sábado, 26 de noviembre de 2011

BULGARIA



BULGARIA      Europa balcánica 


Capital: Sofia
Forma de gobierno: República parlamentaria
Independencia (del Imperio Otomano): 3 de marzo de 1878
Superficie: 110.994 Km2 (104º)
Población: 6.981.642 hab (101º)   Densidad: 63 hab/Km2
PIB/cápita: 14.200 $ (94º)
Miembro de: UE, OTAN

País balcánico que limita con Rumania al Norte (estando separados en gran parte por el Danubio), con Grecia y Turquía al Sur. El mar Negro, a lo largo de 378 Km de costa, constituye su límite oriental.

Varias zonas montañosas, orientadas de Este a Oeste, definen el paisaje, notablemente los Balcanes (con escasos y elevados pasos) y más al Sur los Ródope. El macizo de Rila, al SO, incluye el pico más alto de toda la región y el monasterio más emblemático. Por el contrario, la llanura del Danubio en el Norte y la tracia superior en el Sur, son las regiones más pobladas y fértiles.

La aparición de una etnia y de un estado búlgaro unificado datan del siglo VII, como elemento fragmentador del Imperio Bizantino y fruto de las migraciones eslavas. Todas las entidades políticas que surjan posteriormente conservarán el nombre de la etnia, el idioma y el alfabeto del Primer Imperio Búlgaro (611- 1018), que tuvo carácter de centro cultural para los eslavos de toda la zona.

Destruido por el Emperador bizantino Basilio II, se reconstruyó en 1185 (Segundo Imperio Búlgaro). Éste acabaría cayendo bajo el dominio otomano, tras una decadencia y fragmentación iniciadas a fines del siglo XIV. En 1393, los turcos otomanos conquistaron la capital del Segundo Imperio, Veliko Tarnovo, y en 1396 resultó definitiva la derrota de una cruzada cristiana en Nicópolis. La dominación otomana va a durar casi cinco siglos.

Como en el resto del Sureste europeo, el espíritu de rebelión frente a los turcos comenzó en el siglo XIX, erigiéndose Rusia en respaldo y protectora de los ortodoxos reducidos a súbditos de segunda clase afectados por no pocos atropellos.

En lo que es actualmente Bulgaria, la sublevación mayor y mejor organizada tuvo lugar en abril de 1876. Los otomanos respondieron con una masacre de unas 15.000 personas, que escandalizó a Europa; la negativa de la Sublime Puerta a escuchar propuestas conjuntas permitió a Rusia actuar por su cuenta, sin miedo a una confrontación con las potencias occidentales, como había ocurrido con la Guerra de Crimea en 1854.

La guerra rusoturca (1877- 78) dio como resultado la total derrota del ejército turco por el ruso, apoyado éste por voluntarios búlgaros. El miedo a la pérdida de Estambul forzó a la Sublime Puerta a aceptar el Tratado de San Estéfano (3 marzo 78), por el que se creaba una ‘Gran Bulgaria’, simplemente autónoma, no totalmente independiente, pero de notables dimensiones.

Las potencias occidentales, muy particularmente el Reino Unido, no aceptaron lo que suponía un gran triunfo diplomático ruso, que acrecentaría su influencia en la zona, y forzaron la convocatoria del Congreso de Berlín, para ‘redimensionar’ el resultado anterior.

El Tratado de Berlín (23 julio 1878), fruto del Congreso, es uno de los más importantes del siglo XIX europeo, y resultó sumamente rico en consecuencias perdurables. Sus acuerdos se podrían resumir así:

-Armenia pasa bajo control del Imperio Otomano.

-Bosnia y Hercegovina pasan bajo control del Imperio Austrohúngaro.

-Serbia, Montenegro y Grecia quedan ampliadas a costa de los turcos.

-Parte de la actual Rumania (Moldavia y Valaquia) obtiene la independencia.

-Chipre pasa bajo control británico.

-Se asegura a Francia e Italia la posibilidad de ocupar Tunicia y Libia (ambas bajo soberanía turca).

 -Se crea un principado búlgaro autónomo, mucho más reducido que el previsto en San Estéfano; además, la mitad de lo que luego acabará siendo territorio búlgaro queda como Rumelia Oriental, con un margen de autonomía menor y controlada más de cerca por la Sublime Puerta. Rumelia Oriental (cuya capital era Plovdiv, hoy día la segunda ciudad búlgara) tuvo corta vida. 

En 1885 se produjo un levantamiento encaminado a la unión con Bulgaria.  El gobierno turco no actuó, esperando la reacción de las potencias; como éstas no hicieron nada, se consumó la unión. El statu quo fue reconocido por los otomanos en el Acta Tofana de 1886, la cual, para salvar la cara, mantenía la distinción formal, pero nombrando al Príncipe de Bulgaria como Gobernador General de Rumelia Oriental. La curiosa distinción sería abolida por Bulgaria en 1908.

Rumelia Oriental emitió incluso sellos hasta 1885, con la indicación ‘Imperio Otomano’ en turco y en francés.

También emitieron los sublevados de 1885; hoy se catalogan como ‘Bulgaria del Sur’, son sellos de Rumelia con una especie de león en sobrecarga.

En 1879, una Asamblea había elegido como Príncipe a Alejandro de Battenberg. Éste se alejaría de Rusia, por lo que los rusos organizaron un complot militar que lo obligó a abdicar.

En 1887, la Asamblea eligió nuevo Príncipe, de familia bien conocida como acaparadora de títulos reales y asimilados (ver entrada ‘Bélgica’). Se trataba de Fernando de Sajonia-Coburgo-Gotha (1861- 1948), como Fernando I. El gobierno estuvo dirigido por el liberal Stambolov, que impulsó las relaciones con Rusia. El príncipe tuvo de su mujer, Mª Luisa de Borbón-Parma, cuatro hijos, dos de ellos varones (Boris y Kyril), de los que tendremos ocasión de hablar. En 1907 se casó en segundas nupcias sin descendencia.

La bisexualidad de Fernando I era bien conocida y aprovechada por los círculos diplomáticos; en ocasiones, dignatarios y visitantes buscaban el favor del monarca haciéndose acompañar por jóvenes atractivos cuyos servicios íntimos le ofrecían.

En 1908, aprovechando la crisis turca de ese año, se proclamó Zar, adquiriendo el país la plena independencia de que de hecho ya disfrutaba.

El reino de Bulgaria jugó un papel central en las dos guerras balcánicas de 1912- 1913. En la primera, se alió con Serbia y Grecia y las tres declararon la guerra al Imperio Otomano; éste, por el Tratado de Londres (mayo de 1913), hubo de abandonar todos los territorios europeos que le quedaban al oeste de Adrianópolis (Edirne). Inmediatamente a continuación, el reparto de los despojos (especialmente de la región de Macedonia) hizo estallar la segunda guerra balcánica.

Bulgaria se permitió iniciarla confiando en la superior calidad de su ejército, pero hubo de combatir sola contra todos sus vecinos, y acabó perdiendo. Por el Tratado de Bucarest (agosto de 1913), es cierto que obtuvo al sur una parte de Tracia, que le permitía el acceso al Egeo, pero ahí se acababa la parte positiva. 

Tuvo que devolver la Tracia Oriental a Turquía, la región de Dobrudja del Sur (en las bocas del Danubio) a Rumania, que esta vez también había intervenido, y contemplar cómo Grecia y Serbia se repartían la deseada Macedonia.

Con tales antecedentes, no es de extrañar que, poco después, Bulgaria firmase una alianza con los Imperios Centrales y entrase junto a ellos en la Primera Guerra Mundial el 11 de octubre de 1915. 

Al principio, las cosas le fueron bien, y consiguió los objetivos que ya quedaron aludidos. Luego las cosas cambiaron; los francobritánicos desembarcaron en Salónica y crearon el ‘frente de Oriente’, cuya ruptura tuvo lugar el 18 de septiembre de 1918. 

El armisticio entró en vigor el 29, y el 3 de octubre Fernando I tuvo el gesto de abdicar para salvar la monarquía (de hecho, la búlgara fue la única que se salvó de entre las de todos los países vencidos).

Después de su abdicación, Fernando I se retiró a sus posesiones familiares en Coburgo, en su Alemania natal, donde viviría tranquilamente muchos años. Murió en 1948 deprimido por el asesinato de su hijo Kyril en las circunstancias que ya veremos.

Por el Tratado de Neuilly (27- XI- 1919), filial del de Versalles, Bulgaria, no sólo perdió sus temporales conquistas de la guerra, sino que se vio obligada a entregar a los insaciables griegos lo que le quedaba de Tracia, perdiendo así definitivamente la salida al Egeo. En 1923, Grecia expulsó del territorio conquistado a unos 250.000 búlgaros y los sustituyó por refugiados griegos llegados de Anatolia.

Boris III (1894- 1943) fue apodado el ‘zar pacificador’. Asumió sus funciones el 4 de octubre de 1918. Se inclinó por el cristianismo ortodoxo, más por razones políticas que personales. Consiguió un importante respaldo popular, pero intervino de forma autoritaria en las tareas de gobierno. Persiguió a los comunistas; se cree que participó de alguna forma en el golpe de estado que, apoyado por el ejército y clases medias,  derrocó a Stamboliski, líder de la Unión Popular Agraria, que resultó asesinado.

Durante los años siguientes, se produjeron sucesivas conspiraciones y también dos atentados, amén de una insurrección comunista, duramente reprimida. Finalmente, tras un nuevo golpe de estado, el gobierno de Bulgaria se convirtió en 1934 en una dictadura plena, con abolición de los partidos políticos.

La política exterior se caracterizó por la precaución y el oportunismo, tendiendo siempre a lograr la revisión de las pérdidas sufridas en el Tratado de Neuilly. 


En 1940, con beneplácito alemán, logró la cesión por Rumania de la Dobrudja del Sur, recuperación ésta que ha perdurado hasta nuestros días. En 1941 se adhirió al Eje, pero no declaró la guerra a la URSS; sus operaciones bélicas se dieron en los teatros de  Grecia y Yugoslavia. Por otra parte, se negó a entregar los judíos búlgaros a las autoridades alemanas.

Boris III murió en Sofia el 28 de agosto de 1943, en circunstancias no aclaradas. Fue sucedido por su hijo Simeón II, nacido en 1937; la gobernación del Estado fue asumida por un Consejo de Regencia presidido por su tío Kyril y tutelado por los alemanes.

Al volverse la guerra en contra de Alemania, los dirigentes búlgaros intentaron en vano un acuerdo con los aliados occidentales. El 5 de septiembre de 1944, la URSS, cuyos ejércitos ya estaban en Rumania, declaró la guerra a Bulgaria. Ésta capituló y el nuevo gobierno declaró la guerra a Alemania y retiró las tropas de Grecia y Yugoslavia.

El 16 de septiembre, los soviéticos entraron en Sofia (ocuparon el país hasta finales de 1947). El 29 de octubre se firmó una paz con Moscú, y el poder pasó a manos de los comunistas. El 1 de febrero de 1945, el príncipe regente Kyril, junto con varios ministros y consejeros, fue asesinado tras una parodia de ‘juicio popular’ celebrado el mismo día.

La República Popular fue proclamada el 15 de septiembre de 1946 con el consiguiente exilio del pequeño Simeón. Como ya quedó dicho, en el Tratado de París de 1947 Bulgaria consiguió retener la Dobrudja del Sur.

No vale la pena detenerse demasiado en los detalles del periodo abierto en 1945. A partir de 1947, se produjeron las consabidas purgas de dirigentes no comunistas y, a continuación, las de dirigentes no suficientemente stalinistas. De forma paralela, se iniciaron los procesos de colectivización. Durante casi todo el periodo, y hasta su final, el Gran Hermano fue Todor Jivkov.

No hubo en la República Popular de Bulgaria un proceso de ligera relajación, tal como, con variantes, se observó en Polonia, en Checoslovaquia y, desde 1956, en Hungría. Antes al contrario, en fecha tan avanzada como 1988, el régimen del camarada Jivkov  aún desprendía cierto olorcillo de viejos tiempos (paneles públicos con fotos de héroes del trabajo, farmacias vacías, exámenes políticos previos al ingreso en centros universitarios y un largo etcétera), lo que no era óbice para que funcionara por doquier el más descarado mercado negro de divisas, con plena anuencia del gobierno.


Como rasgo castizo del régimen, no podía faltar la escasa simpatía hacia la minoría turca. En el periodo 1985- 1989, el gobierno de Jivkov intentó asimilar por la fuerza a dicha minoría, en su mayor parte concentrada en zonas rurales del NE y SE. 

Con la introducción de nuevas leyes, aparte del cierre de mezquitas, se prohibió la educación en turco y se  intentó borrar su identidad. Los turcos fueron obligados a cambiar sus nombres por otros eslavos, y unos 300.000 emigraron. (Esas leyes fueron derogadas con el cambio de sistema en los primeros meses de 1990. Según el censo de 2001, había 746.664 turcos en Bulgaria, constituyendo la mayoría absoluta en la provincia de Kardzhali).

Desde fecha más bien temprana, se prestó gran atención a la filatelia  como medio de propaganda, lo cual significa emisiones numerosas y cuidadas, buena calidad, bajo precio y fomento de su difusión por todo el mundo. Lo antedicho es común a todos los países del llamado ‘socialismo real’, por lo que no será necesario repetirlo en cada uno de ellos.


En 1989, Bulgaria no fue una excepción en el proceso de derrumbamiento del sistema comunista. Pronto empezaron las manifestaciones; en noviembre, Todor Jivkov fue depuesto e inculpado de corrupción (tres años más tarde sería condenado a 7 años de prisión). Su sucesor, Mladenov, en rapidísima transmutación, convirtió el Partido Comunista en Partido Socialista.

En las primeras elecciones libres de 1990, los socialistas obtuvieron todavía 211 escaños de los 400 de la Asamblea. Sin embargo, dada la presión popular, compartieron el poder con la oposición, liderada por la Unión de Fuerzas Democráticas. Tras una nueva Constitución, la UFD obtuvo en 1991 110 escaños, y 108 el PS.

Como en otros antiguos estados comunistas, Bulgaria encontró la transición a la economía de mercado más costosa de lo esperado: crisis económica, inflación disparada, incompetencia gubernamental y escándalos de corrupción.

La situación fue aprovechada por el ex –zar Simeón, que había regresado en 1996 al país tras haberlo abandonado en 1946, como vimos, con sólo 9 años. Se supone que, antes de volver, practicó la curiosa costumbre búlgara de decir 'sí' o 'no' con la cabeza al contrario que los demás mortales. Ahora era un próspero empresario, había vivido en España, adoptó el nombre civil de Simeón Sajonia-Coburgo-Gotha (en búlgaro Sakskoburggostski) y formó su propio partido, que ganó las elecciones de 2001. Gobernó hasta el 2005, cuando se formó un gobierno de coalición.


Entre 2001 y 2005, el país impulsó reformas del mercado encaminadas a alcanzar los niveles exigidos por la Unión Europea. Consiguió crecer, el desempleo cayó desde la altura del 20% y la inflación fue controlada, pero los ingresos y el nivel de vida permanecieron bajos. Ingresó en la UE en enero de 2007 (el cirílico se convirtió en el tercer alfabeto oficial), pero las relaciones posteriores no han sido fáciles. No forma parte de la zona Schengen.

Después de que una serie de informes pusieran de manifiesto que el gobierno búlgaro no había resuelto con efectividad los problemas de corrupción y crimen organizado, la UE anunció en julio de 2008 que iba a suspender la ayuda prevista por valor de cientos de millones de euros. 


Tras un nuevo requerimiento en el mismo sentido en septiembre de 2010, Francia y Alemania anunciaron que bloquearían el acceso de Bulgaria a la zona Schengen hasta que se hicieran progresos irreversibles en las áreas indicadas.

Otra causa de fricción ha sido la vieja central nuclear de Kozloduy, que genera 1/3 de la electricidad búlgara. Por el profundo recelo ante la seguridad de la misma, se exigió para el ingreso en la UE el cierre de 4 de los 6 reactores (2 cerraron minutos antes del momento de la entrada oficial). Bulgaria resucitó planes para la construcción de una central más moderna, pero más tarde han sido suspendidos por falta de fondos.


En 2009 los votantes castigaron a la coalición anterior, liderada por los socialistas, por fallar en el cumplimiento de sus promesas de limpieza del país. Resultó jefe del gobierno Boiko Borisov, antiguo colaborador de Simeón y líder del GERB, partido de centro-derecha, cuya campaña electoral se centró en promesas de encarcelar a funcionarios corruptos y jefes de la mafia, y en sacar al país de su peor hundimiento económico durante años. En octubre de 2011 fue elegido Rosen Plevnaliev, del mismo partido, como Presidente de la República.

En mayo de 2013, las elecciones parlamentarias han dado la mayoría al partido conservador de Borisov, pero no la absoluta. El porvenir político sigue siendo por tanto incierto.
Dos tercios del suelo cultivable están dedicados a cereales diversos. Los cultivos industriales de tabaco, algodón y girasol suponen una mayor rentabilidad. En el proceso de privatización, se ha producido una gran parcelación que no ha beneficiado a las explotaciones.

En la industria destaca la siderurgia, la química y los textiles. Carece casi por completo de petróleo, lo que crea gran dependencia exterior en materia energética. Posee yacimientos importantes de carbón y lignito, que mantienen las centrales térmicas y la siderurgia.

La deuda externa, unida a los retrasos en los procesos de privatización y modernización, han perjudicado el ritmo de su desarrollo. La inversión extranjera creció espectacularmente en 2003 y 2004, pero quedan por superar los problemas ya aludidos y, además, la pérdida de mano de obra cualificada, que emigra en busca de mejores salarios.


Según datos de 2013, la tasa bruta de migración es de -2,86 hab/mil, y el crecimiento total, -0,81%. La esperanza de vida es 74 años y el número medio de hijos por mujer, 1,43. Está dividida en los siguientes grupos étnicos: búlgaros, 76,9%; turcos, 8%; gitanos, 4,4%. En cuanto a confesiones religiosas, 59,4% de ortodoxos; 8,17% de musulmanes; 0,6% de católicos; 0,5% de protestantes; sin religión conocida 31,1%.

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