domingo, 15 de mayo de 2011

SELLOS AUTÉNTICOS Y FALSOS



¿QUIÉN HA EMITIDO SELLOS AUTÉNTICOS?

No todos los sellos han sido emitidos por entidades estatales o que pretendían (o pretenden) llegar a serlo. Existen otras categorías, cuya autenticidad no se pone generalmente en duda.
Tenemos, en primer lugar, los emitidos por Compañías privilegiadas (las llamadas “Chartered Companies”), muy propias del Antiguo Régimen, pero algunas de las cuales todavía existían en la época de la filatelia. 

Su privilegio, aparte del monopolio comercial, les permitía participar en funciones públicas, como la administración del territorio (y en su caso y época, emitir sellos). La Compañía Británica de África del Sur (léase Cecil Rhodes) lo hizo desde 1890 a 1924. La portuguesa Compañía de Mozambique, de 1892 a 1942, y la Compañía de Nyassa hasta 1929.

Hay casos especiales, como la Soberana Orden de Malta, que se examinará en su momento, o como los primeros sellos emitidos en Uganda en 1895, confeccionados por unos misioneros con una máquina de escribir.

También han emitido sellos determinadas unidades militares, “cuerpos francos” que no actuaban en nombre de un estado: es el caso del Cuerpo Polaco y de la Legión Checoslovaca en Siberia, durante la guerra civil rusa; o de la L.V.F.(Legión de voluntarios franceses contra el bolchevismo) y de la Legión Flamenca en la Segunda Guerra Mundial.


Marruecos 1893
Más complejo es el supuesto de las empresas privadas con fines de lucro y creadas, en todo o en parte, con finalidad postal. Piénsese que en los Estados Unidos funcionaron solamente las llamadas “emisiones de los maestres de postas” de 1846 a la primera emisión general de 1847. Podrá hablarse de “prefilatelia”, pero en los Estados Confederados pasó en 1861 exactamente lo mismo hasta sus primeras emisiones generales. 

Brasil. Cía.Cóndor 1927
En Marruecos, el servicio de correos entre diversas ciudades fue prestado por empresas particulares, españolas o francesas, con sus respectivos sellos, de 1891 a 1909. En Brasil, las compañías Cóndor, ETA y Varig explotaron las diferentes redes aéreas del país entre 1927 y 1934; sus sellos eran admitidos y obliterados de manera regular por la Administración postal brasileña.

Hoy día la cuestión se ha complicado en dos sentidos contradictorios: por una parte, se discute el carácter “filatélico” de las estampillas de ciertas empresas privadas que colaboran con la Administración postal (como ocurre en la isla de Lundy, al norte de Gran Bretaña), pero por otra se plantea el tema de la tendencia a la privatización de los servicios postales.


SELLOS AUTÉNTICOS, FALSOS Y MERAMENTE DISCUTIBLES
 
En un sentido purista estricto, sólo habría que considerar sellos auténticos a los emitidos por los gobiernos de Estados miembros de la U.P.U., admitiendo, todo lo más, a los procedentes de gobiernos “serios” en el exilio temporal y a los puestos en circulación por algunos países que con ellos quieren representar sus respectivas reclamaciones sobre eventuales zonas de la Antártida, para cuando sea posible su desmembración. Los restantes quedarían como mucho relegados al limbo de los “sellos locales de servicio interior”.
Sellos falsos españoles

Un criterio tan rígido como éste quizá pudo ser adecuado en los primeros tiempos de la filatelia, pero hoy, con todo lo que ha sucedido en el siglo XX y lo que va del XXI, parece excesivo. Resulta más lógico permitir, sin dogmatismos previos, que sea cada coleccionista quien determine a qué categorías de las que se va a citar se extenderá su benevolencia. Sin olvidar que incluso los sellos falsos, falsos pueden figurar como curiosidad y hay a quienes les place reunirlos. Así, podemos diferenciar:
Sobrecargas falsas

a) Sellos falsos de toda falsedad. Siempre se han falsificado sellos, pero no siempre igual ni con el mismo propósito. Aquéllos de alto valor por su rareza han sido falsificados como ocurre con un cuadro, para obtener un alto provecho en la operación. Ni siquiera es necesaria la falsificación total; basta ocultar una imperfección (por ejemplo en el dentado), fingir un error de impresión que revalorizaría considerablemente el ejemplar o contrahacer una sobrecarga, método muy socorrido (véase como ejemplo las sobrecargas falsas sobre sellos argentinos de la foto adjunta o la muestra un poco más abajo del maquillado de un sello de EE.UU.). De ahí que durante mucho tiempo se emplearan como prevención las llamadas filigranas (marcas al agua normalmente no apreciables a simple vista), controles rigurosos durante el proceso de impresión para retirar y destruir los pliegos con errores, etc. Hoy se pueden realizar peritajes con sistemas altamente sofisticados.
Lavado y maquillado de un sello

Pero al mismo tiempo que los sellos surgió otro tipo de falsificación, más artesanal. En una época de impresiones a menudo rudimentarias y de funcionarios postales todavía inexpertos, se falsificaban sellos de uso corriente o se eliminaban matasellos, no para vender los ejemplares, sino simplemente para reutilizarlos, ahorrándose el precio del franqueo. Lo más simple era eliminar el matasellos; por eso se empezaron a emplear tintas especiales para matasellos con las que quedaba el sello inservible si se trataban de eliminar. Tipo de falsificación ingenua, pero muy frecuente, que hoy resulta incluso entrañable.

Actualmente las falsificaciones se hacen a lo grande, con los medios más modernos, buscando el beneficio no en el margen, sino en la cantidad. Todavía es posible que al turista le ofrezcan, en las callejuelas de algún zoco oriental, series, elaboradas con técnicas modestas, de extraños países que nunca existieron. Sin embargo, habitualmente se trata hoy de grandes operaciones efectuadas por empresas importantes ubicadas en países desarrollados, que cuentan con las más avanzadas técnicas de impresión y, sobre todo, con una magnífica red de distribución, que les permite remitir grandes stocks a distribuidores y tiendas de filatelia de todo el mundo, las cuales generalmente las venden con perfecta buena fe. 


Son sellos estéticamente atractivos, por lo común formando series, unas veces pretendidamente de países reales y otras de países o territorios inventados. La ganancia no radica en la cantidad percibida por unidad, sino en la magnitud de lo distribuido y vendido. El engaño, en un mundo tan complicado desde el punto de vista de la Geografía Política, es fácil. Piénsese, por citar un ejemplo, en el número de colecciones que cuentan con atractivos sellos con la leyenda “State of Oman”; pues bien, todos son falsos: Omán existe, pero no utiliza esa denominación.

Más de una vez se ha pedido a la U.P.U. que elabore un catálogo para prevenir de estos sellos falsos. Siempre se ha negado, limitándose a publicar esporádicamente relaciones concretas, generalmente a petición de un estado que se considera dañado. Aduce que un catálogo propiamente dicho provocaría un aumento de la afición a coleccionarlos; la razón puede ser ésta o simplemente la tendencia a la molicie y a la holganza de los eventualmente encargados de elaborarlo.

b) Sellos con ilusiones de futuro. Son los emitidos en territorios determinados por los que aspiran a convertirlos en un país independiente o en parte de otro país vecino, pero sin haber logrado el reconocimiento de la comunidad internacional o, al menos, de un sector apreciable de ella. Naturalmente no forman parte de la O.N.U. ni de la U.P.U.; todo ello con independencia de lo ilusas que puedan resultar o no sus pretensiones. 

Si se emiten en el interior del país, circularán sólo en las zonas controladas por los descontentos; si lo son fuera, como es el caso de los que podríamos llamar “gobiernos en el exilio de larga duración”, habrían de contar con la cooperación de algún país amigo o protector para que sus sellos sean admitidos en él, asemejándose entonces a los sellos de propaganda de que a continuación se habla.

La gama es muy amplia, desde los sellos de Molucas del Sur, procedentes de un “gobierno” exilado en los Países Bajos desde 1948, hasta los emitidos por el gobierno tibetano en el exilio patrocinado (ya no presidido) por el Dalai Lama, pasando por una autoproclamada República de Somaliland, que aspira a surgir de los escombros, ya bastante considerables, de la República de Somalia; los del Frente Polisario, Abjazia y Osetia del Sur, Nagorno Karabaj, etc.

c) Sellos de propaganda. Descendemos un peldaño. Aquí la función postal ha desaparecido, y no hay siquiera una pretensión política más o menos concreta y próxima. Se trata únicamente del deseo de mantener alzada una bandera, por lo que pudiere ocurrir. Un ejemplo sería los sellos que en su día emitió el Frente Popular para la Liberación de Palestina, posiblemente en Jordania.

Otro tipo de propaganda es, en tiempo de guerra, sacar sellos caricaturizando los del país enemigo, ridiculizando sus símbolos y emblemas. Por ejemplo, existen (e incluso se valoran en algún catálogo) sellos hechos en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial parodiando otros británicos.

d) Sellos lúdicos. Aquí el valor postal es igual al que puedan tener los billetes del Monopoly. Se trata de un juego, normalmente complicado, frecuente sobre todo en ambientes anglosajones, consistente en crear un país imaginario (“micropaís”) y “gobernarlo”, con nombramientos, distinciones, decretos e incluso facciones políticas enfrentadas. 

El “estado” puede tener una base física (una plataforma abandonada, una pequeña isla despoblada) o no tenerla siquiera. Si la tiene, la presencia física real en su suelo es escasa y esporádica, pero hay quien ha organizado visitas turísticas concertadas. Puede también emitir sellos (lo de emitir moneda es más complicado), como Sealand, Redonda y Ocussi Ambeno (inventado éste último por un australiano; nada que ver con el Ocussi Ambeno auténtico, sito en Timor Oriental).

Hablemos ahora de sellos auténticos, perfectamente válidos desde un punto de vista formal, pero bastardeados por su finalidad, que no es realmente el servicio postal, sino el lucro puro y duro. El supuesto debe resultarnos familiar, después de lo ya explicado, mas aquí quien trata de lucrarse no es un particular avispado, sino un Gobierno. También en este caso podemos diferenciar varios supuestos:

1) Reimpresiones. Es el que parece más respetable, por ser el de mayor antigüedad y quizá también por atender no sólo al lucro, sino asimismo al deseo e interés de los filatélicos. Son tiradas de sellos hechas por la autoridad competente, cuando los originales han dejado ya de circular o tener valor postal. O sea, reproducciones elaboradas con las mismas planchas de origen (a veces algo deterioradas por el uso), copias autorizadas dirigidas a los coleccionistas y de precio mucho menor que el alcanzado por los originales. También la impresión y/o el papel suelen ser inferiores, probablemente de forma deliberada.

2) 'Sellos-basura'. Hubo una época, no muy lejana, en que determinados gobiernos con poco dinero y menos escrúpulos, inundaron el mercado con grandes tiradas de sellos, formando series, que se caracterizaban por ser grandes, nuevos (o con un pequeño matasellos en una esquina, llamado “de favor”), llamativos, que ni eran necesitados en el país en cuestión ni siquiera lo pisaban, estando dirigidos directamente a los mercados filatélicos. 

Con frecuencia el gobierno en cuestión llegaba a un acuerdo con una casa impresora (había intermediarios especializados) para repartirse los beneficios de la operación. Resultaba curiosa la estrepitosa discordancia entre la temática (casi siempre occidental, a menudo erótica) y la mentalidad, costumbres y realidad del país. Llegaron a todas partes; sin embargo, lógicamente despreciados por los catálogos serios, acabaron por cansar y se desvalorizaron.

Resultaron campeones de esta especialidad algunos de los Emiratos Árabes Unidos  en la época (1963-1973) en que cada emirato emitía sus sellos por separado, pero no fueron desde luego los únicos. En este blog y para entendernos, llamaremos a estos sellos "sellos-basura".

3) Actualmente, algunos países necesitados de divisas procedentes del mercado filatélico utilizan medios más sutiles, como multiplicar el número de ámbitos geográficos teóricos para los que emiten. En seguida se explica el truco. Los privilegiados son aquí los países insulares con muchas islitas y atolones. Véase el caso de San Vicente, en el Caribe, al que pertenece la mayoría de las islas llamadas Granadinas; pues bien, emiten sellos para todo el país, para las islas Granadinas en conjunto y asimismo para cada una de ellas. 

Tampoco es manco Tuvalu, un conjunto de atolones en el Pacífico Norte, con solamente 11.810 habitantes y recursos prácticamente inexistentes; emite para el conjunto de Tuvalu y, separadamente, para cada uno de los ocho atolones que lo componen (uno de ellos, Nukulaelae, cuenta con 393 habitantes, que aparentemente escriben muchas cartas).

Más imaginativo resulta el caso de las islas Seychelles, en el Océano Índico. A pesar de ser una meca turística, a nadie le amarga un dulce. De ellas dependen las llamadas “islas alejadas”, conjunto de 72 bancos arenosos y atolones coralinos con más tortugas que habitantes humanos; pues bien, se emiten tres tipos de sellos para las “islas alejadas”, diferenciados según esa denominación se exprese en una u otra de las variantes dialectales del criollo que se habla en el país.


4) Aún falta un último supuesto, mucho más extendido y ¡ay¡ mucho, muchísimo más próximo a nosotros. Se trata de las denominadas en español “hojitas-bloque: es una hoja, a veces numerada, que lleva impresos un número variable de sellos (comúnmente troquelados, para disimular). Los márgenes pueden estar en blanco o decorados con mayor o menor profusión.
Luxemburgo emitió la primera en 1921, con fines claramente conmemorativos, pero en los últimos años han proliferado de forma escandalosa. 


Están emitidas por la Administración Postal y en teoría pueden utilizarse para el franqueo, sin más que tomar una tijera y desprender los sellos, o pegando en el sobre toda la hoja;  pero, naturalmente, a nadie en sus cabales se le ocurre que alguien vaya a hacer eso después de haber pagado el precio de la hoja pretendidamente “conmemorativa”. Es un medio de obtener ingresos postales extra, y por ello resulta justificada su inclusión entre los sellos formalmente auténticos, pero éticamente turbios.


Como resulta de los ejemplos, la temática de las hojas bloque puede ser muy variada.


1 comentario:

  1. Muy interesante Información para los filatelistas serios y quienes nos dedicamos también a la comercialización de los mismos.

    Saludos


    México Filatélico

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