EL CUERNO DE ÁFRICA
Es la región de África Oriental donde se une
el Mar Rojo con el Océano Índico, al Sur de la Península Arábiga. Se trata de
una de las zonas más pobres del mundo, donde el hambre es una amenaza
constante.
Está formada por los países de Eritrea,
Etiopía, Djibuti y Somalia. Región de gran inestabilidad política, económica y
social, con continuas guerras. Reviste particular interés para las potencias
europeas y EE.UU. por su localización estratégica, ruta obligada de barcos
petroleros y de mercancías.
Las llanuras de Somalia y Djibuti padecen una
aridez extrema y sequías frecuentes, pese a hallarse la región relativamente
cerca del Ecuador. Ello se debe a que los monzones tropicales que aportan
lluvias estacionales, soplan desde el Oeste, de manera que cuando llegan a
Djibuti o Somalia ya han perdido la mayor parte de su humedad. En cambio, el
Oeste y centro de Etiopía, así como el extremo meridional de Eritrea, se hallan más expuestos a los
mencionados vientos y reciben una mayor cantidad de lluvia.
El Cuerno de África cubre unos 2 millones de
Km2 y está habitado por más de 100 millones de personas. Dada su ubicación con
respecto a la falla del Gran Rift, la acción de las placas geológicas hará que
un día se separe del continente africano, como antaño ocurrió con Madagascar.
La pequeña isla de Socotora, en el Océano
Índico, forma parte de la región desde el punto de vista geológico, pero
políticamente pertenece al Yemen.
Por otra parte, el Cuerno de África ha sido
desde 2002 foco importante de atención para EE.UU. y diversos países europeos y
africanos en la llamada Guerra contra el Terrorismo, debido a la fuerte
implantación de grupos islámicos terroristas en diferentes partes de la región.
ERITREA
Capital: Asmara
Forma de gobierno: República unipartidista
Fecha de independencia (de Etiopía): 24 de
mayo de 1993
Superficie: 121.320 Km2 (98º)
Población: 4.669.638 hab (114º) Densidad: 37 hab/Km2
PIB/cápita: 700 $ (222º)
Miembro de: UA
Eritrea
limita al N y O con Sudán; al S con Etiopía y Djibuti, poseyendo una
extensa costa en el Mar Rojo.
Italia comenzó la colonización del territorio
en 1870, con la adquisición del puerto de Assab por una Compañía italiana a un
sultán local, lo que daría lugar a una colonia en 1890, la cual se mantendría
hasta la Segunda Guerra Mundial con las mismas fronteras que tiene Eritrea
actualmente.
Los italianos se preocuparon mucho por su desarrollo, desde la
agricultura hasta las industrias básicas, pasando por la infraestructura. La capital,
Asmara, fue teatro de un desarrollo arquitectónico (principalmente Art-Déco)
todavía hoy objeto de admiración. En 1940 había en Eritrea cerca de 100.000
colonos italianos. Los primeros sellos de la Eritrea italiana datan de 1893.
En 1941 fue conquistada por los ingleses, y
pasó a formar parte de la administración colonial británica.
Se emitieron
sellos para el periodo de Administración Militar primero (B.M.A.) y para el de
Administración Civil más tarde (B.A.).
En 1952 se federó con Etiopía bajo los
auspicios de la ONU, hasta que en 1962 la federación se disolvió al ser
relegada a una simple provincia. Este hecho dio lugar a una lucha por la
independencia de 30 años, que terminó en 1991 cuando los rebeldes eritreos
derrotaron a las fuerzas gubernamentales etíopes.
La independencia fue
abrumadoramente apoyada por referéndum en 1993.
Después, en 1998, estalló otra guerra por la
delimitación de fronteras que duró dos años y medio, terminando (por el
momento) con el envío de una misión de paz de la ONU. Sin embargo, hasta la
fecha ambos países no han llegado a un acuerdo sobre las zonas disputadas, lo
que se presta a nuevos conflictos en el futuro.
Una Asamblea, enteramente compuesta por
miembros del PFDJ (Frente Popular para la Democracia y la Justicia), gobierna
con carácter teóricamente provisional, pero en realidad permanente desde la
independencia, ya que las elecciones han venido siendo pospuestas
indefinidamente. En realidad se trata, pues, de un sistema de partido único,
cuyo hombre fuerte (Jefe del Estado y también del Gobierno) sigue siendo desde
1993 Isaías Afworki. El respeto por los derechos humanos brilla por su
ausencia.
No cabe olvidar que en 2009 la ONU impuso
sanciones a Eritrea acusándola de respaldar
a los insurgentes islamistas de Somalia. De la misma forma, los EE.UU.
la vigilan estrechamente, ante los temores de su apoyo a Al-Shabab, reconocida
como rama de Al-Qaeda en territorio somalí.
El 6 de octubre de 2012, dos capitanes de la
Fuerza Aérea, que se suponía pertenecían al círculo de confianza del dictador,
despegaron con el jet presidencial (único existente) y pidieron asilo en Arabia
Saudí; con ocasión de ello se han puesto de manifiesto los repetidos casos en
que deportistas eritreos en certámenes internacionales desertaban y pedían asilo político. El último ha sido el
seleccionado para llevar la enseña nacional en la apertura de los Juegos
Olímpicos de Londres.
En el N de Eritrea se encuentra una
prolongación del macizo etiópico con alturas que alcanzan los 2.600 m, y
grandes precipitaciones tropicales. La franja litoral cuenta con más de 1.000
Km de costa, aunque se adentra muy poco en el continente. Esta región es
calurosa y seca, con máximos estivales de 50ºC; sólo las zonas más altas del
Sur son más frescas que el resto de esta región. Los biomas predominantes son la sabana en el interior y el desierto en
la costa.
En lo referente a la economía, Eritrea se
enfrenta con los problemas de un país pequeño y desoladoramente pobre, sujeto
además a una política económica cada vez más restrictiva y estatalizadora.
El gobierno continúa confiando en diversos
proyectos de desarrollo de la minería, pero existe la hipoteca del alto
analfabetismo y de la falta de mano de obra debidamente cualificada, no menos
que de la ausencia de una voluntad real por parte del gobierno de sacar
adelante una economía de mercado.
Cerca de medio millón de los habitantes vive
en la capital. Existen hasta 9 etnias.
Tigriña, árabe e inglés se consideran lenguas
oficiales. Las lenguas habladas en Eritrea pertenecen, bien al grupo cusita,
bien al semita, bien al nilo-sahariano.
Hay dos religiones predominantes, el Islam
(sunnita) y el cristianismo, con predominio de la religión copta. El régimen ha
reconocido a estas dos y también a la Iglesia Católica y a la Evangélica
Luterana; con respecto a las demás, presenta un talante muy restrictivo.
La tasa de fecundidad es de 4,37 hijos/mujer.
En 2002, sólo el 28% de los partos fueron atendidos por personal sanitario con
la cualificación adecuada. El riesgo de enfermedades infecciosas es alto; el
gasto per cápita en salud, bajo.
La esperanza de vida es de 62,86 años; el
índice de alfabetización, 67,8%.
ETIOPÍA
Capital: Addis Abeba
Forma de gobierno: República federal
democrática
Superficie: 1.127.127 Km2 (16º)
Población: 84.320.987 hab (16º) Densidad: 60 hab/Km2
PIB/cápita: 1.100 $ (212º)
Miembro de: UA
Etiopía, oficialmente ‘República Democrática
Federal de Etiopía’, antaño designada como Abisinia, es el tercer país más
poblado de África después de Nigeria y Egipto. Su tamaño viene a ser similar al
de Bolivia, y su capital, Addis Abeba, que tenía 2.300.000 habitantes en 1994, contaba
ya en 2008 con 3.941.452.
Nunca ha sido colonizada, manteniendo su
independencia excepto en el periodo 1936-1941, del que ya se hablará. Es
también la segunda nación más antigua del mundo, después de Armenia, en aceptar
el cristianismo como religión oficial.
Los orígenes hay que buscarlos en el reino de
Axum, que ya existía en el siglo II a.C., y que decaería frente a los árabes en
el VI, para recuperarse en el XV. Antes, en 1270, se había iniciado la dinastía
llamada salomónica, por pretender descender nada menos que de Salomón y la
Reina de Saba.
En 1872 encontramos ya el título de ‘Negus’,
equivalente a rey. En 1896, en tiempos de Menelik II, tiene lugar un conflicto
con el Reino de Italia. Esta nación, recién unificada y dueña ya de Eritrea,
está deseosa de construir, a imitación de otras, un Imperio Colonial, e invade
Abisinia. La inadecuada estrategia del general Baratieri dará lugar a la
estrepitosa derrota de Adua, acabando aquí el intento.
Se firmó la paz, pero el
desastre de Adua permanecerá como una espina clavada en el corazón de los
italianos, lo que tendrá consecuencias más tarde.
Es
bajo el reinado de Menelik II, en 1894, cuando Abisinia (o Etiopía)
tiene sus sellos más antiguos.
En 1931 sube al trono, tras una larga y
complicada historia de intrigas familiares, que pasaremos por alto, Haile
Selassie, que se titula ‘Negus Negesti’, rey de reyes, o sea, más o menos,
emperador.
Desde 1918 Abisinia formaba parte de la
Sociedad de Naciones, aunque había olvidado el detalle de abolir la esclavitud,
que perdurará durante decenios, y de dar libertad a los campesinos. En los años
30, el Negus hizo un largo viaje, que hoy llamaríamos de promoción, por
numerosas capitales europeas, acompañado de una manada de leones que iba
repartiendo, divididos en hatos, entre familias reales y parques zoológicos.
En
su séquito figuraba siempre un edecán especializado en determinar, a golpe de
vista, cuál era el cojín adecuado (entre los previstos al efecto) para colocar
ante el asiento destinado al soberano, de forma que sus piernas no quedaran
bailando en el aire, pues era (el soberano, queremos decir) de estatura tan
exigua como la de su futuro rival Víctor Manuel III de Italia. Estos y otros
detalles atrajeron la atención sorprendida de los periodistas y le dieron
notable popularidad.
Era un régimen extravagante, de complicado y
exótico protocolo, en absoluto carente de bienes materiales y, por supuesto,
absolutista. Inmediatamente hay que precisar que ese absolutismo era relativo,
pues se trataba de un estado medieval en el cual el poder del Negus quedaba
mediatizado por los ‘ras’ (príncipes), es decir, por la poderosa nobleza y por
la no menos poderosa Iglesia Etíope, de doctrina monofisita, dependiente
teóricamente, hasta hace pocos años, del Patriarca copto de Egipto.
Fue un tal estado el que Mussolini se propuso
incorporar al África Oriental Italiana. En ello intervenía por supuesto su
obsesión por crear un imperio italiano, pero también el recuerdo, que compartía
con sus compatriotas, del fracaso de Adua. El Rey, por supuesto, no puso
ninguna objeción (no se la puso nunca, ni siquiera cinco minutos antes de
mandarlo arrestar en 1943).
Teniendo en cuenta las diferencias de
material y modernidad, no puede decirse que fuera una campaña gloriosa. Comenzó
el 3 de octubre de 1935, y se entró en Addis Abeba el 5 de mayo de 1936.
Demasiado tiempo, aun teniendo en cuenta lo difícil del terreno. Las
instrucciones tácticas, al comienzo de la lucha, del Negus, hay que leerlas
para creerlas, pero, por el otro lado, Graziani y Badoglio no resultaron ser
émulos de César precisamente.
Haile Selassie huyó al exilio, bajo
patronazgo inglés, y compareció ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones
invocando los más elevados principios y haciendo las más terribles denuncias
sobre el comportamiento del ejército italiano.
Se votaron sanciones, pero no fueron
demasiado gravosas y no sirvieron de nada. Francia miró hacia otro lado, y
EE.UU. continuaron suministrando a Italia petróleo, y éste fue el punto
fundamental.
La excepción fue Gran Bretaña, a quien toda sanción parecía
escasa, lo que no deja de resultar bastante cínico, teniendo en cuenta las
tropelías que acompañaron la formación del imperio Británico. El ministro de
AA.EE., Eden (el mismo que en 1956 se permitiría invadir Egipto), pareció tomar
la cuestión casi como si fuera personal.
En resumen, Víctor Manuel III se convirtió en
Rey-Emperador, igual que, años antes, Victoria se había convertido en
Reina-Emperatriz en otra parte del mundo. Lo que todo estudioso mínimamente
objetivo señala es que el día de la anexión de Abisinia fue día de alegría para
el pueblo italiano, y marcó el punto de máxima popularidad para el régimen
fascista.
Fue entonces cuando Addis Abeba se convirtió
en capital, mientras que la anterior y tradicional había sido Gondar.
La Abisinia italiana no duró mucho. Algunos
millares de italianos se establecieron allí, siendo de destacar gran cantidad
de transportistas, que, a bordo de sus propios camiones y corriendo casi por
aquellas rutas más riesgo que los propios soldados, constituyeron un elemento
logístico de primera importancia; muchos se quedaron a vivir en el país, mientras el gobierno iniciaba las bases de infraestructuras viarias.
Comenzada la Guerra
Mundial, Gran Bretaña reocupó el territorio en 1941, y reinstaló al Negus, que
estaba ya en Inglaterra.
Haile Selassie permanecerá en el poder hasta
1974. En 1942 abolió por fin la esclavitud e impuso severas sanciones para el
comercio de esclavos. Etiopía pasó a ser miembro fundador de la ONU, y en 1948
se le adjudicó la región de Ogaden, fuente interminable de conflictos con las
etnias somalíes, así como Eritrea, en forma de Federación, lo cual ya sabemos
cómo acabó.
Intentó reformas modernizadoras (por ejemplo,
fiscales), pero fracasaron por la cerrada oposición de la nobleza, y la presión
fiscal continuó recayendo sobre los campesinos. Logró introducir impuestos en
las tierras de la Iglesia, y restringir privilegios del clero, como el de fuero
propio incluso para casos civiles.
En 1955 concedió una especie de Carta
Otorgada, que mantenía su poder efectivo, aunque establecía una Cámara
electiva, sin participación de partidos. Se renovaron los métodos de enseñanza,
y el país se embarcó en una política de modernización, aunque siempre en el
marco de la monarquía tradicional, lo que suponía también el atrincheramiento
defensivo de la nobleza.
Ya en 1960 hubo un intento de golpe para
sustituirlo por su hijo mayor. La tentativa fracasó, pero marcó un hito, a
partir del cual se cuestionó el carácter absoluto del soberano, y los
estudiantes comenzaron a solidarizarse con los campesinos y con los pobres,
echando raíces el marxismo.
El Negus siguió siendo fiel aliado de
Occidente, sin perjuicio de llevar a cabo una firme política a favor de la descolonización de África. En 1963,
tuvo un papel crucial en la creación de la Organización para la Unidad
Africana, de la que fue el primer presidente.
La hambruna devastadora de 1973 (entre 40.000
y 80.000 muertos, según las fuentes más fiables) se combinó con los altos
precios del petróleo, a consecuencia de la crisis de 1973, por lo cual los
costos de los productos importados, la gasolina y los alimentos se pusieron por
las nubes, mientras que el desempleo se disparó. Entonces estalló la
revolución.
En 1974, una Junta Militar, el Derg, depone
al soberano (más tarde declarará abolida la monarquía salomónica), y crea un
régimen marxista, muy vinculado al bloque comunista, que tendrá como cabeza,
tras una gradual y despiadada eliminación de rivales, a Mengistu Haile Mariam.
Por supuesto, la economía es socializada.
El Negus quedó aprisionado en el Gran
Palacio; su familia, encarcelada sin más. Sesenta ex altos funcionarios fueron
ejecutados sin juicio, incluyendo un nieto de Haile Selassie y dos ex primer
ministros.
El 28 de agosto de 1975, el antiguo soberano
murió en circunstancias sumamente sospechosas. Sus restos, enterrados bajo una losa de hormigón
en los jardines del palacio, tardaron un año en ser encontrados. Sólo en el
2000 se le hizo un funeral público, pero el gobierno post-comunista se negó a
observar las formas de un funeral imperial.
En el bienio 1984/1985, el país es golpeado
por una hambruna aún mayor. Se habla incluso de 8 millones de víctimas.
Contribuyeron a ella los numerosos frentes abiertos contra guerrillas internas,
entre ellas las independentistas de Eritrea y la de las etnias somalíes del
Ogaden, así como la destrucción de masa forestal propiciada por la dictadura en
sus políticas de industrialización.
Agotado por las revueltas, la sequía en gran
escala y la retirada de los protectores soviéticos (estamos ya en los tiempos
de la Perestroika), el sanguinario régimen es finalmente derrocado por una
coalición de fuerzas rebeldes, el FRPDE, en 1991.
Se abre entonces un periodo de reformas
políticas y sociales tendentes a desmontar la dictadura de corte marxista. En
1994 es elegida una Asamblea Constituyente, y en 1995 tendrán lugar las
primeras elecciones. El FRPDE (Frente Democrático y Revolucionario) consigue
una victoria clamorosa, e inicia una política de promoción del federalismo
étnico.
Sigue en el poder, aunque el ambiente se ha
enrarecido. En las últimas elecciones consiguió sólo el 59,8% de los votos,
recogidos sobre todo en el campo más que en la capital. En Addis Abeba ha habido
alteraciones del orden con decenas de muertos, y se acusa al gobierno de
perseguir a líderes de la oposición.
Entre tanto, grupos secesionistas somalíes
siguen manteniendo en el Ogaden una lucha armada de baja intensidad. Las
relaciones, tanto con Eritrea como con Sudán, son tensas. Por el contrario, se
halla en buenos términos con la UE y EE.UU., de quienes recibe sustancial apoyo
económico, así como del Banco Mundial.
A petición de EE.UU. (que han proporcionado
apoyo aéreo), ha enviado en 2007 entre 5.000 y 10.000 soldados a combatir
contra los ‘Tribunales Islámicos’, que controlan el Sur de Somalia, si bien la
intervención no parece haber tenido demasiado éxito. Las tropas se retiraron a
comienzos del 2009.
Geográficamente Etiopía cuenta en el interior
con un vasto complejo de montañas y altiplanos divididos por el Rift Valley,
que atraviesa el país de SO a NE. Se hallan rodeados de tierras más bajas,
donde predominan las estepas y semidesiertos. Tal diversidad repercute en la
variedad de climas, en la vegetación natural y en el reparto de la población.
Se puede caracterizar un clima ‘alpino’ en
las zonas altas, otro húmedo en el centro y en las áreas del NE próximas a
Eritrea, a las que llega la influencia de los monzones, permitiendo los
cultivos de tabaco y cereales, y otro semidesértico en el resto, especialmente
en la zona fronteriza con Somalia.
La economía se halla en condiciones
gravísimas; las guerras y las sequías han hecho de Etiopía uno de los países
más pobres del mundo, en el que cerca del 40% de la población vive con menos de
1,25 $ al día.
La agricultura sigue empleando métodos
tradicionales; en las tierras altas se cultiva café para la exportación,
cereales y productos hortícolas; en las zonas más húmedas, algodón y tabaco.
Está bastante extendida la ganadería, pero los recursos forestales son pobres.
En el subsuelo existen yacimientos de platino
y oro, pendientes de explotación; los de petróleo son escasos y absolutamente
insuficientes para las necesidades de la nación. La industria se limita a la
producción de cemento, textiles y productos agroalimentarios. Con tales datos
se puede suponer que la balanza comercial tiene un fuerte déficit.
Es interesante señalar que en 2004 el
Gobierno inició un plan para trasladar más de 2 millones de personas fuera de
las tierras áridas del E, en búsqueda de una solución duradera a la escasez de
alimentos.
Hasta hace poco, Etiopía padecía de un
sistema viario bastante débil, en buena parte basado en las carreteras
construidas por los italianos. En los últimos años se ha producido una notable
mejora, con construcción de numerosas vías, sobre todo en las proximidades de Addis
Abeba y otras ciudades importantes.
La única línea ferroviaria fue construida por
los franceses en 1917 entre la capital y Djibuti, constituyendo la puerta de
salida de Etiopía al mar.
El aeropuerto de la capital, una vez
remodelado, puede considerarse muy bueno para standards africanos, y la
Compañía de bandera goza de excelente reputación. Etiopía cuenta con un
discreto sistema de enlaces aéreos internos, incluyendo con Lalibela, centro de
peregrinación desde el siglo XII, y actualmente también de turismo, el cual
tiende igualmente a aumentar en los numerosos parques nacionales del país.
La población rural, ligada en su mayoría a la
agricultura de subsistencia, es numerosísima: 84% en 2005. Las zonas de mayor
densidad se hallan en la región central.
La composición étnica está muy diversificada
por la mezcolanza racial y lingüística habida desde tiempos antiguos.
Predominan los amhara (o abisinios), 38%, en el altiplano y al N de Addis
Abeba; los galla (35%) en la parte meridional. Sigue existiendo, desde 1941,
una pequeña comunidad de italianos.
Son lenguas oficiales el amhárico y el
tigrino; las extranjeras más conocidas son el inglés (difundido entre los
jóvenes) y el italiano (sobre todo en la capital y al N de la misma).
En cuanto a la religión, y según el censo de
1994, los ortodoxos monofisitas (coptos para entendernos) constituyen el 50,6%;
los católicos, el 0,9%; los protestantes, el 10,1%. El total de cristianos suma
pues el 61,6%. Los musulmanes son un 32,8% (habitando principalmente las áreas
próximas a Somalia. Hay un 5,6% de animistas y grupos de rastafarianos, que
veneran a Haile Selassie como un Profeta negro enviado por Dios (de todas
maneras, esta peculiar religión nació en Jamaica, y es allí donde se halla la
mayor parte de los adeptos).
Prácticamente todos los hebreos han sido
aerotransportados a Israel.
Para terminar, un dato curioso: los etíopes
no tienen apellido; cada uno lleva su propio nombre seguido del nombre de su
padre. Por lo demás, en Eritrea ocurre lo mismo.
ORIENTE MEDIO
Se clasifican a menudo bajo el nombre de
‘Oriente Medio’ a los sellos procedentes de las administraciones postales
establecidas por el Reino Unido para las fuerzas combatientes en determinadas
zonas, preferentemente africanas, durante la Segunda Guerra Mundial.
Se trata en todo caso de sellos británicos
con la sobrecarga ‘M.E.F.’, iniciales de ‘Middle East Forces’, denominación
discutible, pues la correcta sería ‘Oriente Próximo’, y no ‘Oriente Medio’ a no
ser que se piense que el Oriente empieza en Calais.
Se utilizan, a partir de 1942, en Eritrea,
Etiopía, Somalia y Cirenaica, así como en el Dodecaneso y otros puntos del mar
Egeo. En 1950, el gobierno británico estableció que los remanentes serían válidos para el franqueo en todo el Reino
Unido.
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