domingo, 2 de diciembre de 2012

EL CUERNO DE ÁFRICA (II)




SOMALIA  FRANCESA    

Obock

Obock es un pequeño puerto situado hoy en el territorio de la República de Djibouti y localizado en la costa norte del golfo de Tadjura, que a su vez se abre al Golfo de Aden.

Es significativo por constituir el primer emplazamiento de una colonia francesa en esta zona, previo acuerdo con los notables indígenas, el 11 de marzo de 1862. Se buscaba una estación de carboneo, que ganó importancia con la apertura del Canal de Suez en 1869. La alternativa era carbonear en el puerto británico de Aden, lo que suponía una dependencia peligrosa. En 1885, Obock tenía 800 habitantes y una escuela. En 1894 la administración colonial se trasladó a la orilla opuesta, a la mejor situada Djibouti.

Obock tuvo sus propios sellos. Primero, simple sobrecarga en 1892 sobre los genéricos de las Colonias Francesas; después en 1893 y 1894 se emitieron otros, conocidos por su originalidad: no dentados, con dientes fingidos impresos y algunos de forma triangular. Como desde 1894 poco correo salió de ese puerto, son más raros y valiosos usados que nuevos. En 1902 fueron sustituidos por los de la Costa de los Somalíes.

Costa de los Somalíes

Establecida por convenios con dirigentes locales en 1883 y 1887, recibió una administración permanente en 1894, fecha en la que se le adjudicó ese nombre. 

Duró como tal colonia hasta 1946, año en que fue convertida en Territorio de Ultramar.

En 1958, próxima ya la independencia de Somalia, Francia se vio obligada a organizar un referéndum sobre la continuación de la asociación con la metrópoli o la unión con la nueva República Somalí. 

La solución resultante fue la primera, por los votos sumados de los afars y de los residentes franceses, pero fue una consulta turbia y manipulada, incluyendo la expulsión, antes de la votación, de millares de somalíes contrarios a esa decisión.

En 1966 Francia rechazó la recomendación de la ONU de conceder la independencia, pero los disturbios que acogieron al Presidente De Gaulle, de visita en el lugar, fueron tales que aconsejaron hacer otro referéndum,

Éste resultó maquillado de forma aún más descarada que el anterior; de los 58.240 somalíes residentes, sólo se permitió votar, con pretextos burocráticos, a 14.689. Las autoridades francesas fueron asimismo acusadas de ‘importar’ afars  de Etiopía, para alterar los resultados a su favor, aparte del despliegue militar correspondiente.


Poco después, en 1967, el nombre fue cambiado por el de Territorio de los Afars y de los Issas, introduciéndose algunos cambios administrativos.

Con una población issa (es decir, somalí) en aumento y con unos gastos de mantenimiento del Territorio aumentando también, Francia decidió dejar de jugar este juego. Así, en un tercer referéndum celebrado el 27 de junio de 1977, un 98,8% de la población votó el desenganche, al menos formal, de la metrópoli, dando paso así al nuevo estado de Djibouti.


DJIBOUTI


Capital: Djibouti
Forma de gobierno: República semipresidencialista
Fecha de independencia (de Francia): 27 de junio de 1977
Superficie: 23.200 Km2 (150º)
Población: 923.000 hab (158º)   Densidad: 37,2 hab/Km2
PIB/cápita: 2.392 $ (144º)
Miembro de: UA, Liga Árabe

Los afars de los 2/3 septentrionales del territorio y los issas, en el tercio meridional, coexisten conflictivamente en el pequeño estado, habiendo llegado incluso a una guerra civil entre 1990 y 1994. Ambas etnias comparten el rasgo común de los contactos comerciales regulares con la península arábiga desde tiempos remotos, contándose entre los primeros africanos que adoptaron el Islam como religión.


La política está completamente dominada por la ‘Concentración Popular para el Progreso’, que gobierna desde 1977. El Presidente actual, Guelleh, está en el puesto desde 1999. La oposición apenas tiene peso y ni siquiera cuenta con representación en la Asamblea Nacional. La participación se suele situar en un 50% del electorado. A comienzos del 2011, hubo protestas masivas en la capital para exigir la renuncia del Presidente, en un claro efecto de contagio con Túnez y Egipto.

Mantiene buenas relaciones con las potencias occidentales, cuya presencia militar (muy especialmente la francesa) es importante. En años recientes ha sido el destino de miles de refugiados de países vecinos, principalmente, claro está, de Somalia.

Hay un centro montañoso, que separa la zona costera de una meseta interior. No existen superficies de tierra arable, irrigación ni cosechas permanentes, y por supuesto ningún bosque. Las temperaturas medias son de 30ºC, y hay problemas de desertificación y escasez de agua potable.

La economía está basada principalmente en servicios relacionados con la localización estratégica del país y con su condición  de zona de libre comercio.


Dos tercios de la población viven en la capital; el resto son pastores nómadas. Por supuesto, la mayoría de alimentos han de ser importados. La falta de industria es total. Desde 2004 han proliferado empresas de deportes de aventura en la zona montañosa, pero Djibouti es un país altamente dependiente de la ayuda internacional para equilibrar su balanza de pagos. La mayor parte la recibe de Francia (que mantiene allí su mayor base militar en el extranjero) y que supone el 40% del presupuesto nacional.

El 95% de la población es autóctona, y el restante 5% está compuesto por personas de origen francés o italiano y por árabes. Los idiomas oficiales son el francés y el árabe, aunque el somalí y el afar están muy extendidos.


La esperanza de vida es 58,36 años. El promedio hijos/mujer, 2,79. El 80% de la población está alfabetizado. Aunque la larga permanencia de Francia ha dado rasgos propios a la cultura, el Islam tiene gran influencia, pues el 94% de los habitantes son musulmanes.

SOMALILAND BRITÁNICO

En 1884 y tras firmar los correspondientes acuerdos con los sultanes de la zona, Gran Bretaña estableció en ella un protectorado, gobernado desde la India hasta 1898.

En términos generales, los británicos no tenían demasiado interés en lo que era una zona-tapón; los motivos declarados para el establecimiento del protectorado fueron impedir el tráfico de esclavos, excluir la interferencia de otras potencias y crear una fuente de suministros. Los suministros en cuestión eran carne para la colonia de Aden, mucho más importante, lo que suponía el mantenimiento del orden en la costa y la protección de las rutas caravaneras en el interior; de ahí que fuera llamado ‘la carnicería de Aden’. La administración colonial no creó en el interior ninguna infraestructura, a diferencia de lo que estaban haciendo los italianos en Somalia.

Las cosas se torcieron a partir de 1899, obligándoles a invertir un considerable capital humano y militar para contener el movimiento fundamentalista, prolongación del que había afectado en el siglo XIX al Sudán, conocido como ‘Estado Derviche’. La guerra, dirigida por Mohamed Abdullah Hassan (coloquialmente llamado por los británicos el ‘muley loco’) duró décadas, amenazó incluso la costa e infligió a los ingleses alguna dura derrota, como la de Dul Madoba en 1913.

En 1920, el ejército lanzó la quinta y última expedición contra los derviches, empleando la entonces nueva tecnología de los ataques aéreos. Pérfidamente, indujeron a muchos miembros dirigentes del clan de Hassan a concentrarse en Taleex, la capital derviche, utilizando como pretexto una visita oficial, y entonces lanzaron un ataque aéreo. Muchos de los miembros de la familia murieron, y Hassan huyó a Ogaden, donde fallecería en 1921.

En la fase subsiguiente los objetivos fueron preservar la estabilidad y lograr la autosuficiencia económica, lo cual no fue posible por la resistencia de los locales al pago de impuestos. En la década de 1930, la presencia colonial se había extendido por doquier, apareciendo nuevos núcleos, desarrollándose el comercio y transformándose muchos nómadas en sedentarios.

En agosto de 1940, a raíz de la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial, el Somaliland fue ocupado por tropas italianas, pero recapturado en marzo de 1941, sin perjuicio de la persistencia de guerrillas de las que se hablará en otro lugar.

El 26 de junio de 1960, el protectorado británico obtuvo la independencia, justo 5 días antes de que la consiguiera la Somalia bajo mandato italiano. En la misma semana, el 1 de julio, los dos territorios se unieron en la República Somalí.

No se sospechaba entonces que, en el cuadro de descomposición de Somalia, renacería, en mayo de 1991, una autoproclamada ‘República de Somaliland’, de la que después se tratará.

SOMALIA ITALIANA

La Somalia italiana fue una colonia (y más tarde un Mandato) que llegó a extenderse sobre 501.000 Km2 y que existió desde finales del XIX hasta 1960, con un periodo intermedio de gobierno británico.

Italia consiguió el control de varias partes de Somalia en la década de 1880, y amplió sus asentamientos en la siguiente.

Tras la conquista de Abisinia en 1936 fue incrementada con los 200.000 Km2 del territorio etíope de Ogaden, poblado por somalíes. De 1936 a 1941 formó, juntamente con Etiopía, Eritrea y Libia, la llamada África Oriental Italiana. En 1940 fue incluido el Somaliland británico y alguna zona de Kenya, formando todo ello la ‘Gran Somalia’, de 702.000 Km2, con capital en Mogadiscio.

En esos años residían en Somalia unos 20.000 italianos, y floreció una economía basada en la agricultura (principalmente bananas para exportación). La difusión de la Iglesia Católica fue muy fuerte.


En el verano de 1941, el territorio fue ocupado por las tropas británicas. Desde el punto de vista filatélico, se diferencia un periodo de ocupación, con sobrecarga E.A.F. (East  Africa Forces)  y otro posterior de administración militar con sobrecarga B.M.A.


Las historias de la Guerra Mundial suelen omitir que, desde 1941, hubo una importante guerra de guerrillas, dirigidas por oficiales italianos, en toda la zona, incluso en Etiopía, con notable participación de combatientes nativos y destacados actos de sabotaje militar. La intensidad de esta resistencia decayó tras la derrota de Rommel en El Alamein, pero se mantuvo hasta muy entrado el año 1943.

En noviembre de 1949 cesó la administración británica, cuando el territorio antes italiano pasó a ser encomendado a la misma potencia (que ya había firmado el Tratado de Paz en 1947) por el Consejo de Administración Fiduciaria de la ONU. Este mandato italiano duró diez años, y durante el mismo hubo un desarrollo socioeconómico que contrasta con lo que pasaría después.


Oltregiuba

La región de Oltregiuba está comprendida entre el río Giuba y la frontera de Kenya, es decir, en el extremo meridional de Somalia.

Perteneció al sultanato de Zanzíbar, pasó de él a los británicos y éstos lo cedieron al Reino de Italia por el Protocolo de 1924.

Tuvo una breve existencia (1924-1926) como colonia separada, siendo a continuación incorporada a la Somalia italiana. Durante ese periodo se emitieron para ella sellos propios.

En nuestros días, conocida como Jubaland, ha jugado un importante papel en las guerras internas e intervenciones externas acaecidas en la región.

REPÚBLICA DE SOMALIA


Capital: Mogadiscio
Forma de gobierno: República Federal (fase de transición)
Fecha de independencia (de Italia y Reino Unido): 1-julio-1960
Superficie: 637.657 Km2 (42º)
Población: 9.330.872 hab (91º)   Densidad: 13 hab/Km2
PIB/cápita: 600 $ (224º)
Miembro de: UA, Liga Árabe

Como quedó dicho, nació de la unión en 1960 del protectorado británico de Somaliland  y del mandato italiano de Somalia.

En general, está compuesta de terreno llano, que sólo se eleva en el Norte. El clima es básicamente desértico, con influencias monzónicas y temperaturas moderadas en el Norte y tórridas en el Sur. Las precipitaciones son irregulares, y las sequías, frecuentes.

Tiene graves problemas medioambientales: erosión, exceso de pasto y desertificación. La tierra arable se reduce al 1,64%, y la que da cosechas permanentes, al 0,04%. Las tierras irrigadas son solamente 2.000 Km2.

Se ha calificado a Somalia de ‘estado en desintegración’; por supuesto, también se podría hablar de desintegración de una comunidad internacional que ha tolerado que, durante más de 50 años, un territorio así haya gozado de la condición de miembro de esa comunidad, mientras creaba problemas a los cuatro puntos cardinales. 

Años de combates entre señores de la guerra e incapacidad para combatir las hambrunas y enfermedades han llevado a la muerte a más de un millón de personas, mientras que además las relaciones con sus vecinos se perturbaban por sus reclamaciones territoriales de áreas habitadas por somalíes en Etiopía, Kenya y Djibouti. La constitución de una excelente base para que la organización terrorista Al Qaeda pueda extender sus actividades por el continente africano, parece ya la gota que colma el vaso.

En 1970 Siad Barre proclamó el estado socialista, preparando el camino para el estrechamiento de relaciones con la URSS. En 1977 intentó, con armamento soviético, apoderarse del Ogaden etíope, pero fue derrotado, pues los soviéticos y cubanos decidieron apoyar a Etiopía, que entre tanto se había vuelto procomunista.

En 1991 Barre fue derrocado por clanes opuestos a él. Desde entonces no ha habido en Somalia un gobierno central efectivo: los clanes no se pusieron de acuerdo en un repuesto y el país se convirtió en un territorio sin ley en el que pululaban energúmenos armados enfrentados en luchas continuas.

Fue entonces cuando, en el Norte, Somaliland  se proclamó república independiente, mientras que la vecina Puntland rechazaba igualmente todo control exterior, aunque sin aspirar a una independencia declarada.

Entre 1993 y 1994 se llevó a cabo una intervención militar de acuerdo con la ONU. Su objetivo era repartir alimentos, en una de las habituales situaciones de hambruna, y, lo que era más difícil, procurar que llegasen a las manos adecuadas. Participaron soldados de hasta 23 países, pero sólo se recuerda a los norteamericanos, por un lamentable incidente que posteriormente aún adquiriría mayor notoriedad por una película realizada sobre él.

El mando americano, por su cuenta, sin procurar la coordinación con otras fuerzas y sin notificarlo a las autoridades residentes de la ONU, planeó una operación para capturar a un jefecillo local, operación que resultó un verdadero desastre, con al menos 19 muertos propios entre los días 3 y 4 de octubre de 1993, salvándose los restantes por la intervención de soldados pakistaníes.

Mayor desastre aún, desde el punto de vista moral, fue la reacción de la Administración Clinton, que ordenó unilateralmente la retirada de las fuerzas norteamericanas, decisión criticada dentro y fuera de los EE.UU. Desde entonces, y como se verá, los norteamericanos han preferido enviar a Somalia soldados de otras naciones, pero sin pisar ese país.

En 2000, los dirigentes de clanes y otros notables, tras una compleja conferencia en Djibouti, designaron un presidente y un gobierno de transición y reconciliación, que fracasó. En 2004, después de nuevas conversaciones, esta vez en Kenya, los notables acordaron establecer un Parlamento, el cual a su vez designó a un presidente.

Esa inestable administración, el 14º intento desde 1991 de constituir un gobierno, ha tenido que enfrentarse con la formidable tarea de conseguir la reconciliación entre feudos controlados por clanes diversos.

Por si fuera poco, se ha visto amenazada, a partir de 2006, por los levantamientos de islamistas radicales (conocidos como ‘Tribunales islámicos’) que consiguieron dominar gran parte del Sur, incluyendo la capital, una vez que sus milicias expulsaron a los señores de la guerra que habían dirigido ese gallinero durante 15 años. Fuerzas etíopes, animadas por EE.UU., y otras afines al gobierno provisional ya mencionado, intervinieron y lograron éxitos iniciales a fines del 2006.

Pero los insurgentes islamistas, incluyendo el grupo Al Shabab, que se fue convirtiendo en el predominante y que más tarde declararía de forma explícita su pertenencia a Al Qaeda, recuperaron a fines de 2008 el control de la mayor parte del territorio perdido, mientras los etíopes se volvían a su país. Al Shabab se apoderó de Bardoa, considerada plaza clave del gobierno de transición.

Como respuesta a tan grave amenaza, el Parlamento amplió el número de sus escaños para poder incluir a miembros de la oposición moderada, prorrogó el mandato del gobierno de transición e instaló como Presidente al islamista moderado Sharif Ammad.

Nuevos ataques de los radicales en el Sur amenazaron de nuevo Mogadiscio, forzando al gobierno a pedir de nuevo ayuda internacional. Al Shabab (es decir, Al Qaeda), tras consolidar su posición dirigente, se apoderó del importante puerto de Kismayo en octubre de 2009.

Las cosas estaban yendo demasiado lejos. Las potencias occidentales se pusieron de acuerdo con la OUA, y fue Kenya, en nombre de ésta, quien se encargó de la tarea. Y lo ha hecho con mayor eficacia que en su momento los etíopes: a lo largo de 2012 han ido tomando una tras otra las posiciones de los radicales en una operación que ha terminado en el mes de octubre con la ocupación del puerto de Kismayo.

En un ambiente de renovada confianza, se ha constituido en Mogadiscio el primer Parlamento formal en más de 20 años, poniendo así fin al periodo de transición de 8 años. Dicho Parlamento ha elegido en septiembre de 2012 como Presidente al jeque Hassan Mohamud, un académico con poca experiencia política, el cual, a su vez, ha nombrado primer ministro a Shirdan Saaid, economista y hombre de negocios, con la misión de acabar con el nepotismo y la división entre clanes.


Pese a estas buenas noticias, resulta prudente no echar las campanas al vuelo. Es necesario, dado el reconocido carácter violento y cainita de que durante tantos años han dado muestra los habitantes de esa región, tener paciencia y observar los acontecimientos.

Piratería. Uno de los aspectos que, con sobrada razón, ha llamado la atención de la opinión pública, ha sido el nacimiento y eclosión de la piratería en las aguas próximas a Somalia, un fenómeno que parecía propio de épocas pasadas, al haber sido reprimido, con la debida energía, por los países civilizados en la segunda mitad del siglo XIX.

Desde principios de los 90, la permanente ausencia de autoridad ha llevado a que piratas somalíes hayan llegado a ser una amenaza de la mayor importancia a la navegación en el área.

Que nadie se engañe: pasados los primeros torpes intentos, el asunto se ha convertido en una empresa ilegal perfectamente organizada, con armamento moderno, asesores financieros e informadores que no parecen residir en el país, y una organización, especialización y división de funciones que hubiera dado lugar al beneplácito del mismo Henry Ford. Por ejemplo, los intérpretes para subir a los barcos amenazados cobran una tarifa de 5.000 €, el que primero aborda el barco recibe como recompensa extra un automóvil, una casa o una esposa, etc.

Sólo en el año 2010 hubo 49 naves asaltadas con 1.016 personas secuestradas. El precio de los rescates oscila entre 250.000 y 1 millón de euros. Tan impresionante flujo de dinero ha transformado la economía de la zona, particularmente del poblado de Eyl, especie de capital, donde se han abierto incluso restaurantes especializados para los prisioneros, y donde ha aumentado considerablemente el consumo de alcohol y droga.

Las potencias civilizadas, que son las víctimas, han tardado mucho en reaccionar. Finalmente, la OTAN ha coordinado una operación con participación de buques de guerra de distintos países, combinada con la instalación, a bordo de las presuntas víctimas, de retenes con armamento adecuado. Los frutos parecen verse a lo largo de 2012, con una espectacular reducción del número de presas, pero el problema no está totalmente liquidado.

Pese a la falta de un gobierno nacional efectivo, Somalia se las ha arreglado para mantener una economía informal bastante saludable, basada en la ganadería, las empresas de transferencia de dinero y las telecomunicaciones.

La ganadería es el sector más importante: aproximadamente el 40% del PIB y más del 50% de los ingresos por exportaciones; los ganaderos nómadas o seminómadas constituyen una amplia parte de la población. Ganado, pieles y cueros, pescado y bananas son los principales artículos que exporta.

El pequeño sector industrial, basado en la transformación de productos agropecuarios, ha quedado totalmente arruinado, con sus restos vendidos como chatarra. El sector servicios ha crecido por las empresas de telecomunicación, que proporcionan servicio inalámbrico a todas las ciudades principales ofreciendo los precios más bajos de África.

Al faltar un sistema bancario estructurado, los servicios de envío y recepción de dinero han proliferado por todo el país. Los hoteles continúan funcionando, protegidos por milicias privadas de seguridad. Entre tanto, las deudas al FMI han continuado creciendo.

Son somalíes el 85% de la población; bantúes y otros (incluyendo 30.000 árabes), el 15%. Las lenguas oficiales, el somalí y, como innovación, el árabe; se utilizan también el inglés y el italiano. La religión musulmana sunní es general.

La población urbana constituye un 37%; la alfabetizada, un 37,8.

La nutrición insuficiente, el frecuente consumo de aguas contaminadas, diversas enfermedades endémicas y las deficiencias en servicios sanitarios, son circunstancias que se reflejan en diversos datos estadísticos. La tasa de nacimientos es del 42,12/mil (6º del mundo), pero la de defunciones el 14,55/mil (8º del mundo). La mortalidad materna en el nacimiento es la 2ª del mundo, y la infantil, la 3ª. La esperanza de vida es de las más bajas: 50,8 años.

Aunque la fertilidad es de 6,26 hijos/mujer, los hechos indicados hacen que el crecimiento demográfico del país sea moderado: 1,6%.

REPÚBLICA DE SOMALILANDIA


En 1991, después de un levantamiento popular a raíz de las masacres, los pillajes y el bombardeo de la capital, Hargeisa, por las fuerzas de Siad Barre (que causaron más de 50.000 muertos), se proclamó la independencia de la República de Somaliland, recuperando la perdida en 1960.

La nueva Somaliland ha intentado reiteradamente recuperar sus viejas fronteras mediante la ocupación de las provincias de Sanaag y Sool,  pero no lo ha conseguido, por la oposición del territorio vecino de Puntlandia.

Ese fracaso hace dudosa la viabilidad económica del nuevo estado, que sin embargo ha sabido mantener la estabilidad, instaurando en fases un régimen perfectamente homologable al de las potencias occidentales.  

No ha sido reconocido oficialmente por ningún país, pero cuenta con la simpatía de muchos estados africanos y europeos. Forma parte del UNPO (Organización de Pueblos y Naciones No Representados).

Es un estado islamista, donde la Sharia rige como superior a las demás leyes; reconoce la libertad religiosa, pero no permite el proselitismo.

El clima es predominantemente monzónico, con una zona central montañosa. La economía está en fase de desarrollo, siendo su principal exportación el ganado. Produce pieles, mirra y una variedad de incienso.

Cuenta con grandes potencialidades para la horticultura y producción de cereales, así como depósitos no explotados de hidrocarburos y diversos minerales. La política económica es profundamente liberal, sin ningún intervencionismo estatal.

No es fácil pronosticar el futuro de esta república si por fin se consolida Somalia como estado unificado, aunque el previsto carácter federal de ésta abre posibilidades interesantes.




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