GRECIA 1 Europa del Sur
En la actualidad, Grecia (Hellas o Hellada en
griego) es una nación sita en el SE de Europa, comprendiendo la parte más
meridional de la Península Balcánica así como una notable cantidad de islas, al
S (Creta), al E (en el Mar Egeo) y al O (en el Mar Jónico). Miembro de la UE y
de la OTAN y uno de los países fundadores de la ONU.
De esta nación es de la que vamos a hablar en
estas entradas. Conviene diferenciarla claramente de la Grecia Antigua o
Clásica, que no llegó nunca a ser una nación y cuyo ámbito geográfico difería
del actual, al comprender zonas del Mar Negro, de la Costa occidental de
Anatolia y del Sur de Italia, por no hablar de otros establecimientos más
aislados (incluso en la actual España).
La vinculación entre la Antigua y la Actual,
si tenemos en cuenta el fundamental aspecto cultural, y no sólo el geográfico,
está clara. Es esa Grecia Antigua la que (en gran parte a través de Roma) proporcionó
las bases de la civilización europea. La vinculación con la actual se observa
también en la lengua: téngase en cuenta que el griego actual se parece mucho
más a los dialectos clásicos que las lenguas románicas al latín.
Hay otro aspecto, de signo contrario, que
también es necesario mencionar, aunque haga fruncir el ceño a los griegos; a
saber, la secular convivencia entre griegos y turcos creó unas similitudes
culturales (costumbres, gastronomía, etc.), que resultan palmarias a quien
visite los dos países.
Aun desde el punto de vista arqueológico, los
importantes restos otomanos, despreciados y silenciados por la Grecia moderna,
están en la actualidad siendo objeto de detenido estudio por diversas
instituciones. Si la Biblioteca de Éfeso estuvo en la actual Turquía,
Arquímedes nació en Sicilia y Kemal Atatürk, padre de la Turquía moderna, en
Salónica.
Desde el punto de vista político, el mundo griego
antiguo quedó integrado en el Imperio Romano y, tras la partición de éste, en
su parte oriental o Imperio Bizantino, con Constantinopla (la antigua Byzantium
griega) como metrópolis.
Al caer en el siglo XV el susodicho Imperio
Bizantino, los griegos quedan sometidos a los conquistadores, los turcos
otomanos, y Constantinopla pasa a llamarse Estambul (nombre que, contra lo que
se cree, es también griego, tomado por los turcos del dialecto popular).
Bajo los otomanos, los griegos constituyeron
uno de los llamados ‘millets’, grupos religiosos o étnicos que gozaban de
autonomía, conservando sus costumbres, sus normas de convivencia y sus
autoridades propias (en este caso, el Patriarca de Constantinopla; la Iglesia
jamás utilizó el nombre ‘Estambul’).
Claro que todo ello era si permanecían
sumisos, pagando sus impuestos especiales y, hasta cierta fecha, proporcionando
soldados para levas, pues cualquier conato de rebelión era feroz y eficazmente
reprimido. Pero los griegos, excluidos de las actividades políticas, se
dedicaron al comercio y a la artesanía, haciéndose indispensables para la vida
del imperio otomano.
A lo largo de estos siglos, el alejamiento de
Occidente se hizo casi total, exceptuando los contactos comerciales con los
venecianos. La unidad religiosa se había roto con el Cisma de 1054, y el
conocimiento de la lengua griega se hizo escaso y reducido a pequeños círculos.
Hasta fines del XVIII, ningún intelectual occidental había visitado el Oriente,
tierra lejana, inquietante y desconocida.
Esto cambió a principios del XIX, con el
liberalismo y el gusto por lo exótico propio de la época, y cuando el Imperio
Otomano se hallaba ya en una fase de decadencia, iniciada a fines del XVII.
A raíz de la Revolución Francesa se formaron
organizaciones político- culturales griegas, las hetenas, generalmente en el
extranjero, para promover la independencia de Grecia; estas asociaciones
contaron sobre todo con el apoyo de Rusia, que se consideraba protectora de sus
correligionarios.
Con ocasión de la revuelta del bajá del Epiro
en 1821 contra el Sultán, se alzó todo el territorio, y el Congreso de Epidauro
proclamó en 1822 la independencia de Grecia; los patriotas resistieron la
represión, que culminó con la matanza de Quíos (1822), la cual provocó gran
impresión en Occidente.
La consecución de la independencia habría
fracasado de no ser por la intervención de las potencias occidentales: Rusia,
Francia y Gran Bretaña se comprometieron a obtener la autonomía de Grecia. La
batalla naval de Navarino y la intervención rusa fueron decisivas para obtener
en 1829 una autonomía que se convirtió en independencia en la Conferencia de
Londres de 1830.
El nuevo estado se constituyó en monarquía,
eligiendo como capital por razones históricas Atenas, que en aquel entonces era
poco más que un pobre villorrio. El rey designado fue el bávaro Otón de
Wittelsbach (1832- 1862). Se presentó con un conjunto de arquitectos que
emprendieron, con más entusiasmo que éxito, la difícil tarea de construir un
centro de calles rectilíneas y perpendiculares en una ciudad llena de colinas,
lo cual aún se aprecia en el plano actual.
Por lo demás, su gobierno autoritario y su
simpatía por Rusia motivaron que Gran Bretaña y Francia apoyaran la sublevación
popular que lo derrocó. Entonces la Asamblea eligió rey al candidato inglés,
Jorge I, de la Casa de Dinamarca, que inauguró una larga dinastía. Su reinado
también fue largo, hasta 1913, más que el de sus sucesores como veremos.
Con él termina la influencia rusa, sustituida
por la británica. Por reformas constitucionales sucesivas se fue reduciendo el
poder de la monarquía, representante de intereses extranjeros. En el exterior
se inició el proceso de expansión territorial.
Con respecto a este proceso, no hay que
olvidar que Grecia se fue formando y creciendo poco a poco, a trocitos, y esto
hasta nada menos que 1947.
Es importante, para una adecuada comprensión,
atender al mapa histórico que se adjunta. Las Islas Jónicas fueron recibidas de
Inglaterra (que se había quedado con ella en 1814) en 1864, por las presiones
de sus habitantes y de otras potencias.
La región de Tesalia, inmediatamente al N de
la Grecia primitiva, había participado en la guerra de independencia, pero no
fue reconocida como parte de Grecia hasta 1881. Volveremos a hablar de Tesalia
al final de la entrada.
No todo fueron éxitos. En el marco de los
deseos de apoderarse de la isla de Creta, no secundados por las potencias, el
ejército griego, mal equipado, cruzó la frontera N y sufrió una estrepitosa
derrota. Las buenas relaciones del rey Jorge con otras potencias aminoraron los
resultados. De todas formas el caso de Creta lo abordaremos por separado.
A consecuencia de la Revolución de los
Jóvenes Turcos en 1908, el poder del
político de origen cretense Venizelos se vio muy reforzado, y uno de sus
principales objetivos fue el
fortalecimiento del ejército.
En 1913, cuando ya había comenzado la Primera
Guerra Balcánica, Jorge I fue asesinado de un tiro a quemarropa por un
antisocial. Sigue sin estar claro si hubo motivación política o no, y no
contribuye a la claridad el hecho de que el asesino, pocas semanas después de
su detención, muriese oportunamente al caer desde una ventana de la comisaría.
Las Guerras Balcánicas de 1912 y 1913
marcaron un hito importante. El agonizante imperio otomano aún se aferraba a la
extensa región de Macedonia, con la valiosa ciudad de Salónica, región que era
codiciada por sus vecinos; no fue la única causa, pero sí la principal.
Resumiendo el proceso: en la primera de las
dos guerras, Turquía perdió las posesiones que le restaban en Europa, excepto
Estambul, y Bulgaria apareció como principal vencedora.
Como consecuencia,
todos se aliaron en la segunda guerra contra Bulgaria, hasta Rumania y la
propia Turquía, que así pudo conservar la Tracia Oriental, al O de Estambul, la
cual todavía hoy conserva.
El Epiro, del que también hablaremos, y la mayor parte de Macedonia pasaron a
engrandecer el espacio territorial griego.
Al comenzar la Primera Guerra Mundial, el rey
Constantino, casado con una hermana del emperador alemán, intentó permanecer
neutral, pero el Reino Unido, Francia y Turquía presionaron para que Grecia se
les uniese, prometiéndole a cambio territorios en Asia Menor.
El primer ministro
Venizelos, que estaba a favor de los aliados, se enfrentó al rey, que abandonó
Grecia en junio de 1917 y fue sustituido por su segundo hijo, Alejandro, de
personalidad más flexible.
La intervención de las tropas griegas
permitió a los aliados abrir un segundo frente en el Sur de Europa, acelerando
su victoria. Ésta permitió a Grecia apoderarse de prácticamente todas las islas
del Mar Egeo, hasta entonces turcas, pero, como no llegó a entrar en vigor el
Tratado de Sévres, firmado con el derrotado gobierno del sultán, los griegos no
obtuvieron la zona prometida en Asia Menor, ni tampoco Tracia Oriental y
Estambul, el cual era su sueño apenas oculto.
Venizelos tomó cartas en el asunto, y, con la
conformidad de los aliados y en particular del británico Lloyd George,
ferozmente antiturco, procedió a invadir Esmirna (la actual Izmir) y toda su
comarca, con el pretexto de ‘proteger’ al medio millón de griegos que vivían
allí.
Se tuvo que enfrentar con el ejército turco
de Anatolia, ampliado y dirigido por Mustafá Kemal con total independencia del
gobierno fantasma y desacreditado de Estambul, ocupado por los británicos. Aunque
los griegos llegaron casi hasta Ankara, la nueva capital de Mustafá Kemal, el
contraataque turco tomó Esmirna y los echó al mar, acabándose así la aventura.
Todavía hoy es tema de ardiente discusión si la masacre de Esmirna fue
planificada o no.
Las hostilidades cesaron con la firma del
Tratado de Lausana (que enterraba al de Sévres) en julio de 1923. Turquía se
quedó finalmente con la Tracia Oriental y las islas de Imbros y Tenedos; todas
las demás pasaron a ser griegas, salvo las del Dodecaneso, que siguieron en
poder de Italia (lo estaban ya desde 1912), que las conservaría hasta 1947.
El tratado exigió también un intercambio de
población entre Grecia y Turquía a fin de evitar futuras disputas. Casi un
millón y medio de griegos salieron de Turquía y alrededor de 400.000 turcos
abandonaron Grecia. La repatriación supuso una gran carga para la economía
griega y el consiguiente trauma para las personas afectadas, creando un
resquemor entre ambos países que, complicado después con la crisis chipriota,
persiste hoy.
La llegada de los refugiados coincidió con un
periodo de inestabilidad política que contribuyó a agravarlo. En 1920 murió el
rey Alejandro y su padre Constantino volvió al trono. Estaba demasiado
implicado en la guerra contra Turquía, y abdicó por segunda vez tras la caída
de Esmirna.
Lo sustituyó su primer hijo, Jorge II,
incapaz de competir con los oficiales del ejército que dominaban el país. En
marzo de 1924 se proclamó la República, en medio de una serie de golpes y
contragolpes.
Con el regreso de Venizelos en 1928 se recuperó una cierta estabilidad. Llevó
a cabo una política de reformas económicas y educativas, pero la Gran Depresión
frenó estos progresos.
En 1933 su partido republicano fue derrotado en las
urnas por el Popular Monárquico. Venizelos intentó sin éxito un golpe de
estado; tras su fracaso se exilió a París, donde murió un año más tarde.
En noviembre de 1935 el rey Jorge II recuperó
el trono tras un plebiscito, con toda probabilidad amañado (97% de los votos).
Continuaremos con la historia del país en una
segunda entrada. Ahora vamos a ocuparnos de algunos territorios que merecen
especial mención.
ISLAS DEL EGEO
Durante las Guerras Balcánicas hubo varias
islas que proclamaron por su cuenta la soberanía griega, durante 1912 -1913, y
algunas de ellas emitieron provisionalmente sus propios sellos. Éstas fueron en
particular cuatro: Lemnos, Samos, Mitilene e Icaria. Se acompañan los
correspondientes ejemplos.
Lemnos |
Samos |
Mitilene |
Icaria |
CRETA
La isla de Creta está situada en el extremo
sur del Egeo; es la mayor de Grecia y la 5ª en tamaño del Mediterráneo. Posee
una superficie de 2.300 Km2 y una población de más de 600.000 habitantes. Su
accidentado relieve, con alturas próximas a los 2.500 m, está configurado en
gran medida por la actividad volcánica, responsable de sus recortadas costas y
de sus fragmentadas llanuras.
Estuvo en poder de Venecia desde 1208 hasta
mediados del siglo XVII, cuando cayó en poder de los turcos. El Tratado de
Adrianópolis de 1829 la dejó fuera del nuevo estado helénico, pero la rebeldía
contra los otomanos se manifestó en numerosas ocasiones, principalmente en
1866, cuando su violencia llevó a una Conferencia internacional a conseguir
para ella un estatuto especial de provincia privilegiada.
Reanudados los enfrentamientos en 1896,
Grecia ocupó la isla e intentó anexionársela. Las potencias no lo permitieron,
pero propiciaron en 1898 una solución de compromiso: soberanía turca meramente
teórica, sin presencia militar; gobierno presidido por el príncipe Jorge, hijo
del rey griego.
Este sistema duró hasta 1908, y a él corresponden los sellos adjuntos.
Incluso durante este periodo hubo agitación,
provocada por el retorcido político Venizelos, que organizó una insurrección
contra el gobierno acusándolo de corrupción. A este momento corresponden sellos, no reconocidos por la UPU, pues sólo circularon entre
ciudades dominadas por los insurrectos.
En 1908, aprovechando la delicada situación
del Imperio Turco, Grecia proclamó de nuevo la Enosis o unión, aunque la
renuncia turca y el reconocimiento internacional no tuvo lugar hasta 1913. A
esta fase se refieren los sellos cretenses sobrecargados con la leyenda
‘Grecia’.
Durante estos complicados años, de cuya
complejidad sólo cabe hacerse una vaga idea con el necesariamente sucinto
resumen que hemos ofrecido, además del sistema postal turco funcionaron en la
isla diversas oficinas postales extranjeras, a saber:
Una británica, en Heraklion, de 1898 a 1899.
Una rusa, en Rétino, durante 1899.
Varias austriacas, de 1903 a 1914.
Una italiana, en La Canea, de 1900 a 1914.
Varias francesas, de 1902 a 1914.
EPIRO
Era en la antigüedad una zona, situada en el
NO de la actual Grecia (ver mapa), habitada por diversas tribus griegas. Fue, y
sigue siendo, una región agrícola donde se cultivan sobre todo cereales,
frutas, olivos y tabaco.
En la actualidad el antiguo Epiro se halla
dividido entre Albania y Grecia.
Cuando se hundió en la Primera Guerra
Balcánica casi todo lo que quedaba del Imperio Otomano en Europa y en la nueva
Albania se estableció la monarquía de Otón de Wied, la mayoría griega del Sur
del Epiro se negó a integrarse en ella y proclamó un estado autónomo con vistas
a integrarse en Grecia, como en efecto acabó ocurriendo.
Argirocastro
Añadir leyenda |
Los griegos trataron asimismo de apoderarse
de la principal ciudad del Norte del Epiro, apoyándose en la minoría helénica.
Emitieron sellos (turcos con sobrecarga), pero esta vez el intento fracasó y la
zona de Argirocastro quedó integrada en Albania al final de la Guerra Mundial.
Hoy es la principal ciudad del S de Albania,
aparte de haber sido declarada ‘Patrimonio de la Humanidad’ por la UNESCO.
TRACIA
Nos referimos a la parte occidental, pues al
final, como ya hemos dicho, en el Tratado de Lausana de 1923 Turquía logró
conservar la parte oriental, a la que en la actualidad se da el nombre de
‘Turquía Europea’.
La Tracia Occidental constituye hoy la
provincia continental situada más al NE de la actual Grecia.
En 1913 estalló, como en el Epiro, un
movimiento insurreccional contra los turcos. De ahí salió un gobierno autónomo
que emitió sellos y sobres timbrados, todos bastante toscos. Las tropas
búlgaras pusieron fin a tal gobierno en el mes de octubre, y la región quedó en
sus manos.
Una vez que Grecia entró en la Guerra Mundial
al lado de los aliados, tropas francesas y griegas rompieron en esta región el
frente búlgaro, precipitando el armisticio de Bulgaria. Se emitieron entonces
sellos de ocupación interaliada.
En el Tratado de Neuilly (1919) se adjudicó
la Tracia Occidental a Grecia, la cual continuó sin embargo emitiendo sellos de
ocupación específicos para esta zona hasta 1920.
Existen también sellos de ocupación griega
(búlgaros sobrecargados) concretamente para las ciudades tracias de Dedeagatch
y de Kavale.
Dedeagatch |
Kavale |
TESALIA
Queda para el final de la entrada un caso
peculiar. Todos los sellos contemplados han sido procedentes de griegos o de
insurgentes helenos; sin embargo, aquí nos aparecen algunos emitidos por
turcos, y además se trata de ejemplares curiosos.
Durante la guerra de 1898, iniciada por la
cuestión cretense, los turcos reocuparon Tesalia. El responsable otomano, sin
duda persona aficionada a la filatelia, tuvo el capricho de hacer emitir una
serie de 5 valores. Son octogonales, con dentado correspondiente a esta forma que va
inscrito en otra red cuadrangular de perforaciones, sin ningún propósito
práctico.
Por esta peculiaridad, que hubo de suponer
una compleja operación de taladrado de las hojas, se trata de sellos bastante
apreciados.