Como punto final a las entradas del año 2011,
hemos escogido el título de la célebre canción ‘A life on the ocean wave’,
nacida en 1838, para que sirva de hilo conductor del viaje por varios
territorios insulares que tienen en común, o han tenido, algo que ver con la
expansión marítima del Reino Unido. Visitaremos, pues, el Atlántico Norte, el
Atlántico Sur y el Índico, para recalar finalmente en la última colonia
británica que hoy existe en el Pacífico.
El periplo no es exhaustivo; no vamos a
incluir algunas perlas caribeñas que aún quedan por desflorar, ni, menos aún, a
referirnos a las Malvinas y otros archipiélagos detentados por Gran Bretaña en
el Mar Argentino, que merecen una atención más circunstanciada.
HELIGOLAND Atlántico Norte
Heligoland (en alemán, Helgoland) es una
pequeña isla de forma triangular y 1 Km2 de extensión, situada en el borde SE
del Mar del Norte, frente a la costa alemana, a unos 70 Km de la desembocadura
del Elba.
Danesa desde 1714, fue tomada por los
británicos en 1807, durante las guerras napoleónicas. Fue posesión del Reino
Unido hasta 1890, cuando se cedió a Alemania a cambio de la renuncia por ésta a
sus intereses en Zanzíbar.
Bajo el Imperio Alemán fue una importante
base naval. Durante la Primera Guerra Mundial, la población civil fue evacuada
para retornar en 1918. El Tercer Reich reactivó la base.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los
isleños permanecieron. El 19 de abril de 1945, cuando la guerra en Europa
Occidental prácticamente había terminado, más de mil bombarderos aliados
arrasaron la isla; la población civil fue evacuada el día siguiente.
De 1945 a 1952, fue un campo de tiro de la
R.A.F. El 18 de abril de 1947, la Marina Británica detonó 6.800 Tm de
explosivos para destruir todo lo que aún pudiese quedar de las instalaciones
militares. El efecto sísmico de la explosión fue uno de los mayores no
nucleares de la Historia moderna.
El 25 de febrero de 1952, fue devuelta a las
autoridades alemanas. Hoy es un lugar de vacaciones, que se alcanza tras dos
horas de ferry y que goza de diversas exenciones fiscales, lo que explica en
buena parte su éxito y atractivo. Hay también varias estaciones científicas.
Mientras fue posesión británica, se emitieron
unos 20 valores entre 1867 y 1890, que tienen la peculiaridad de ser los
primeros del mundo impresos en más de un color, siendo más valiosos los usados
que los nuevos.
En la última reestructuración de 2009, el
antiguo ‘Territorio Británico de Santa Elena’ se ha convertido en ‘Territorio
de Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña’, quedando las tres islas con
idéntico status, aunque la capital territorial sigue en la primera. Se extienden
por el Atlántico Sur en longitud geográfica similar. La distancia de Ascensión
a Santa Elena es de 1.300 Km, y de ésta a Tristán de Acuña, 2.700 Km.
SANTA ELENA
Está ubicada a más de 2.800 Km de distancia
de la costa de Angola. Tiene 122 Km2 y una población de 4.255 habitantes
(2008). Emite sellos desde 1856.
Descubierta en 1502 por Joao de Nora, gallego
al servicio de la Corona portuguesa. Estaba deshabitada, pero había muchos
bosques y agua fresca.
Se importó ganado, frutales y otros vegetales, con objeto
de poder dejar allí a los enfermos para que se recuperasen, volviendo a casa en
la siguiente embarcación.
En 1645, llegaron colonos neerlandeses, que
transfirieron la isla en 1651 a la Compañía Británica de las Indias Orientales,
construyéndose un emplazamiento y un fuerte.
En esa época, alrededor de la mitad de los
habitantes eran esclavos africanos; en 1810, a raíz del Acta de Abolición, la
Compañía empezó a importar chinos de Cantón. La isla prosperó como fundamental estación
de carboneo, hasta que, en 1869, la apertura del Canal de Suez la dejó
obsoleta.
Antes de esa fecha, había comenzado a ser
utilizada como prisión de seguridad para prisioneros muy especiales. Tras
Waterloo, Napoleón residió allí con su séquito hasta su muerte el 5 de mayo de
1821. Fue una experiencia desagradable para ambas partes, que tuvieron que
aguantarse mutuamente. A finales de siglo fueron deportados a la isla varios
jefes boers y caudillos zulúes.
Francia ha adquirido las dos sucesivas
residencias napoleónicas y ‘el lugar de la tumba’, todo lo cual es administrado
por el Ministerio de Asuntos Extranjeros galo. También se han dedicado muchos
franceses a difundir rumores sobre el supuesto envenenamiento de Napoleón por
mano británica, rumores absolutamente disparatados e infundados.
El clima es tropical, templado por la
influencia marina. Existen al menos 40 especies endémicas. El paisaje es
actualmente de monte y matorral.
La economía se basa fundamentalmente en las
subvenciones del Reino Unido; de forma secundaria, en la exportación de
productos pesqueros, cría de ganado y venta de sellos.
ASCENSIÓN
Es una isla volcánica, a medio camino entre
América y África, al N de Santa Elena y a unos 8º al S de la línea ecuatorial.
Aparecen en ella 44 cráteres, todos ellos durmientes, pero no extintos. Buena
parte de la superficie está cubierta por coladas basálticas y conos de ceniza.
El punto más elevado se halla a 659 m. No existen cursos permanentes de agua;
el abastecimiento se realiza por medio de plantas potabilizadoras, aparte de
los viejos aljibes del siglo XIX. El clima es cálido y lluvioso.
La isla, de 91 Km2, tiene una población de
884 habitantes. Emite sellos desde 1922.
Fue descubierta por una expedición portuguesa
en 1501. Dos años más tarde, Albuquerque le impuso el nombre actual. A pesar de
numerosas visitas, la isla permaneció deshabitada hasta el siglo XIX, salvo
esporádicas estadías de pescadores de tortugas (la isla es lugar de desove).
En 1815, fecha de la deportación de Napoleón
a Santa Elena, se tomó en consideración la posibilidad de que Ascensión fuera
utilizada como base para un intento de rescate. El resultado fue, el 22 de
octubre de 1815, la proclamación de la soberanía británica en la isla, que
recibió una pequeña guarnición. La presencia del telégrafo se remonta a 1899.
No existe población indígena alguna. Los
habitantes son militares, empleados y sus familiares; la mayor parte de los
empleados procede de Santa Elena. Las actividades se centran en la defensa (mantenimiento
del nexo aéreo entre Gran Bretaña y las Malvinas) y en las telecomunicaciones.
El papel militar fue importante en la guerra de las Malvinas de 1982.
Existe asimismo una pequeña base
norteamericana en relación con el seguimiento de satélites.
TRISTÁN DE ACUÑA
En realidad se trata de un archipiélago
compuesto por tres pequeñas islas, pero sólo una está habitada. El acceso es
muy complicado, al estar rodeada de acantilados de más de 600 m.
Figura en el
Libro Guinness como el lugar habitado más remoto del planeta. Emite sellos
propios desde 1952. El conjunto del archipiélago tiene 207 Km2
Se halla a 3.360 Km de Sudamérica y a 2.816
de Sudáfrica. Tiene un relieve muy montañoso, debido a su origen volcánico, con
una zona llana al NO, donde se asienta la pequeña capital.
El pico más alto es
un volcán de 2.062 m, la elevación de mayor altitud del Atlántico Sur. El clima
es subtropical marítimo. El 40% de la isla está protegido como reserva de la
naturaleza.
Descubierta en 1506 por el navegante
portugués que le dio su nombre, fue utilizada como base temporal por balleneros
y cazadores de focas, pero sólo empezó a ser habitada de manera estable a
principios del siglo XIX, al ser anexionada por la Corona Británica en 1816.
También aquí temían los ingleses la utilización como base para intentar liberar
a Napoleón. Desde entonces ha mantenido una población de unos 280 habitantes.
En 1961, una erupción dio lugar a la
evacuación a Gran Bretaña de toda la población de la isla, que quedó
abandonada; además, los pobres isleños, habituados a su clima suave, hubieron
de sufrir un invierno particularmente asqueroso.
Los que no murieron ni
prefirieron quedarse, volvieron a su isla en 1963, encontrando, aparte de los
daños causados por el volcán, que los perros domésticos abandonados se habían
comido a todas las ovejas, y, por si
fuera poco, huellas de saqueos de piratas (¡!). Más tarde sufrirían un huracán
en 2001 y el incendio de la fábrica de pescados en 2008. Decididamente, los
isleños son un poco gafes.
El comienzo de la industria de la pesca y
conservación de la langosta marcó el tránsito a la economía de mercado, aunque,
junto a la pesca, la agricultura sigue siendo la principal ocupación. Toda la
tierra es de propiedad comunitaria y se controla el número de cabezas de
ganado, no sólo para preservar los pastos, sino para evitar diferencias
económicas entre las familias. No se permite la compra de tierras por
forasteros y ni siquiera su asentamiento.
La endogamia es muy elevada: existen 8
apellidos diferentes, repartidos en 80 familias. Eso determina un perfil
genético con mayor frecuencia de determinadas patologías, como el asma y el
glaucoma. Sin embargo, los resfriados no existen, salvo cuando llega algún
barco; quizá haya relación con su desmedida afición al whisky: en 1993 y 1994,
cada individuo bebió el equivalente a casi 50 litros de whisky de media por
año.
Actualmente existe una tienda de
ultramarinos, una emisora de radio, un café, un videoclub, una piscina y una
pista de tenis, así como un centro comunitario de reunión. La conexión con el
mundo exterior se mantiene a través de un teléfono/fax vía satélite, instalado
en la oficina del Administrador, pero se está mejorando la conexión a Internet.
No hay aeropuerto; solamente barco. La
arribada anual del buque de línea supone la llegada de medicinas, libros,
revistas, correo, etc. Las urgencias sanitarias complicadas exigen el traslado
(es de suponer que por helicóptero) a Ciudad del Cabo. Médicos especialistas y
odontólogos hacen largas estancias para atender a la población.
ÍNDICO BRITÁNICO Océano Índico
El ‘Territorio Británico del Océano Índico’
(en inglés ‘British Indian Ocean Territory’ = BIOT), comprende en la
actualidad, después de que parte de las islas fueran transferidas a Seychelles,
cuando ésta adquirió en 1976 su independencia, el archipiélago Chagos, a mitad
de camino entre África e Indonesia.
La superficie total es de 63 Km2, pero 44 de
ellos los ocupa la mayor de las islas, Diego García, que es la que se encuentra
en posición más meridional.
Diego García ocupa una ubicación estratégica,
y es sede de una gran instalación militar compartida entre el Reino Unido y los
Estados Unidos, o, para ser más precisos, entre los Estados Unidos y el Reino
Unido.
Fue descubierto en 1554 por el explorador
español Diego García de Moguer. Tras un periodo de administración francesa en
el siglo XVIII, con particular dedicación a la producción de copra, quedó bajo
dominio británico en 1815, al final de las guerras napoleónicas. Sirvió en el
XIX como escala de carboneo para los buques británicos que navegaban entre
Europa y Australia, tras la apertura del canal de Suez en 1869.
El BIOT fue establecido como ‘Territorio’ en
1965. Entre 1967 y 1973, los agricultores que residían en las islas (unos
3.000) fueron enviados en su totalidad ‘manu militari’ (nunca mejor dicho) a
Mauricio y a Seychelles. La maniobra, de legalidad más que dudosa, pretendía
basarse en que los habitantes eran inmigrantes, cuando en realidad eran
residentes de tercera generación.
En el año 2000, el Tribunal Supremo británico
reconoció su derecho a volver, aunque se tratara de un territorio militar, pero
los Estados Unidos se opusieron tajantemente, y sucesivos gobiernos británicos
hicieron caso a quien tenían que hacer, con el
resultado de que los habitantes siguen en el exilio pagando a abogados y
suspirando, con notable ingenuidad, por que llegue el año 2016, en el que
supuestamente vence el arrendamiento. Incidentalmente cabe señalar que, tanto
Mauricio como Seychelles, han reivindicado formalmente el territorio.
Éste tiene Comisario y Administrador, ambos
nombrados por el gobierno británico y residentes en Londres. Naturalmente no
hay elecciones, porque no hay población propiamente dicha, sino 2.000 militares
y 1.500 empleados civiles estadounidenses. El Reino Unido ha añadido un
destacamento de Royal Marines, bien para proclamar ‘urbi et orbi’ que el territorio sigue siendo británico a pesar de
todo, o para evitar que los americanos se sientan aislados en tierra
extranjera.
Toda la actividad se concentra pues en la
isla de Diego García, donde se hallan las instalaciones militares. No hay otra
actividad económica, salvo la emisión y venta de sellos.
El tinglado fue puesto en marcha por el
presidente Nixon, que, con su conocida perspicacia, consideró urgente
proporcionar un apoyo al prooccidental Irán, amenazado por el filosoviético
Irak. En cualquier caso, la inversión ha merecido la pena: la base ha sido
fundamental para las intervenciones en Afganistán e Irak, y hoy la utilizan los
EE.UU. para vigilar sus intereses en
Oriente Próximo y países africanos como Somalia, no menos que las
actividades de los nuevos actores mundiales, China e India, y puntos
estratégicos como el estrecho de Ormuz.
La Fuerza Aérea de EE.UU. cuenta en ese
territorio británico con una pista de 3.650 metros para bombarderos pesados y
aviones AWAC, y equipamiento para rastreo de satélites y comunicación espacial.
También sirve como puerto para un escuadrón de 15 barcos con misión de
transporte armado, incluyendo tanques ligeros, apoyo logístico a fuerzas de
ataque y posibilidad de arribada para 30 barcos de guerra. Hay también
vertedero nuclear, estación de satélites espía, centros comerciales, bares y un
campo de golf.
La isla de Diego García ha saltado a la
prensa por un asunto más turbio: la probable utilización, a instancias de la
C.I.A., como prisión secreta para sospechosos de terrorismo. El general
americano de 4 estrellas, jubilado, McCaffrey, así lo ha manifestado, así como
el senador suizo Marty, que ha entregado información al respecto al Consejo de
Europa, y al Relator especial de la ONU para la Tortura. No entraremos en más
detalles por falta de informaciones suficientes.
PITCAIRN Océano Pacífico
Se trata de un archipiélago situado en el
extremo oriental de la zona polinésica de Oceanía. De las cuatro islas que lo
componen, sólo la llamada propiamente Pitcairn está habitada, aunque poco. Es la última colonia británica que queda en
el Pacífico, situada bajo la supervisión del Comité de Descolonización de la
ONU. La habitan 46 personas divididas en 6 familias, con lo que es el
territorio menos poblado del mundo.
Después de una desaparecida colonización
polinesia anterior, la isla fue descubierta por Pedro Fernández de Quirós en
1606, y ‘redescubierta’ en 1767, con un error de medición en el posicionamiento
que pasó a los mapas del Almirantazgo británico, con las consecuencias que
veremos.
El poblamiento es inseparable del famoso
motín del Bounty. Fue un carguero que la Armada compró y armó en 1782, con el
fin de transportar plantas del árbol del pan al Caribe, donde sus frutos
servirían de alimento para los esclavos. Zarpó el 23 de diciembre de 1787 al
mando del capitán William Bligh (en realidad sólo un teniente, que esperaba el
nombramiento de Capitán como recompensa por el éxito de su viaje), acompañante
de Cook en un viaje anterior y que ya conocía Tahití, meta de la navegación.
La imposibilidad, por causa de los
temporales, de seguir la ruta más corta del cabo de Hornos, le obligó a dar la
vuelta por el Índico, lo que le supuso un considerable retraso de varios meses.
Llegó a Tahití el 25 de octubre de 1788, después de 10 meses de navegación.
El
Bounty hubo de permanecer a causa del retraso 5 meses en la isla, esperando la
época en que fuera posible el trasplante; durante ese periodo, la tripulación
comenzó a habituarse a las costumbres de
los nativos y a olvidar su condición de marineros. Varios, y también el segundo
teniente, Fletcher Christian, de familia conocida por su tren de vida,
derroches y bancarrotas, se casaron con nativas.
Se zarpó por fin el 4 de abril de 1789. El
día 28 se produjo una rebelión, capitaneada por Christian; 11 hombres le fueron
leales, mientras que 31 lo fueron a Bligh. Los amotinados, triunfantes por la
sorpresa, embarcaron al capitán, con 18 hombres, en una lancha provista sólo de
una vela, un sextante y un reloj. Otros 13 leales tuvieron que permanecer en el
barco por falta de espacio en la lancha.
Bligh realizó la increíble proeza de llegar a
Timor tras 41 días, recorriendo 5.800 millas y perdiendo sólo un hombre por
ataque de los nativos. Legado a Londres, el Almirantazgo le dio la razón y lo
confirmó en su puesto; años más tarde, llegaría a ser gobernador de Nueva Gales
del Sur.
Christian y su tripulación volvieron a
Tahití, donde quedaron los no amotinados; zarpó de nuevo, buscando eludir la
persecución previsible de la Armada, llevando consigo 8 marineros, 6 hombres y
11 mujeres de Tahití (una de ellas con un niño pequeño). Tras varios intentos
en diferentes islas, avistaron por casualidad la de Pitcairn, mal situada en la
época en las cartas y que además carecía de puerto, todo lo cual disminuía las
posibilidades de ser localizados. Se quedaron allí para siempre y quemaron el barco
el 23 de enero de 1790.
Ése es el origen de la población de Pitcairn.
Las pesquisas fueron inútiles: el primer
barco, norteamericano, que llegó a la isla, no lo hizo sino en 1808, cuando
quedaba un único superviviente blanco, el marinero John Adams, a cuyo nombre se
debe el de la microcapital de la isla.
Antes de volver a la Pitcairn actual,
recordemos que los sucesos aquí resumidos han provocado gran interés y
controversia hasta nuestros días (estudios, publicaciones de documentos,
novelas, películas), con tendencia a exculpar a Christian y presentar a Bligh
como el villano de la historia. Los estudios más recientes y documentados
llevan exactamente a las conclusiones opuestas.
La isla se convirtió en colonia británica en
1838, y quedó deshabitada en 1850 cuando la población, demasiado grande ya para
sostenerse en territorio tan exiguo, obtuvo permiso para trasladarse a la isla
de Norfolk. Dieciocho meses después, 17 habitantes regresaron a Pitcairn para
repoblarla. Desde entonces ha llegado a alcanzar un pico de 223 personas, pero,
dada la fuerte emigración a Nueva Zelanda, normalmente habitan la isla unos 50
habitantes, conservándose los apellidos originarios.
Tiene 5 Km2, clima tropical húmedo, origen
volcánico y está situada a 2.120 Km de Tahití. El suelo fértil produce amplia
variedad de frutas y otros vegetales. Los habitantes subsisten gracias a la
pesca, agricultura y venta de sellos y monedas. Particularmente son fuentes de
beneficio la venta de miel y productos artesanales a los barcos que hacen la
ruta Reino Unido – Nueva Zelanda a través del canal de Panamá.
No hay puerto que merezca tal nombre ni
pistas de aterrizaje, por lo que el comercio ha de hacerse por medio de lanchas
que visitan los buques; ocasionalmente, los pasajeros de cruceros pueden
desembarcar durante un día, si el tiempo no lo impide. La fuerza laboral está
formada por 15 hombres y mujeres.
La energía eléctrica proviene de generadores
diesel o de gasolina. Los isleños cuentan ahora con modernas comunicaciones,
incluidos teléfonos vía satélite y alto tráfico de correos electrónicos. En
Adamstown, aparte de una estación de radio para comunicarse con flotas
pesqueras, hay antenas satelitales que permiten la recepción de canales de
Australia y Nueva Zelanda. Con fondos públicos se ha financiado un satélite de
conexión a Internet a la que todos los hogares pueden acceder.
Se habla inglés y un dialecto criollo similar
al de la isla Norfolk. La cultura supone una mezcla de influencias inglesas y
tahitianas. La Iglesia Adventista del Séptimo Día fue antaño muy importante,
pero en la actualidad sólo 10 isleños acuden a los oficios regularmente.
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