DINAMARCA Europa Nórdica
Capital: Copenhague (Kobenhavn)
Forma de gobierno: Monarquía constitucional
Superficie: 43.094 Km2 (134º)
Población: 5.556.452 hab (111º) Densidad: 129 hab/Km2
PIB/cápita: 37.300 $ (33º)
Miembro de: UE, OTAN, OCDE, Consejo Nórdico.
Una vez, en un hotel perdido entre inmensos
bosques noruegos, trabé conversación con un jubilado y robusto nativo que allí
pasaba unos días. Se me ocurrió preguntarle si había estado alguna vez en el
Sur. Con esta expresión yo me refería al sur de Europa, pero evidentemente él
no lo entendió así. Tras unos instantes me respondió: ‘Sí, una vez estuve allá
en Dinamarca, pero no me gustó; había demasiada gente, demasiado ruido y
demasiado jaleo; con que al cabo de unos días me harté y me vine para casa’.
La anécdota es demostrativa de un par de
cosas: 1ª No todos los escandinavos son tan parecidos entre sí como a menudo se
cree. 2ª Al menos en el hemisferio septentrional, el ‘sur’ siempre tiene
determinadas connotaciones, trátese de Baviera en Alemania, de Nápoles en
Italia o de la Provenza en Francia.
Federico VIII |
Pues bien, lo primero que hay que decir de
Dinamarca es que hablamos del ‘sur’ de Escandinavia. Los daneses son más
abiertos, más expansivos y menos ceremoniosos que los suecos, quienes constituyen
el arquetipo escandinavo.
Eso no obsta a que sean tan cívicos y honrados como
puedan serlo los bávaros, y a que hablen una lengua que suena fatal, por la
tendencia a cerrar vocales y suprimir fonemas. Los suecos, siempre reticentes
cuando de daneses se trata, afirman que el danés no es un idioma, sino una
enfermedad de la garganta.
Ante todo, una ojeada a la geografía. El
Reino de Dinamarca es en sí mismo el de menor extensión de los países
escandinavos. Decimos ‘en sí mismo’ porque cuenta con dos territorios
exteriores, ambos autónomos: la inmensa y casi despoblada Groenlandia y las
islas Feroe. De la primera ya hablamos en otra entrada; de las segundas nos
ocuparemos luego por separado.
Sólo tiene frontera terrestre con Alemania,
por Jutlandia, aunque desde el 2000 hay unión por autopista y ferrocarril con
Suecia, por medio del puente de Oresund, de una longitud de 7.845 m, que
conecta la región sueca de Malmoe con la isla artificial de Peterholm; el resto
del trayecto (3.150 m) se hace por túneles. El puente tiene una altura libre de
57 m, permitiendo por supuesto el paso de barcos.
El territorio danés está compuesto por la
península de Jutlandia (Jylland) y por 407 islas, de las que 79 están
habitadas. Dinamarca cuenta con 7.314 Km de costas, y, a excepción del istmo de
Jutlandia, está totalmente rodeada por el Mar Báltico y el Mar del Norte.
Las principales islas son Sjeland, la más poblada, importante y
rica en monumentos, con la capital Copenhague, y Fionia (Fynn), con Odensee, la
3ª ciudad del país. Entre las otras podemos citar Lolland, Falster, Mon (una
joya de placidez con acantilados de creta que recuerdan a los del Canal de la
Mancha), la pintoresca Aero y, alejada hacia el E, la granítica isla de
Bornholm, muy apreciada por daneses y suecos como lugar de veraneo.
Cristian X |
La península de Jutlandia se extiende unos
300 Km desde la frontera alemana hacia el N. Su costa está protegida de las
tempestades del Mar del Norte por dunas y bancos de arena. En su extremo
septentrional se abren las playas más multitudinariamente visitadas durante el
verano.
La altura media del país es 31 m, y la
‘montaña’ más alta, en Jutlandia, a la que se llega por una amplia y suave
carretera, mide 170,86 m. El paisaje danés está formado en gran parte por los
glaciares que cubrían por completo la zona, y que dejaron, al retirarse,
colinas morrénicas de material arenoso.
Dinamarca, en definitiva, se compone de una
serie de estribos colocados a través de la entrada del Báltico hacia Suecia.
Esta posición dominante ha sido clave de su riqueza y poderío durante siglos,
permitiendo fáciles incursiones en Escandinavia y, sobre todo, controlando el
comercio del Báltico y haciendo pagar peaje en Copenhague y otros puertos de la
isla Sjeland a las naves que pretendían pasar por el Oresund (o Sund a secas).
En el clima juegan tanto la latitud y
posición occidental como la influencia de la corriente cálida del Golfo, que
llega a influir incluso en la parte oeste del Báltico. Es suave durante todo el
año, lo que no excluye vientos en otoño e invierno. Como es habitual en Europa,
tiene marcadas las cuatro estaciones.
Los veranos son frescos, y, durante los
inviernos, la temperatura puede bajar hasta los -8ºC, si bien no es frecuente
la presencia de nieve salvo en años excepcionalmente nivosos, como 2009 y 2010.
Hay suficientes precipitaciones a lo largo de los doce meses.
Federico IX |
La vegetación autóctona, cada vez más escasa,
está formada por bosques de árboles de hoja caduca, normalmente sustituidos en
las reforestaciones por coníferas. En general los bosques se utilizan como
protección contra los vientos y contra la pérdida de tierra y arena en la costa
del Mar del Norte, siendo así que lo que predomina en el paisaje son los suelos
agrícolas y las praderas.
Como recursos naturales, se pueden citar algo
de gas y petróleo, el pescado, la sal y también la roca caliza, pues estamos ya
al N de la extensa y arcillosa Gran Llanura Europea.
Prescindiendo de las culturas prehistóricas,
de las que quedan bastantes restos, los llamados vikingos, del tronco germánico,
aparecen al final de la Edad del Hierro escandinava, desde poco antes del 800
hasta casi el 1100.
Los actuales escandinavos gustan de presentar a estos
antepasados como ‘comerciantes’, pero en realidad fueron una peste, y una peste
muy bien documentada, infligida durante largo tiempo, no sólo a los habitantes
de las costas europeas, sino también a los de vastas porciones del interior,
dada la posibilidad que tenían sus extraordinarios barcos de penetrar por los
ríos, en una época en que escaseaban los puentes que pudieran servir de
obstáculo a sus flotillas.
Sí eran comerciantes a su manera, pues quien
obtiene abundante botín tras el saqueo, el incendio y la degollina, bien
necesita centros donde comercializar el producto. Lo que no eran, contra lo que
muchas personas creen, es gentes con cascos provistos de cuernos; esa extraña y
estúpida ocurrencia se la debemos a un dibujante francés del siglo XIX, y, vaya
Vd. a saber por qué, ha llegado hasta nuestros días.
No vamos a entrar en la fatigosa y algo aburrida
discusión acerca de por qué la invasión vikinga tuvo lugar entonces y no antes.
Sí es interesante constatar que hubo, entre sus diversas ramas, algo parecido a
un reparto de zonas de actuación. A los que hoy podríamos llamar ‘daneses’ les
correspondió una tajada no pequeña: Inglaterra, la costa atlántica continental
e incluso, en las expediciones más audaces, puntos del Mediterráneo occidental.
Se dice, y es una verdad a medias, que la
cristianización logró acabar con sus correrías. Lo logró en efecto, pero sólo
de forma lenta y paulatina; veremos luego algún ejemplo.
El cristianismo fue introducido en Dinamarca
por el benedictino Ansgar en el año 826. Tras diversas peripecias, recibió la
aprobación real cuando el rey Harald Diente Azul se convirtió el 961.
Una
piedra conmemorativa en letras rúnicas, levantada por el mismo Harald en
Jelling (Jutlandia), junto a donde después se alzaría el túmulo funerario del
monarca, recuerda que él ‘conquistó toda Dinamarca y Noruega e hizo que los
daneses se convirtieran al cristianismo’.
Señalaremos incidentalmente que el tal Harald
es cabeza de la dinastía hoy reinante, con lo que ésta resulta ser la más
antigua del mundo.
Pese a la cristianización continuó el
esfuerzo por conquistar y dominar toda Inglaterra. Se llama Danelaw a la mitad
NE que estuvo bajo control danés desde finales del siglo VIII hasta principios
del XI, y que no se extendió a la totalidad gracias a los esfuerzos de los
reyes de Wessex Egberto y Alfredo.
De
todas formas, Knut el Grande consiguió reinar en Dinamarca, Noruega e
Inglaterra desde 1016 hasta su muerte en 1035.
Poco después, Knut IV preparaba
otra invasión cuando fue muerto a manos de contribuyentes airados en 1086; había concedido importantes bienes y
privilegios a la Iglesia, y por eso fue canonizado en 1101, haciéndose constar
en el acta que, cuando recibió el golpe mortal, ‘se hallaba genuflexo y en
actitud orante’. Acabemos aquí la saga vikinga, que aún daría para más.
En 1157 subió al trono Valdemar I, llamado
‘el Grande’; bajo su reinado el influyente obispo Absalón convirtió un pequeño
puerto pesquero en lo que iba a ser Copenhague, con el éxito asegurado por su
posición dominando el estrecho del Sund. Podemos ver a Absalón en uno de los
más bellos rincones de la ciudad, revestido con yelmo y coraza y blandiendo la
espada.
Durante los sucesivos reinados del XII,
Dinamarca extendió su territorio en todas direcciones. Interfirió en los
ducados de Schleswig y Holstein (la disputa sobre esa zona se alargaría hasta
el siglo XX) y perturbó el comercio de los puertos del norte de Alemania, con
lo que las tropas de las ciudades hanseáticas marcharon hacia Jutlandia,
momento difícil que la aristocracia danesa aprovechó para hacer firmar en 1282 al rey Erik IV la
Gran Carta, por la cual debería gobernar conjuntamente con los nobles en el
Consejo del Reino.
Pero Valdemar IV prosiguió por el camino de
las conquistas. El poder de Dinamarca quedó reforzado cuando Margarita, hija de
Valdemar, contrajo matrimonio con Haakon VI, rey de Noruega y Suecia. A la
muerte de éste, Margarita consiguió unificar las tres potencias
escandinavas bajo su sobrino Erik VII,
pero quien gobernaba en realidad era ella.
Margarita II |
Estamos hablando de la Unión de Kalmar, que
uniría toda Escandinavia, bajo predominio danés, desde 1397 hasta que en 1523,
Suecia se separó. Dinamarca consiguió no obstante conservar, además de Noruega,
la provincia de Escania (todo el sur de la actual Suecia), rica en agricultura.
Después de varias guerras con Suecia, también Escania se perdería en 1658,
aunque todavía pueden verse en ella ejemplos típicos de arquitectura danesa.
Entre tanto seguían ocurriendo cosas.
Copenhague, declarada oficialmente capital
en 1440, creció, se embelleció y recibió su universidad en 1479.
Se
construyó el enorme castillo de Helsingor (al que se relaciona con Hamlet sin
el menor fundamento histórico) en el lugar de la costa de Sjeland más apropiado
para el cobro de peajes y se acogió en 1536 la reforma, creando el rey Cristian
III una iglesia luterana nacional tras la apropiación de los bienes
eclesiásticos.
Cristian IV, conocido como ‘el Gran
Constructor’ se embarcó en la Guerra de los Treinta Años, del lado protestante
naturalmente, con resultados desastrosos para el país. Dinamarca se empobreció
y comenzaron las revueltas sociales. En esta coyuntura Federico III implantó un
sistema de gobierno absolutista, desapareciendo la coparticipación de los
nobles en el gobierno. La servidumbre fue abolida en 1788, liberando a los
campesinos del yugo de los propietarios medievales.
Complicada fue la situación danesa en el
periodo de las guerras napoleónicas. Dinamarca quiso mantener con otros países
ribereños del Báltico una Liga de Neutralidad que implicaba también oponerse a
la pretensión de Gran Bretaña de inspeccionar todos los barcos en el mar.
La
respuesta inglesa resultó impropia de ‘gentlemen’ y ‘sportsmen’, pues fue
simplemente violar la neutralidad danesa entrando en la bahía de Copenhague y
destruyendo la flota; pero lo que vino a continuación fue peor: siguiendo la
costumbre anglosajona que ha perdurado casi hasta nuestros días, se bombardeó
brutalmente la capital durante tres días para intimidar a la población civil.
Dinamarca hubo de entregar lo que quedaba de su flota, no quedándole otra
salida que firmar una alianza con Napoleón. Así, cuando acabaron las guerras, Dinamarca
apareció entre los perdedores y fue castigada por ello (más que Francia,
curiosamente). En efecto, como el Imperio ruso le había arrebatado a Suecia
hacía pocos años la provincia de Finlandia, ahora había que compensar a Suecia
(que había declarado, aunque tarde, la guerra a Napoleón). Para ello se echó
mano de Noruega, que había seguido perteneciendo a los daneses, y se le entregó
a Suecia, con poco entusiasmo de los noruegos ciertamente, pero esto lo veremos
en la entrada ‘Noruega’.
Del siglo XIX sólo señalaremos algunos puntos
relevantes. En el marco de la resaca provocada por la oleada revolucionaria de
1848, Federico VII se vio obligado a desistir de su gobierno absoluto y se
aprobó una constitución liberal con amplio sufragio.
En 1864 estalló la corta (7 semanas) ‘guerra
de los Ducados’. Schleswig y Holstein
estaban unidos a la Corona danesa en un régimen de unión personal. En ellos
regía la ley sálica; en Dinamarca, no. Se planteó un problema de derecho
sucesorio que Cristian IX pretendió resolver anexionando Schleswig a la Corona.
Prusia y Austria reaccionaron en nombre de la Confederación Germánica y
declararon la guerra, que Dinamarca perdió. A la postre los dos ducados fueron
a parar a Prusia, y más tarde a Alemania. Después de la Primera Guerra Mundial
(en la que, dicho sea de paso, Dinamarca fue neutral), en virtud de un
plebiscito la mitad norte de Schleswig volvió a pasar a Dinamarca. Ver mapa
adjunto y, para más detalles, la entrada ‘Plebiscitos’.
No todo fue negativo como esta pérdida
territorial. Es la época en que Kierkegaard influía en el pensamiento europeo,
Thorvaldsen era uno de los dos principales escultores neoclásicos y Christian
Andersen, con sus cuentos traducidos a múltiples idiomas, llegaba a ser un
escritor famoso.
Se demolieron viejas murallas y se
extendieron las líneas férreas, las fábricas y los bloques de viviendas para
trabajadores. También el campo cambió: Grundtvig estableció en 1844 un popular
sistema de estudios secundarios para adultos que mejoró la suerte de los
campesinos, y se extendieron las cooperativas. En el último cuarto de siglo
comenzaron a aparecer los seguros sociales, con adelanto a otros muchos países.
En 1901 se dio un paso histórico al ser
nombrado un gobierno basado únicamente en la mayoría de la cámara baja; se
abolieron los privilegios electorales de la alta y se inició un sistema de
representación proporcional para ambas. Se otorgó el voto a las mujeres y a los
servidores.
La crisis general del periodo de entreguerras
no detuvo el progreso del país. Fue por entonces cuando el físico Niels Bohr
hizo contribuciones fundamentales a la física del átomo. En diseño industrial
Dinamarca impuso un nuevo estilo, combinando la utilidad con la belleza,
convirtiéndose la expresión ‘diseño danés’ en sinónimo de bueno, funcional y
estético.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Dinamarca
fue rápidamente ocupada por las tropas alemanas como paso previo para la
ocupación de la estratégica Noruega; fue en abril de 1940 y el rey Cristian X
se convirtió en un héroe popular cuando, cada día, se paseaba a caballo por la
ciudad mezclándose con la gente. El país no se prestaba a una ‘resistencia’ del
tipo habitual, pero los daneses se las arreglaron para hacer pasar a Suecia a
casi la totalidad de la población judía.
Dinamarca entró en la OTAN en 1949. Tras ser
miembro fundador de la EFTA, ingresó en la Unión Europea en 1972, aunque no en
la Eurozona, si bien la corona danesa se mantiene adosada al euro en su
valoración. El país se unió también al Consejo Nórdico.
Durante la mayor parte de la segunda mitad
del siglo XX, los socialdemócratas lideraron gobiernos de coalición, en un país
bien conocido por sus tradiciones liberales, pero empeñados en la tarea de
mantener el llamado ‘estado de bienestar’, del que, como hemos visto, existían
ya en el país significativos precedentes.
Tal sistema, conocido a veces como ‘modelo
sueco’ (pero que igual podría llamarse ‘modelo danés’) se basa en un amplísimo
conjunto de ayudas y prestaciones sociales, que acompañan al ciudadano ‘desde
la cuna hasta la tumba’. Naturalmente, el sistema resulta muy caro, y sólo
puede sufragarse con altos impuestos, debiéndose tener asimismo en cuenta que
el sistema fiscal cumple también claramente una función ‘correctora’, mediante
tarifas progresivas, de las diferencias de renta. Todo esto supone, quiérase o
no, un claro intervencionismo del estado en la vida social que puede disgustar
a una parte de la opinión pública. Al sistema se le achaca por lo demás tender
a aminorar las iniciativas individuales.
Sea como sea, Dinamarca funcionó con ese
sistema sin enfrentamientos de mayor cuantía. Sin embargo, Schluter pasó a ser
en 1982 el primer ministro procedente del Partido Conservador, dirigiendo una
coalición de centro- derecha hasta 1993.
Desde ese año hasta ahora se han alternado en el poder coaliciones de un signo
u otro.
Aunque los debates se han llevado siempre en
un tono muy civilizado, se han definido puntos de disensión. Por ejemplo, los
conservadores frenaron la creación de más y más campos de energía eólica, de
que tan orgullosos estaban sus adversarios, tras señalar que la energía
producida resultaba más costosa de lo
que se decía por las subvenciones estatales a los artefactos. También acabaron
con la ‘experiencia’ de comuna hippy de Cristianía, en un extremo de Copenhague,
viejo residuo de la ‘revolución’ estudiantil de 1968; pero el punto principal
de discusión, ya indicado antes de forma implícita, sigue siendo: ‘más
servicios sociales’ o bien ‘menos impuestos’.
Otra cosa tiende a cambiar. Se observa, como
en otros países, una creciente preocupación a propósito de la inmigración,
particularmente si procede de países musulmanes. No es de extrañar, pues en
2006 Dinamarca se encontró a sí misma en el poco familiar papel de villano,
objeto de violentas manifestaciones en todo el mundo musulmán a propósito de
unos dibujos (que en sí no tenían nada de ofensivos) representando al Profeta Mahoma en un
periódico; para los editores y directores liberales de Dinamarca, el derecho a
publicar imágenes como ésas en particular es consecuencia inseparable de la
libertad de expresión.
Resultado ha sido el alza del Partido del
Pueblo Danés, fundado no antes de 1995 y el tercer partido hoy en el
Parlamento. La página web del DPP afirma: ‘Dinamarca no es un país de
inmigración ni lo ha sido nunca. No aceptaremos transformarnos en una sociedad
multiétnica’; eso aparte de defender valores tradicionales. A la influencia del
DDP se ha debido la participación en la segunda guerra de Irak y en Afganistán.
Todo lo anterior no debe hacernos olvidar que
los daneses son un pueblo cortés y afable (a excepción quizá de los viernes por
la noche), más llano y menos ceremonioso que sus vecinos suecos, por ejemplo;
que, según demuestran todas las encuestas, está encantado con su país y su
sistema; que tiene un nivel de corrupción igual a 0, y un IDH de entre los más
altos del mundo, y que además adora a su familia real en general y a su reina
Margarita en particular. Claro está que la familia se lo merece: su actuación
ha sido ejemplar, jamás ha dado un escándalo y, por si fuera poco, han actuado
con frecuencia como eficaces embajadores comerciales en diversos países.
Dinamarca cuenta con una economía de mercado
moderna, cuyos rasgos sobresalientes son un sector agropecuario altamente
tecnificado, una industria muy diversificada con firmas punteras a nivel
mundial en los campos farmacéutico, construcción naval y energías renovables,
así como una alta dependencia del comercio exterior. Ya quedó señalado el
equilibrio entre las medidas de carácter social y una distribución razonable de
la renta.
Es país exportador de productos alimenticios
y de energía, y disfruta de un confortable superávit en la balanza de pagos, pero es dependiente
de la importación de materias primas para el sector manufacturero. Dentro de la
UE cuenta como uno de los más enérgicos defensores de la liberalización del
comercio.
Después de un periodo de amplio despegue
ligado al alto consumo y a la formación de una burbuja inmobiliaria, ésta se
vino abajo, y eso supuso una crisis coincidente con la general. No llegó a
revestir caracteres alarmantes, y hoy se puede considerar superada, con una
posición fiscal de nuevo sólida, como demuestra el dato de que la deuda pública
supone sólo el 45% del PIB.
Son sus principales productos de exportación
maquinaria e instrumentos, carne y productos cárnicos, lácteos, pesca,
productos farmacéuticos, mobiliario y molinos eólicos.
Étnicamente es un país compacto. Casi la
totalidad de sus habitantes pertenecen a la rama escandinava de la familia
germánica, siendo las minorías despreciables numéricamente. El idioma es el
danés, del grupo escandinavo, con alguna pequeña minoría de habla germánica;
esto sin contar, naturalmente, con el inuit y el feroés de los territorios
exteriores. Por lo demás, la segunda lengua predominante es el inglés.
La Iglesia Evangélica Luterana, de carácter
oficial, acoge a un 95%, aunque menos del 5% van regularmente a la iglesia.
Otros cristianos suponen el 3%, y los musulmanes, el 2%.
La población urbana se eleva hasta el 87%.
Dinamarca tiene una estructura demográfica vieja, con un 17,2 de los
habitantes entre 0 y 14 años, y un 18%
de 65 o más. La edad media resultante es de 41,4 años, y la tasa de fertilidad,
1,73 hijos/mujer. De todo ello resulta un crecimiento anual del 0,23%. La esperanza de vida es de 79
años.
ISLAS FEROE
Atlántico Norte
Las islas Feroe (o Faroe) son un pequeño
archipiélago en el Atlántico Norte, entre Escocia, Noruega e Islandia. Gozan de
muy amplia autonomía dentro del Reino de Dinamarca, y decidieron en su momento
no pertenecer a la Unión Europea.
Su superficie total suma 1.393 Km2, y su
población, 49.709 habitantes, de los que cerca de 20.000 viven en la capital,
Torshavn o en su conurbación. Sólo 5 localidades superan los 1.500 residentes.
Las 18 islas (17 habitadas) son montañosas,
de origen volcánico, con acantilados que sirven de hábitat a decenas de miles
de aves marinas. Tienen praderas, pero carecen de bosques.
El clima es oceánico frío, aunque moderado
por la corriente del Golfo. La pluviosidad es 1.400 mm al año, y la amplitud
térmica intermensual, reducida. El cielo está en general nublado, con presencia
habitual de niebla, en ocasiones muy densa. Los fuertes vientos son asimismo
frecuentes.
No hay problemas hídricos, pero el suelo es
pobre y los recursos naturales, escasos.
La economía depende fundamentalmente de la
pesca y derivados (94%). Añádanse el abastecimiento y reparación de pequeños
barcos y la venta de sellos para filatelia.
El archipiélago fue colonizado por vikingos
desde finales del siglo IX, pero existen indicios de una colonización céltica
anterior. Ya no se trata sólo de leyendas; análisis cromosómicos recientes revelan un amplio predominio de madres celtas
y un no menos alto predominio de padres vikingos; y que cada cual piense lo que
quiera.
Dependieron de la corona noruega hasta 1380,
fecha de la unión con Dinamarca, y desde entonces han sido administradas desde
Copenhague.
Desde 1948 tienen parlamento propio y un
primer ministro. Se autogobiernan en casi todos los aspectos y envían dos
representantes al Parlamento danés. No están obligados al servicio militar
danés, pero hay muchos que se enrolan como profesionales.
Las posturas sobre el estatus en relación con
Dinamarca se dividen entre la plena independencia y el mantenimiento de la
actual autonomía.
Su PIB/cápita es de 30.500 $. A pesar de lo
limitado de sus recursos, sus habitantes gozan de un estado de bienestar y de
un índice de desarrollo bastante elevado.
Cuentan con
instituciones de enseñanza superior y con una excelente red de carreteras,
provista de túneles submarinos de hasta más de 6 Km de longitud, así como de
una emisora de TV con 43 repetidores.
El 98% de sus habitantes son ‘ciudadanos del
Reino’, esto es, feroeses, daneses y groenlandeses; pero en las islas hay
representación de hasta 77 nacionalidades.
La media de hijos por familia es de 2,6, la tasa
más alta de entre los países escandinavos. Hay muy pocas separaciones y
divorcios, teniendo también la menor tasa de suicidios de la zona.
El feroés es la lengua oficial, pero el danés
es la lengua de la administración, que viene a ser lo mismo. Dicho feroés es
una de las dos lenguas supervivientes del ‘nórdico antiguo’ (la otra es el
islandés), y difícilmente inteligible para otros escandinavos, al menos a nivel
oral.
Tienen su propia iglesia luterana, que
congrega al 83,8 de los habitantes y cuenta como cabeza con el propio primer
ministro de las islas.
La cultura de las islas presenta aspectos
peculiares. La gastronomía, por ejemplo, se basa en el cordero (el nombre
originario significa ‘islas de los corderos’), en el pescado y crustáceos y en las aves marinas y sus huevos.
Peculiar, pero mucho menos atractivo, es el
deporte nacional, consistente en la muerte por alanceamiento de cetáceos, sobre
todo orcas, que se organiza en las playas a nivel comunitario, donde cualquiera
puede participar.
Las fotos de playas con aguas y arenas ensangrentadas han
recorrido el mundo y provocado bastante repulsión, no menos que el disgusto de
la Comisión Ballenera Internacional, habida cuente que, en 2010 y sólo hasta
septiembre, hubo 1.115 acontecimientos de este tipo.
Ocupación británica
Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1940-
1941, los británicos ocuparon las islas y emitieron hasta 5 valores. Se trata
de sellos daneses con sobrecarga de nuevo valor.