no olvidada España. Atizados por la prensa, los protestantes rechinan, y llega a ser una posibilidad la abdicación real.

Y la saga continúa. En 1965 se anuncia el compromiso de la princesa Beatriz, heredera del trono, con el diplomático alemán Klaus von Amsberg, que había pertenecido en su juventud a la Wehrmacht y ¡horror! a las Hitlerjugend.. Escándalo, disturbios el día de la boda, con lanzamiento de bomba de humo a la carroza nupcial, y consiguiente enfrentamiento con la policía.

Pero faltaba lo más granado. En 1976 se supo que el príncipe consorte, Bernardo, que ocupaba altos cargos militares, había aceptado de la firma Lockheed un soborno de más de un millón de dólares para que influyera en la compra de aviones de combate. 

No se atrevieron a procesarle, pero le hicieron de todo: prohibición de usar el uniforme, destitución de todos sus cargos, dimisión impuesta de Consejos de Administración de empresas e instituciones varias.

En 1980 Juliana abdicó en su hija Beatriz. En la investidura de ésta y para no romper con lo que iba ya siendo una especie de tradición, hubo protestas por la escasez de viviendas y contra la monarquía en general, con choques muy violentos con las fuerzas de seguridad. A esta tradición de motines aludiremos después.

Beatriz asumió el papel real con mayor formalidad y profesionalidad que su madre. No se pronunció políticamente en temas nacionales, pero destacó su labor en las relaciones internacionales. Abdicó en 2013 en su hijo Guillermo Alejandro (nacido en 1967).

A éste, primer varón en el trono desde 1890 (y tiene como herederas a tres hijas) también le amargaron la fiesta en su día sus entonces futuros súbditos. Casó en 2002 con la argentina Máxima Zorreguieta. 

Aparte de las protestas de los sectores radicales calvinistas (que haberlos, haylos) por la religión de la novia, resultó que el padre había sido miembro civil del régimen del general Videla. El gobierno holandés le pidió que no asistiera a la boda.



Dejemos estos asuntos y ocupémonos de la naturaleza, más clemente que los hombres, aunque nadie lo diría en el caso de Holanda.

El nombre del país, Nederlanden (‘Tierras bajas’) se debe a que una parte del oeste y norte del territorio se encuentra por debajo del nivel del mar. Y el resto no es que se eleve mucho: elevación media del país: 30m; altura máxima: 322m

Un complejo sistema de gruesos diques de tierra y de drenajes, cuya construcción se inició en época medieval, ha permitido incrementar la superficie en más de un 20%. 

En otro caso la mitad de los Países Bajos sería inundada por el mar y por los numerosos ríos que cruzan su territorio, como es el caso del Rin, que desemboca en Rotterdam, lo que ha hecho de esta ciudad el puerto de mayor tráfico de Europa. Citaremos el Waal (en realidad un brazo del Rin), el Mosa y, en parte limitándola por el sur, el Escalda.

Con esas características geográficas no es de extrañar que la parte baja del país esté surcada por innumerables canales provistos de puentes levadizos, los cuales pueden ser de muy diferentes tamaños y anchuras, como se observa en las fotos adjuntas. 

Pero, con frecuencia, esa red está enmarcada por paisajes idílicos y floridos, que constituyen uno de los encantos de una nación que, aunque pueda parecer contradictorio, cuenta con una muy elevada densidad de población.

La tierra agrícola ocupa el 55,1% del territorio. Un 10.8% del resto se halla cubierto de bosques. 

No podemos detenernos más que en los dos episodios fundamentales que cierran y completan la lucha continua contra el agua.

En la época romana, el lago Flevus, separado del mar por dunas, pero comunicado con él, ocupaba gran parte de la zona. Entre 838 y 1287, a consecuencia de una serie de inundaciones catastróficas, el proceso de conversión en una penetración marina, el Zuiderzee, se completó. 



Las aguas dulces se convirtieron en salobres y el antiguo lago pasó a ser un golfo o mar interior, centro de relaciones comerciales marítimas y de abundante pesca.

Sin embargo, las inundaciones seguían siendo frecuentes y peligrosas. En 1953 se produjo la tormenta, combinada con altas mareas, más destructiva en 500 años. Se rompieron más de 30 diques y dunas de protección, muchas ciudades y pueblos fueron sumergidos por olas de varios metros.

Se decidió actuar con decisión y rapidez atacando la raíz del problema: se trataba de cerrar la penetración marina con un gran dique.

Éste, una gran obra de ingeniería (piénsese en la fuerza de las mareas) se terminó en 1932. Tiene 30 Km de largo (con apoyo en una pequeña isla intermedia) y 90 m de ancho, siendo recorrido por una autopista. 

Después, entre 1930 y 1968, se crearon los pólderes del Noreste y los dos de Flevoland. Estos dos últimos constituyen hoy la duodécima provincia de los Países Bajos.

Las partes que permanecen y permanecerán inundadas, separadas por una carretera, se llaman hoy Markenmeer y IJsselmeer, dedicadas a deportes acuáticos. Naturalmente, se mantienen en el dique comunicaciones con el mar y esclusas, debidamente controladas.

Sin embargo, aún quedaba una segunda fase, más larga, difícil y costosa: el Plan Delta, consistente en cerrar con diques (13 en total) las islas que componen el delta del Escalda, en el extremo SO del país.

Las obras se iniciaron en 1958 y se concluyeron en 1997. Costaron casi el equivalente a 5.000 millones de euros.

El dique de mayor longitud, el Oosterscheldkering, se convirtió en la barrera más larga del mundo contra aumentos de nivel provocados por tormentas, con una longitud total de 3 Km y formado por 65 pilares de hormigón prefabricado, con 62 compuertas de acero instaladas entre ellos. 

Por su parte, el Maeslantkering es la única barrera con piezas movibles grandes; los dos portalones miden 240 m de largo.

Con todo lo antedicho, resulta lógico que los holandeses gocen del merecido prestigio de ser los maestros mundiales en la lucha contra el agua, lo que no es de despreciar en una época de cambio climático que trae consigo la elevación del nivel de las aguas marinas y tormentas torrenciales.

El clima es templado oceánico, con veranos frescos e inviernos suaves.

Es la 6ª economía de la UE, con un persistente superávit en la balanza comercial, relaciones industriales estables y paro moderado (6,9%).

Un sector agrícola altamente industrializado emplea sólo un 1,8% de la fuerza laboral, pero proporciona amplios rendimientos para la industria de transformación alimentaria y fundamenta el status del país como el 2º exportador mundial de productos agrícolas. 

Todo hay que decirlo: los sofisticados y tecnologizados huertos holandeses producen frutos de precioso aspecto, que se exportan muy bien a los países circundantes, pero no saben a nada; parecen más adecuados para pintar bodegones que para hincarles el diente.

Como las flores no se comen, aquí el problema desaparece. Los holandeses aman las flores, que aparecen por doquier y también en las partidas exportadoras. 

El caso paradigmático es el tulipán, de origen turco, pero llegado en el siglo XVII, produciendo sus bulbos, en 1636- 1637, una burbuja económica de mucho cuidado que arruinó a más de uno. Hoy, olvidado aquello, los campos de tulipanes (floridos entre mediados de marzo y comienzos de mayo) constituyen uno de los estereotipos del país.

Es importante la ganadería, sobre todo bovina, y los productos lácteos.

En lo referente a la industria, muy diversificada, destacaremos, aparte de la alimentaria, la de maquinaria y equipo eléctrico y microelectrónico, así como química y petroquímica.
Holanda produce y exporta algo de petróleo.

Dicho sea de paso, Rotterdam es el mayor puerto de contenedores del mundo.

El gobierno de Mark Rutte, desde 2010 en el poder, ha introducido medidas de austeridad para mejorar las finanzas públicas y establecido reformas estructurales en áreas clave. 

Como resultado, el déficit presupuestario ha caído a finales de 2015 hasta el 2% del PIB. Éste aumentó un 1% en 2014 y un 1,9% en 2015.

Obtiene la energía en un 83,7% de fuentes no renovables; nuclear, 1,6%; hidroeléctrica, 0,1%; otras fuentes renovables, 14,5%.

Los neerlandeses constituyen el 78,6% de la población. Otros grupos significativos: procedentes de la UE: 5,8%; turcos: 2,4%; indonesios: 2,2%; marroquíes: 2,2%.

El neerlandés, del grupo germánico, es la lengua oficial, pero al norte, en Frisia, coexiste con el frisio, lengua cooficial. El 70% de la población tiene un conocimiento alto del inglés; entre el 55 y el 59% sabe hablar el alemán.

El grado de urbanización es muy alto: 90,5%. En la zona denominada Randstad, que se extiende por las dos Holandas, Utrecht y Flevoland, se aprecia una conurbación que comprende el 40% de la población total.



En cuanto a la religión: católicos: 28%; protestantes: 19%; musulmanes: 5%; ninguna: 42%
.
El índice de crecimiento es del 0,4% anual, que corresponde a una tasa de fertilidad de 1,8 hijos/mujer, pero hay que contar la inmigración. La edad media materna al tiempo del primer nacimiento es 29,4 años. La esperanza de vida, 81,3 años. 

Los gastos de sanidad figuran entre los más altos del mundo: 10,9% del PIB.

Hay otros aspectos del país más resbaladizos y discutibles. Los gobiernos de la época, partiendo de una hiperinflación de los derechos individuales, toleraron en 1966 la aparición de los movimientos anarquizantes y violentos denominados ‘provos’, algunas de cuyas actuaciones, y consiguientes enfrentamientos con las fuerzas de seguridad ya hemos reseñado.



Simultáneamente se permitió que grupos de marginales acamparan durante 24 horas al día en centros urbanos cruciales de Amsterdam, ante la pasividad de la policía, ofreciendo un penoso espectáculo de mugre y suciedad. Los llamados ‘ocupas’ actuaban por doquier, también en un ambiente de tolerancia; en zonas céntricas y visitadas de la capital y otras ciudades proliferaron los establecimientos relacionados con la pornografía dura.

Muchos de estos abusos se han corregido desde 2010, pero durante el último cuarto del pasado siglo se llegó más allá. En un texto holandés ‘políticamente correcto’ se lee que ‘el Estado se caracteriza política y socialmente por reformar instituciones como la familia y permitir con ello la entrada de nuevas formas de convivencia social tales como el matrimonio del mismo sexo, la transexualidad, la eutanasia y el uso de drogas recreativas’.

El párrafo anterior se concreta y explicita en la despenalización y regulación de la eutanasia (1993- 2002), la institucionalización del matrimonio homosexual (primer país,2001), la creación de una cátedra de Transexualidad en la Universidad de Amsterdam (1988), la autorización del uso del cannabis y una serie de medidas muy comprensivas y muy caras para la administración de heroína sintética a los contumaces, que no ha hecho felices a los gobiernos de los estados vecinos, los cuales ven a Holanda como meta de un tipo de turismo muy especial.

En otro orden de cosas, se observa en los Países Bajos una cierta islamofobia bastante justificada, no sólo por el porcentaje de población musulmana (6%), sino por la consternación que causaron los dos asesinatos terroristas de personajes respetados, Pym Fortuin y Leo van Gogh, seguidos por numerosas amenazas.

Como consecuencia, Geert Wilders creó el Partido de la Libertad, que entró en el parlamento en las elecciones de 2010, y permitió a los liberales de derechas (VVD) y a los democristianos (CDA) formar un gobierno de coalición, pagando el precio, según los deseos de Wilders, de prohibir el burka y otros tipos de velo integral y reducir la entrada de inmigrantes en un 50%.

Los violentos incidentes de agosto de 2016, que pusieron en alerta a la sociedad y a las autoridades, entre turcos erdoganistas (es decir, integristas) y otros opuestos, no contribuyen ciertamente a suavizar el problema.

Pasando a otros temas menos resbaladizos, queremos señalar dos aspectos culturales.

Uno, que el interesado en Holanda ha de tener en cuenta que, aparte de los aspectos paisajísticos ya aludidos, la nación cuenta con un conjunto de núcleos urbanos notables desde el punto de vista histórico- artístico. No sólo se trata de Amsterdam, ciudad atractiva y de extraordinaria personalidad, sino de Delft, Utrecht, Alkmaar y bastantes más.

Van Gogh
Otro, que, ya que hemos mencionado la pintura flamenca del XV y holandesa del XVII, grave fallo sería no recordar a Vincent van Gogh, artista de difícil clasificación y de justificado aprecio en nuestros días (que no en los suyos). Merece el honor de contar en Amsterdam con un precioso museo dedicado a su obra.


En el siglo XX, merece una citación el complejo formado por Piet Mondrian , el grupo ‘De Stijl’ y el neoplasticismo, con interesantes aplicaciones en arquitectura.

Para terminar tan larga entrada, no hablaremos de zuecos, demasiado obsoletos, pero sí de otros dos estereotipos muy vigentes.

El primero es la bicicleta, pululante, omnipresente, mimada por las autoridades del tráfico, y también creadora de duelos y quebrantos para el automovilista y/o peatón extranjero no habituado a tal avalancha.  
Se pueden comparar en cierto sentido con las vacas sagradas de la India. Pienso que el mayor error de las autoridades de ocupación germanas fue confiscar en 1940 las bicicletas; los holandeses no lo han perdonado ni creo que lo perdonen.

El segundo son los molinos de viento. Inventados en Oriente e introducidos en Europa entre el XII y el XIII, no es que no los haya en otros países, pero en ningún sitio tantos. 

Y lo más notable no es su número, sino que están muy bien cuidados y no sólo exteriormente, puesto que pueden funcionar y se les pone en movimiento, con finalidades muy variadas: no sólo achicar agua y moler grano, sino también aserrar, mover batanes e incluso triturar y moler materiales para pinturas.

Si resulta impresionante por su número de molinos (19) el conjunto de Kinderdijk, Patrimonio de la Humanidad, quizá resulte sin embargo más recoleto, atractivo y didáctico el grupo de Zaanse Schans, no lejos de Amsterdam.



















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