SUDÁN
Capital: Jartum
Forma de gobierno:
Rca. Federal presidencialista
Fecha de
independencia (de Egipto/Reino Unido): 1 de enero de 1956
Superficie: 1.861.484
Km2 (16º)
Población: 34.847.910
hab (36º) Densidad: 18,7 hab/Km2
PIB/cápita: 2.600 $
(181º)
Miembro de: Liga Árabe, UA
En las primeras
noticias llegadas a nosotros, el territorio sudanés aparece con el nombre de
Nubia, que designa en la actualidad sólo a una zona del Sudán septentrional
cubierta hoy en parte por las aguas del Lago Nasser, formado por la presa de
Asuán.
En la lengua de los
antiguos faraones, ‘nub’ significa oro, que, como es sabido y a consecuencia de
la codicia humana, suele ser causa de guerras, invasiones y deportaciones. Todos estos males se abatieron sobre las tierras de que tratamos; el pueblo
nubio fue reserva de esclavos para Egipto, que influyó en su cultura y, a su
vez, al final del periodo faraónico, fue influido por ésta.
Más tarde, cuando se
produjo la expansión del Islam, Sudán estuvo más o menos sometido a los
mamelucos de Egipto y después al Imperio Otomano. En definitiva, el territorio quedó
sumido en el olvido.
A partir de 1820,
Mehmet Alí, originario de Albania, pachá
de Egipto y sólo teóricamente súbdito del sultán otomano, emprendió por su
cuenta una campaña expansionista de amplias miras. No procede detallar aquí
todos los objetivos de la misma, sino únicamente constatar la pretensión de
dominar todo el Sudán, incluso su extremo Sur, conocido entonces por el nombre
de Ecuatoria.
Esta última era
empresa difícil, no sólo porque la vía fluvial del Nilo, al sur de la
confluencia de sus dos brazos en Jartum, quedaba interrumpida por extensas ciénagas cubiertas de vegetación,
sino también porque Ecuatoria era tierra lejana a la que prácticamente no había
llegado el Islam (aunque sí algo el cristianismo), dividida en tribus; tierra
donde florecía el comercio de esclavos, en el que participaban mercaderes
árabes, jefes locales y formaciones militarizadas de antiguos esclavos que no
obedecían sino a sus propios jefes (algo así como los mamelucos medievales). El
lector avisado habrá adivinado que nos estamos refiriendo a lo que hoy es el
estado de Sudán del Sur.
Los egipcios
dividieron todo el Sudán en diversos territorios guarnecidos por tropas de
dudosa eficacia, con frecuencia encuadradas por oficiales otomanos, a los que
los sudaneses odiaban. Al frente de algunos de esos territorios colocaron, siguiendo
una práctica insólita hoy, pero normal en la época, a jefes militares de
prestigio procedentes de diversos ejércitos europeos. Uno de ellos era el
general Gordon.
Gordon no era, contra lo que a veces se cree, un
aventurero, sino que había seguido una carrera convencional en el ejército
británico, distinguiéndose en la guerra de Crimea y participando en la tarea de
fijación de fronteras en Besarabia. Después, contratado por el emperador chino,
se distinguió aún más en la larga y feroz guerra civil Taiping. Era hombre de
profundo sentido del deber y acendradas convicciones religiosas.
Desempeñó cargos
militares en el sur del Sudán entre 1874 y 1879. En 1884, cuando ya los
intereses británicos y egipcios coincidían, aceptó por sugerencia del gobierno
inglés la defensa de Jartum, amenazado por los llamados derviches,
protagonistas de un extenso y feroz movimiento de rebelión del tipo que hoy
llamaríamos fundamentalista islámico, comenzado en 1881 y dirigido por Muhammad
Ahmad, que asumió el título de ‘Mahdí’, que equivale a ‘enviado de Alá al final
de los tiempos’.
Téngase en cuenta
que, en 1882, Gran Bretaña había ocupado militarmente Egipto, con pleno
desprecio del Derecho Internacional, imponiéndole un protectorado que resultó
muy efectivo, no como la teórica subordinación a la Sublime Puerta.
Naturalmente, lo que más le interesaba a Inglaterra era controlar el canal de Suez, en la
ruta hacia la India, pero, de hecho, intereses egipcios y británicos estaban ya
entrelazados y van a seguir estándolo hasta 1956.
Al gobierno inglés no
interesaba en aquel momento comprometerse en el lejano Sudán. Por eso ‘envió’
sólo a Gordon, que quedó sitiado en Jartum con sus insuficientes tropas
egipcias. Después las presiones y protestas
de la opinión pública obligaron a enviar tropas que, tras notables retrasos,
llegaron demasiado tarde: el 26 de enero de 1885 Jartum cayó y Gordon resultó
muerto, convirtiéndose en un mito.
Inglaterra se tragó
el sapo y retiró las tropas. Dos meses después de su victoria murió el Mahdí,
pero tuvo sucesores. La región siguió en poder de los derviches, que
convirtieron Ondurmán, lugar de enterramiento del Mahdí y meta de continuas y
masivas peregrinaciones, en el centro más poblado del Sudán, junto a la casi
fantasmal y semivacía Jartum.
Pero en 1899 las
circunstancias habían cambiado e Inglaterra estaba decidida a apoderarse del
Sudán. No sólo nos hallamos en la fase álgida de la ‘carrera colonial’, sino
que en ese momento parecía factible el gran proyecto de la línea férrea El
Cairo– El Cabo, ideado por Cecil Rhodes como una especie de columna vertebral
de los dominios británicos en África Oriental y Meridional. Tal proyecto exigía
el dominio del Sudán, de norte a sur. El ferrocarril en cuestión nunca llegó a
construirse, pero el proyecto jugó su papel.
Había otra razón
conectada con ésta: la ambición francesa de construir a su vez otro ferrocarril
Brazzaville– Djibouti, uniendo sus posesiones atlánticas con el Mar Rojo, lo
que implicaba apoderarse de al menos una parte del Sudán. Como Inglaterra no
estaba dispuesta a tolerarlo, esto llevó al ‘incidente de Fachoda´, del que en
seguida hablaremos.
Un ejército
angloegipcio, apoyado por cañoneras, remontó el Nilo. Iba dirigido por
Kitchener, al que ya hemos aludido en otra entrada a propósito de su posterior
intervención en la guerra boer. La victoria decisiva se obtuvo en Ondurmán, el
2 de septiembre de 1898, restando ya después únicamente operaciones de limpieza.
Diremos como inciso
que esta campaña, en la que por cierto participó un joven oficial llamado Winston
Churchill, sirvió de telón de fondo a una de las más celebradas novelas de la
época, ‘Las cuatro plumas’, de A.E.W. Mason, llevada en varias ocasiones a la
pantalla.
Kitchener prosiguió
río arriba con sus tropas. Pocos días después, el 18 de septiembre, el nombre
de Fachoda saltó a las primeras páginas de los periódicos. Era una pequeña
aldea en la orilla del río, donde los británicos se encontraron con la misión
francesa del comandante Marchand (150 fusileros africanos dirigidos por
oficiales franceses), que tenía el objetivo ya señalado antes y esperaban refuerzos de Djibouti. Habían llegado
el 10 de julio.
Kitchener intimó al
francés a que se retirara. Marchand se negó a hacerlo sin instrucciones
expresas de su gobierno, y unos y otros se atrincheraron frente a frente. En el
lugar no se disparó una sola bala, pero la histeria nacionalista e imperialista
estalló en Londres y en París.
El poder naval británico, esencial en un
eventual conflicto tan lejano, determinó que Francia cediese (3 de noviembre),
pero la excitación chauvinista perduró algunos años. Por esa razón, la ‘Entente
Cordiale’, alianza encaminada a formar un frente común en la ya más o menos prevista guerra contra Alemania, no se formalizó hasta 1904, y eso por la bien
conocida afición de ‘Eddie’ (entiéndase
el nuevo rey inglés Eduardo VII) a la vida nocturna y a los burdeles de lujo de
París, que lo convirtió en un embajador muy especial.
Quedémonos con el
dato de que fue en 1904 cuando Francia reconoció el condominio anglo-egipcio
sobre el Sudán, a cambio de que el Reino Unido le reconociera a su vez manos
libres en Marruecos, otra pieza apetecida y discutida del rompecabezas
africano.
Cuando en 1922 Gran Bretaña reconoció (formalmente, pero continuando la ocupación militar) la
independencia de Egipto, el nuevo reino reivindicó inmediatamente sus antiguos
derechos sobre Sudán; la respuesta británica fue decretar la expulsión de todos
los funcionarios egipcios.
Sin embargo, en 1953,
un acuerdo anglo-egipcio estipuló que Sudán alcanzaría la independencia en
1956. El motivo de esta decisión era la primacía del partido independentista
sudanés (apoyado por Londres) sobre el filoegipcio.
Así, el 1 de enero de
1956 nació el Sudán independiente; pero nació con una pesada hipoteca: la
oposición entre las regiones septentrionales, arabizadas y de religión
islámica, y las meridionales, de población negra y de religión cristiana o de
creencias animistas.
Ya el año anterior a
la independencia, los sudaneses del sur se embarcaron en la llamada Primera
Guerra Civil Sudanesa.
Después de 1956, se
sucedieron una serie de gobiernos, entre ellos uno militar de 1958 a 1964,
ninguno de los cuales logró la aceptación de una constitución permanente ni
solucionó los problemas de facciones en pugna, estancamiento económico y
disidencia étnica y religiosa del Sur, representando éste el 30% de la
población total del país.
Motivo de fricción
fueron también las diferencias económicas entre una zona y otra, pues, durante
el régimen colonial británico, la atención se centró en la zona norte.
La insatisfacción
culminó en un segundo golpe militar en 1969; su líder, el coronel Al Numeiry,
se convirtió en primer ministro, aboliendo el parlamento e ilegalizando todos
los partidos. Siguieron más años de consabidos roces militares entre las
zonas septentrional y meridional.
En 1972 parece asomar un signo positivo: Al Numeiry creó
un estado federal que incluía tres departamentos autónomos en el Sur,
llegándose incluso a un acuerdo para el reparto de las utilidades del petróleo,
tema éste del que ya hablaremos. Pero en 1983 vino la marcha atrás, de la mano
del auge del fundamentalismo islámico: además de implantarse la sharia o ley
islámica, se suprimió el federalismo del Sur, lo que a su vez provocó la
Segunda Guerra Civil.
Debido a la escasez
de combustible y pan, a la insurgencia creciente de los meridionales, a la
sequía y consiguiente hambruna, tiene lugar en abril de 1985 otro golpe
dirigido por el general Al Dahab, que restauró un gobierno civil. Sin embargo,
la continuación de los problemas una y otra vez citados determina que, en 1989,
el general Omar Al Bashir se convierta en presidente y jefe del estado, primer
ministro y comandante de las fuerzas armadas.
Al Bashir sigue hoy
en el poder. Aunque el régimen se autodefine como federal, democrático y
representativo, si bien que presidencialista, la opinión pública internacional
lo califica cuando menos de autoritario, teniendo en cuenta el control que el
Partido del Congreso Nacional ejerce sobre todas las ramas y sectores de la
población desde su fundación en 1996.
Por si las mieles y
delicias ya citadas de esta tierra, al Este del Edén, fueran pocas, en 2003 se
inició en el oeste el conflicto de Darfur, que merece ser tratado luego
separadamente.
Por fin se celebró en
el sur el año 2011 un referéndum preparatorio de la escisión del país en dos
territorios nacionales, uno al Norte musulmán y pro-árabe (lo repetiremos una
vez más), y otro al Sur de tendencia tradicional, cristiana y animista. Votaron
por la escisión el 98,83% de los electores que concurrieron a las urnas en
cantidad muy superior al requisito de 60% de participación.
Así nació el 9 de
julio de 2011 Sudán del Sur, del que ya nos ocuparemos. Hablemos ahora un poco
del conflicto de Darfur.
Darfur es una región
situada al oeste del Sudán, fronteriza principalmente con el Chad, y cuenta con
493.180 Km2. Se trata de una meseta árida, desierto de arena al N y sabana al
S.
Allí se produjo un violento enfrentamiento, que sigue todavía hoy su curso, entre los Yanyauid,
milicianos formados por miembros de las tribus Abdala (criadores de camellos de
etnia árabe), y por otra parte miembros de las tribus Baggara, principalmente
agricultores. No hay aquí diferencias religiosas; todos son musulmanes.
Parece a primera
vista una variante africana del enfrentamiento entre ganaderos y agricultores,
con intereses opuestos, que nos han presentado tantas películas norteamericanas,
aunque aquí con dimensiones brutales en cuanto a número de participantes y armas
utilizadas. Pero el hecho de que los agricultores sean negros y de que el
gobierno de Jartum decidiera en su momento apoyar a los milicianos Yanyauid,
incluso con aviación, aun sin reconocerlo oficialmente, da al conflicto un
cierto hedor de limpieza étnica racista.
A los lectores
aficionados al cine se les recuerda que en la película ‘El jardinero fiel’,
basada en la novela de Le Carré, se visualiza con realismo uno de los típicos
ataques de esta guerra, no menos real por el hecho de no haber sido declarada.
No existe acuerdo en
cuanto al número de muertos hasta la fecha; la cifra que parece más correcta es
de 400.000, aparte de más de 2 millones de refugiados, sobre todo en Chad. La
Unión Africana envió en 2004 tropas de interposición, y la ONU se hizo cargo de
esa tarea a fines de 2007, pero ni unos ni otros parecen haber conseguido gran
cosa.
El conflicto, que
parece inacabable, ha provocado además tensión en las relaciones entre Sudán y
Chad, acusándose mutuamente ambos países de violaciones de la frontera.
La ONU,
como tan a menudo sucede, no se ha mostrado muy ágil, en todo caso menos que el
Tribunal Penal Internacional de Justicia, que ha acusado al presidente Bashir
de crímenes de guerra, acusación por lo demás de carácter meramente moral y no
efectivo.
Como cabe suponer, la
pobre infraestructura de los transportes y la falta de apoyo del gobierno de
Jartum han obstaculizado de forma crónica la asistencia humanitaria a las poblaciones
civiles afectadas.
Una pincelada
geográfica referida al Sudán actual, después de la secesión: está constituido
fundamentalmente por una meseta vasta y plana, recorrido de S a N por el Nilo.
Al sur y a poca distancia de Jartum se unen los dos brazos del gran río. Desde
el SE llega el Nilo Azul, de las montañas de Etiopía, con curso más rápido y
mayor caudal. Desde el SO llega el Nilo Blanco, que nace en el lago Victoria,
brazo más largo y de curso más tranquilo.
La meseta, con una
altitud media de 400 m, se eleva gradualmente hacia el NE, a lo largo de la
costa del Mar Rojo, formando un reborde que llega a los 2.260 m. El Oeste está
formado por amplias superficies tabulares y por alturas planas debidas a la
erosión diferencial.
El clima es desértico
o estepario, según zonas, con marcados caracteres de continentalidad. Sólo la
franja costera del Mar Rojo presenta cierta influencia marítima, pero en todo
el país las precipitaciones medias anuales no pasan de 370 mm.
Es una nación
extremadamente pobre, enfrentada, como hemos visto, con conflictos sociales,
guerras civiles y con la secesión de una región que proporcionaba ¾ de la
producción petrolífera. El petróleo supuso un porcentaje importante del PIB
desde que comenzó a ser exportado en 1999. Durante casi una década, Sudán se
benefició del incremento de la producción, la subida de precios del crudo e
inversiones sustanciosas del extranjero.
Desde 2011, aun
contando con algunos pozos y con los derechos de paso del petróleo de Sudán del
Sur (país sin costas) hasta los puertos de embarque, sigue por el momento
planteado el reparto de beneficios entre los dos países.
Sudán trata de
aumentar otras fuentes de ingresos, como la producción de oro y algodón, al
tiempo que pone en marcha un plan de austeridad para reducir gastos. Pese a
ello, el valor de su divisa sigue descendiendo.
Los conflictos
persistentes y la falta de infraestructura básica, permaneciendo la mayor parte
de la población ligada a la agricultura de subsistencia, hacen prever que buena
parte de ella se mantendrá bajo la línea de pobreza en los próximos años.
En Sudán conviven
mejor o peor 597 tribus que hablan unas 400 lenguas o dialectos, y que, desde
el punto de vista cultural se pueden agrupar así: africanos negros arabizados
(pero también árabes de origen egipcio, no negroides) y africanos negros no
árabes.
Las lenguas oficiales
son el árabe y el inglés; está en marcha un programa de ‘arabización’. Casi
toda la población son musulmanes sunníes. La población urbana es de sólo un 33,2%.
La fertilidad es de
4,05 hijos/mujer, y la esperanza de vida, 63 años. La tasa de alfabetización,
si decidimos creerlo, del 72%.
SUDÁN DEL SUR
Capital: Juba
Forma de gobierno:
República
Fecha independencia
(de Sudán): 9 de julio de 2011
Superficie: 644.329
Km2 (42º)
Población: 11.090.104
(77º) Densidad: 17,2 hab/Km2
PIB/cápita: 1.100 $
(212º)
Miembro de: UA
(solicitado ingreso en la Commonwealth)
Las fronteras del más
reciente estado independiente del mundo no están aún totalmente fijadas.
Existen dos zonas disputadas: al norte Abyel, con Sudán, estando previsto un
plebiscito en fecha sin determinar; al SE el triángulo de Ilemi, con Kenia.
No es necesario
repetir una vez más el rosario de diferencias, enemistades e incluso guerras
que llevaron a la secesión en 2011 de las provincias otrora designadas con el
nombre genérico de Ecuatoria. Se trataría de un final feliz, utilizando una
expresión un tanto vulgar, si los neonatos al concierto de naciones, provistos
ya de ese documento internacional de identidad que es la admisión en la ONU, se
hubieran dedicado en paz a consolidar y desarrollar su nueva
nacionalidad tan difícilmente conseguida.
Por desgracia, no ha
sido así. Prácticamente desde el primer momento, ahora en esta zona, ahora en
esotra, ha habido turbulencias, agitaciones e incluso situaciones tan curiosa
como la práctica habitual del abigeato (cuatreros, para entendernos mejor) por alguna tribu a costa de las vecinas.
Pero lo que empezó el
15 de diciembre de 2013 es algo más grave y peor. El enfrentamiento entre el
presidente Salva Kiir y su ex– vicepresidente Rick Machar, iniciado en la
capital, ha derivado en pocos días a un conflicto militar que afecta a buena
parte del país
Lo que inicialmente
parecía una cuestión de rivalidades personales, ha ido adquiriendo, conforme
pasaban los días, un cierto carácter, aún confuso, de enfrentamiento étnico,
asunto mucho más grave.
Machar lidera una
coalición poco sólida de desertores del ejército, algunos grupos étnicos y
señores de la guerra, sin otro punto de unión que la oposición al presidente.
Dicho en otras palabras, los rebeldes se muestran inexpertos, sin plantear
ninguna reforma política, sólo la remoción de una docena de altos cargos.
La guerra, aunque más
larga de lo que se esperaba, terminará con toda probabilidad pronto, y con
triunfo de los gubernamentales, que van ganando terreno de forma lenta pero
continua. Hoy, 13 de enero, cuando esto se escribe, se han reanudado las
conversaciones en Adis Abeba, si bien algunos especialistas consideran que la
huella que puede dejar la guerra en el país acaso sea más que superficial.
Sudán del Sur está
mayoritariamente cubierto por bosques tropicales, pantanos y pastizales. El
Nilo Blanco atraviesa el país, pasando por la capital, Juba (que por lo demás
no tiene más de 300.000 habitantes). La mitad de las aguas de dicho Nilo
Blanco se pierde en los pantanos, en tanto que la vegetación la absorbe y los
animales la beben. Esta zona pantanosa, situada en el centro del país, supone
significativos recursos para el ganado y los animales salvajes.
Las áreas protegidas
albergan algunas de las poblaciones de vida silvestre más espectaculares e
importantes de toda África, destacando diversos tipos de antílopes, jirafas,
elefantes y leones.
Es uno de los países
más pobres del mundo, con la mayoría de su población dedicada a la agricultura
y ganadería de subsistencia, pero, aparte de potenciales riquezas minerales,
posee ricos pozos de petróleo, que proporcionan más del 98% de los ingresos
nacionales.
Tras la independencia,
el 85% de ellos quedan en Sudán del Sur, pero, como éste no tiene salida al
mar, ha de ser transportado 1.500 Km por un oleoducto hasta las refinerías de
Port Sudan, en la costa del Mar Rojo, o sea, en la nación vecina.
Esto plantea el
problema del reparto de beneficios. Antes de la independencia, cuando se
concedió la autonomía a tres provincias del sur, se acordó el reparto de las
utilidades al 50%. Pero más tarde, al revocarse las autonomías, el sistema
quedó sin efecto. Hubo fricciones al respecto tras la independencia, pero es
seguro que se llegará a un acuerdo firme, pues ambas partes necesitan
desesperadamente las rentas del petróleo, que por cierto va en su mayor parte
para China.
Sudán del Sur tiene todavía más grupos étnicos, con sus respectivas lenguas, que su vecino del norte, que ya es decir. Las más numerosas son la Dinka (35,8%) y la Nuer (15,6%).
Los idiomas nacionales son el inglés y el árabe (éste con variantes sudanesas). La Constitución considera a todas las lenguas indígenas del país como ‘nacionales’, pero prescribe también que el inglés será el idioma de trabajo, así como el de la educación en todos los niveles. Como detalle curioso, un grupo de unos 600 sudaneses, refugiados en Cuba durante la guerra civil, habla con fluidez el español, siendo conocidos como ‘los cubanos’.
Sudán del Sur tiene todavía más grupos étnicos, con sus respectivas lenguas, que su vecino del norte, que ya es decir. Las más numerosas son la Dinka (35,8%) y la Nuer (15,6%).
Los idiomas nacionales son el inglés y el árabe (éste con variantes sudanesas). La Constitución considera a todas las lenguas indígenas del país como ‘nacionales’, pero prescribe también que el inglés será el idioma de trabajo, así como el de la educación en todos los niveles. Como detalle curioso, un grupo de unos 600 sudaneses, refugiados en Cuba durante la guerra civil, habla con fluidez el español, siendo conocidos como ‘los cubanos’.
En cuanto a la
religión, faltan datos fiables. Se estima que un 70% profesa el cristianismo
(36% católicos, 20% miembros de la Iglesia Anglicana del Sudán; el resto,
coptos o iglesias protestantes varias). Un 4% profesa el Islam; un 20%,
religiones animistas tradicionales.
La población urbana
no excede del 18%. La mortalidad materna es la más alta del mundo:
2.054/100.000 nacidos vivos. La tasa de natalidad, 5,54 hijos/mujer. Es un
pueblo joven, con una media de edad actual de 16,5 años, y con un índice de
crecimiento del 4,23%.
No existen datos
disponibles sobre la esperanza de vida. La tasa de alfabetización es del 27%.
No hay comentarios:
Publicar un comentario