Correo
ordinario. Son los sellos normales y corrientes, con valor que indica la tasa
pagada por el remitente.
No tienen un espacio de tiempo preestablecido para su
validez, pueden ser emitidos repetidas veces, quedan fuera de curso cuando se
agotan totalmente los stocks, y pueden ser suprimidos por cambios históricos o
políticos. Durante los primeros decenios el tema de los sellos de correo era,
bien la efigie del soberano, bien un motivo alegórico, heráldico o incluso
meramente decorativo.
Más
tarde, surgieron los conmemorativos, que pretendían conmemorar un acontecimiento, nacional o
no, de cualquier índole. Como es lógico, estos sellos no se reemiten una y otra
vez. Se discute cuál fue el primer ejemplar o serie de tal carácter, pero,
aunque quizá no sea exacto, es corriente atribuir la primacía a la serie
estadounidense de 16 valores que conmemoró en 1893 el 4º centenario del
descubrimiento de América, y por su calidad la merece.
También son dignas de
mención las excelentes series conmemorativas portuguesas de 1894, 1895 y 1898.
España emitió su primera serie de este tipo en 1905 (3º centenario de la
publicación del Quijote).
Actualmente los sellos conmemorativos de hechos o
personajes son los más numerosos y apreciados.
También
son hoy muy frecuentes los que muestran paisajes.
O
bien monumentos histórico-artísticos del país (y a menudo de otros países).
O
los dedicados a un determinado tema, cabiendo una gran diversidad de temas
posibles, cada uno con sus propios aficionados.
No
pueden faltar los consagrados a defender una causa política.
Por
otra parte, dentro siempre del correo ordinario y tal vez como consecuencia del
auge del coleccionismo ligado a un determinado tema, es bastante frecuente que
diversos países emitan cada año uno o varios sellos de una misma temática, como
formando una serie que se prolonga a través de los años.
Finalmente
mencionaremos que, en la época ya pasada de los grandes imperios coloniales, no
era raro que la potencia emitiera un mismo sello o serie para sus diversas
colonias o territorios, variando la denominación y la moneda. Como ejemplo
incluimos muestras de la serie emitida en 1938 para el imperio colonial
portugués.
También
de la británica que conmemoró en 1937 la boda del rey Jorge VI.
Correo
aéreo. La elección de enviar una carta por avión, con la mayor rapidez que eso
supone, se puede indicar por una etiqueta especial o por el tipo de sobre; pero
también existen sellos especiales disponibles.
El
avión se utilizó por primera vez para estos fines en 1911, durante una
exposición internacional en la India, transportándose del orden de 15 Kg. de
correo, o sea unas 6000 cartas. Se consideran los primeros sellos de correo
aéreo los dos emitidos en 1917 en Italia conmemorando pruebas de este nuevo
tipo de transporte en los trayectos Turín-Roma y Nápoles-Palermo.
La primera
línea regular data de agosto de 1918, con trayecto París- Le Mans- St. Nazaire,
permitiendo una ganancia de tiempo de cinco horas con relación al transporte
ferroviario. Pero es después del armisticio de 1918 cuando se multiplican los
enlaces regulares (también con dirigibles). Los distintos países emitirán
sellos con la mención “correo aéreo” y
temas generalmente ligados al tema de la aviación. España comenzará a hacerlo
en 1920.
La
afición de los diferentes países a este tipo de sellos especiales, cuyo valor
facial es más elevado que el de los ordinarios, varía casi del cero al
infinito. En una mayoría de casos tienen como tema aviones o cualquier objeto
(e incluso animal) que vuele; pero hay muchas excepciones. Incluso algunos
estados (por ejemplo, Venezuela) utilizan repetidamente los mismos dibujos para
los sellos de correo ordinario y aéreo.
En cualquier caso empero la evolución
de los transportes obliga actualmente a que la mayor parte de las expediciones
postales para un destino lejano pase por una vía aérea; ya no existen buques
transatlánticos de línea regular. Los sellos de correo aéreo, cuando existen,
son hoy a menudo simples sellos con fuertes valores faciales para constituir franqueos
elevados (por ejemplo, de paquetes) no forzosamente ligados a una expedición
aérea.
Sellos
tasa. Son los que materializan la tasa debida por un franqueo insuficiente. Las
administraciones postales pronto hubieron de prever el supuesto de cartas insuficientemente
franqueadas, estableciendo una tasa, representada por este tipo de sellos, a
pagar por el destinatario, volviendo así, en tales casos, al sistema previo a
la creación del sello de correos.
Las tasas debían ser disuasorias: la mayor
parte de los países han escogido el doble del franqueo no pagado. Al servir
sólo para el servicio interior, no tienen por qué llevar necesariamente el
nombre del país. Como se emiten en gran cantidad, son por lo general más
baratos nuevos que usados y se les puede considerar, en cierto modo, el patito
feo de las colecciones.
Los
más antiguos son los italianos de 1863. Algunas administraciones, como la
española, no los utilizan, prefiriendo usar en su lugar un sistema de tampón y
rúbrica.
Correo
urgente. Son sellos que implican un franqueo suplementario. Ese sobreprecio
supone, tanto para el correo normal como para el aéreo y el certificado, una
entrega más rápida, antes de la distribución normal. El más antiguo es de
Estados Unidos (1885). El primer español data de 1905.
Impresos
y periódicos. Fueron muy comunes entre 1850 y 1870. Hoy no se emiten,
empleándose los sellos ordinarios. Los más antiguos corresponden al reino de
Nápoles (1860), y servían para el franqueo de impresos y periódicos
distribuidos con abono especial, esto es, con tarifa reducida.
Sellos
para paquetes postales. Únicamente emitidos en algunos países. La primera serie es italiana de 1884.
Servicio
oficial. Son de uso reservado para la correspondencia de oficinas gubernativas
o diplomáticas y, en su caso, de entidades u organizaciones que disfrutan del
privilegio de exención de pago de la tasa postal. Los primeros los emitió el
Reino Unido en 1882. Tan frecuente es que se trate de sellos ordinarios
sobrecargados como de series emitidas al respecto. En algunos países, como en
su momento en Argentina, pueden llevar en sobrecarga las iniciales de la
entidad administrativa a la que se asignan.
En
el área anglosajona o sometida a esa influencia, la sobrecarga puede ser algo
diferente: O.H.M.S.(On his/her majesty service) o O.S.S.(On state service).
Pocas veces se han utilizado en España sellos oficiales (la primera serie fue
de 1854), prefiriéndose el sistema de diligencia en el exterior del sobre. Por
otra parte, en los últimos años, Suiza ha sacado sellos oficiales para
organizaciones que tienen su sede en ese país.
Franquicia
militar. Durante diversos conflictos (y al menos una vez, en Francia, en tiempo
de paz), se distribuía un cierto número de sellos entre los militares, para que
pudieran comunicarse con sus familiares sin gastar nada en franqueo.
Normalmente estos sellos no llevan indicación de valor facial, para no poder
ser vendidos al público.
Telégrafos.
Diferentes países han utilizado sellos similares a los postales para pagar la
tasa correspondiente al servicio telegráfico. No todos están conformes en su
asimilación filatélica a los postales. Parece ser que en la actualidad sólo
circulan en Ecuador.
Fiscales
postales. En ciertos países se ha
admitido, en uno u otro momento, el uso postal de los llamados timbres fiscales
o móviles, que habrán de llevar el matasellos correspondiente para poder ser
asimilados. Caso particular es el del Reino Unido y numerosas dependencias
británicas: durante más de cien años la mayor parte de los sellos ordinarios no
conmemorativos (y también algunos conmemorativos) han llevado la
inscripción “Postage & Revenue”.
Esto indica que se podían utilizar indistintamente como sellos postales y
fiscales.
Sellos
de beneficencia. En caso de guerra, grandes catástrofes o especiales
necesidades´, numerosas administraciones postales emiten sellos gravados con
una sobretasa; el importe de la misma se dedica a la finalidad indicada. Otras
veces no se trata de un sello común con suplemento, sino de sellos especiales
que deben acompañar a los ordinarios. Aquí es donde encontramos los verdaderos
sellos de beneficencia.
Locales.
Se trata de emisiones válidas para una ciudad, un distrito o un territorio, no
pudiendo franquear sino las cartas destinadas a esa zona. Si son emitidos por
la autoridad correspondiente, su carácter postal no debería plantear problema
alguno; sin embargo, por razones de tradición se dan contradicciones: por
ejemplo, se admite la validez y seriedad de los sellos cantonales suizos, pero
se discute la de los procedentes de los antiguos zemtsvos rusos.
Mayores
problemas aparecen cuando proceden de entidades privadas de uno u otro tipo,
observándose la misma contradicción de criterios ya indicada. Esta cuestión
ya se trató en otro apartado.
Por
lo demás, cuando su caracterización como locales se debe a una simple
sobrecarga, son terreno abonado para falsificaciones, como ha ocurrido con la
implosión de la Unión Soviética.
Preobliterados.
Se trata de aquéllos (frecuentemente con una marca en forma de sobrecarga) que
equivalen a una obliteración o matasellado previo. Algunos países han conocido
estos sellos, que, vendidos en lotes cuantiosos, no son admitidos por la
administración postal sino cuando franquean un envío conjunto de gran número de
cartas y en el mismo día. De esta forma, la administración economiza el tiempo
de matasellado y concede por ello un precio preferencial a los compradores. En
la actualidad tienden a desaparecer, sustituidos por sistemas más simples de
franquicia concertada de antemano.
No
emitidos. Puede ocurrir que una administración prepare un sello o serie y que,
finalmente, por circunstancias que pueden ser variadísimas (y a veces muy
curiosas), no se lleguen a poner en circulación. La categoría de los “no
emitidos” nació en un primerísimo momento: en el Reino Unido en 1840 debía de
ponerse en circulación un tercer sello, junto a los dos famosos (1 penique para
el servicio oficial, de color negro). A última hora llegó la contraorden y el
sello en cuestión jamás apareció.
Finalmente
nos limitamos a mencionar, sin más detalles, las viñetas autoadhesivas (a veces
de importe determinado en el momento por el usuario), que distribuyen máquinas
expendedoras cada vez más numerosas.