SOMALIA
FRANCESA
Obock
Obock es un pequeño puerto situado hoy en el territorio de la República de Djibouti y localizado en la costa norte del golfo de Tadjura, que a su vez se abre al Golfo de Aden.
Es significativo por constituir el primer
emplazamiento de una colonia francesa en esta zona, previo acuerdo con los
notables indígenas, el 11 de marzo de 1862. Se buscaba una estación de
carboneo, que ganó importancia con la apertura del Canal de Suez en 1869. La
alternativa era carbonear en el puerto británico de Aden, lo que suponía una
dependencia peligrosa. En 1885, Obock tenía 800 habitantes y una escuela. En
1894 la administración colonial se trasladó a la orilla opuesta, a la mejor
situada Djibouti.
Obock tuvo sus propios sellos. Primero, simple
sobrecarga en 1892 sobre los genéricos de las Colonias Francesas; después en
1893 y 1894 se emitieron otros, conocidos por su originalidad: no dentados, con
dientes fingidos impresos y algunos de forma triangular. Como desde 1894 poco
correo salió de ese puerto, son más raros y valiosos usados que nuevos. En 1902
fueron sustituidos por los de la Costa de los Somalíes.
Costa de los Somalíes
Establecida por convenios con dirigentes
locales en 1883 y 1887, recibió una administración permanente en 1894, fecha en
la que se le adjudicó ese nombre.
Duró como tal colonia hasta 1946, año en que
fue convertida en Territorio de Ultramar.
En 1958, próxima ya la independencia de Somalia, Francia se vio obligada a organizar un referéndum sobre la continuación de la asociación con la metrópoli o la unión con la nueva República Somalí.
En 1958, próxima ya la independencia de Somalia, Francia se vio obligada a organizar un referéndum sobre la continuación de la asociación con la metrópoli o la unión con la nueva República Somalí.
La solución resultante fue la primera, por los votos sumados
de los afars y de los residentes franceses, pero fue una consulta turbia y
manipulada, incluyendo la expulsión, antes de la votación, de millares de
somalíes contrarios a esa decisión.
En 1966 Francia rechazó la recomendación de
la ONU de conceder la independencia, pero los disturbios que acogieron al
Presidente De Gaulle, de visita en el lugar, fueron tales que aconsejaron hacer
otro referéndum,
Éste resultó maquillado de forma aún más descarada que el anterior; de los 58.240 somalíes residentes, sólo se permitió votar, con pretextos burocráticos, a 14.689. Las autoridades francesas fueron asimismo acusadas de ‘importar’ afars de Etiopía, para alterar los resultados a su favor, aparte del despliegue militar correspondiente.
Éste resultó maquillado de forma aún más descarada que el anterior; de los 58.240 somalíes residentes, sólo se permitió votar, con pretextos burocráticos, a 14.689. Las autoridades francesas fueron asimismo acusadas de ‘importar’ afars de Etiopía, para alterar los resultados a su favor, aparte del despliegue militar correspondiente.
Poco después, en 1967, el nombre fue cambiado
por el de Territorio de los Afars y de los Issas, introduciéndose algunos
cambios administrativos.
Con una población issa (es decir, somalí) en
aumento y con unos gastos de mantenimiento del Territorio aumentando también,
Francia decidió dejar de jugar este juego. Así, en un tercer referéndum
celebrado el 27 de junio de 1977, un 98,8% de la población votó el desenganche,
al menos formal, de la metrópoli, dando paso así al nuevo estado de Djibouti.
DJIBOUTI
Capital: Djibouti
Fecha de independencia (de Francia): 27 de
junio de 1977
Superficie: 23.200 Km2 (150º)
Población: 923.000 hab (158º) Densidad: 37,2 hab/Km2
PIB/cápita: 2.392 $ (144º)
Miembro de: UA, Liga Árabe
Los afars de los 2/3 septentrionales del
territorio y los issas, en el tercio meridional, coexisten conflictivamente en
el pequeño estado, habiendo llegado incluso a una guerra civil entre 1990 y
1994. Ambas etnias comparten el rasgo común de los contactos comerciales
regulares con la península arábiga desde tiempos remotos, contándose entre los
primeros africanos que adoptaron el Islam como religión.
La política está completamente dominada por
la ‘Concentración Popular para el Progreso’, que gobierna desde 1977. El
Presidente actual, Guelleh, está en el puesto desde 1999. La oposición apenas
tiene peso y ni siquiera cuenta con representación en la Asamblea Nacional. La
participación se suele situar en un 50% del electorado. A comienzos del 2011,
hubo protestas masivas en la capital para exigir la renuncia del Presidente, en
un claro efecto de contagio con Túnez y Egipto.
Mantiene buenas relaciones con las potencias
occidentales, cuya presencia militar (muy especialmente la francesa) es
importante. En años recientes ha sido el destino de miles de refugiados de
países vecinos, principalmente, claro está, de Somalia.
Hay un centro montañoso, que separa la zona
costera de una meseta interior. No existen superficies de tierra arable,
irrigación ni cosechas permanentes, y por supuesto ningún bosque. Las
temperaturas medias son de 30ºC, y hay problemas de desertificación y escasez
de agua potable.
La economía está basada principalmente en
servicios relacionados con la localización estratégica del país y con su
condición de zona de libre comercio.
Dos tercios de la población viven en la
capital; el resto son pastores nómadas. Por supuesto, la mayoría de alimentos
han de ser importados. La falta de industria es total. Desde 2004 han
proliferado empresas de deportes de aventura en la zona montañosa, pero
Djibouti es un país altamente dependiente de la ayuda internacional para
equilibrar su balanza de pagos. La mayor parte la recibe de Francia (que
mantiene allí su mayor base militar en el extranjero) y que supone el 40% del
presupuesto nacional.
El 95% de la población es autóctona, y el
restante 5% está compuesto por personas de origen francés o italiano y por
árabes. Los idiomas oficiales son el francés y el árabe, aunque el somalí y el
afar están muy extendidos.
La esperanza de vida es 58,36 años. El
promedio hijos/mujer, 2,79. El 80% de la población está alfabetizado. Aunque la
larga permanencia de Francia ha dado rasgos propios a la cultura, el Islam
tiene gran influencia, pues el 94% de los habitantes son musulmanes.
SOMALILAND BRITÁNICO
En 1884 y tras firmar los correspondientes
acuerdos con los sultanes de la zona, Gran Bretaña estableció en ella un
protectorado, gobernado desde la India hasta 1898.
En términos generales, los británicos no
tenían demasiado interés en lo que era una zona-tapón; los motivos declarados
para el establecimiento del protectorado fueron impedir el tráfico de esclavos,
excluir la interferencia de otras potencias y crear una fuente de suministros.
Los suministros en cuestión eran carne para la colonia de Aden, mucho más
importante, lo que suponía el mantenimiento del orden en la costa y la protección
de las rutas caravaneras en el interior; de ahí que fuera llamado ‘la
carnicería de Aden’. La administración colonial no creó en el interior ninguna
infraestructura, a diferencia de lo que estaban haciendo los italianos en
Somalia.
Las cosas se torcieron a partir de 1899,
obligándoles a invertir un considerable capital humano y militar para contener
el movimiento fundamentalista, prolongación del que había afectado en el siglo
XIX al Sudán, conocido como ‘Estado Derviche’. La guerra, dirigida por Mohamed
Abdullah Hassan (coloquialmente llamado por los británicos el ‘muley loco’)
duró décadas, amenazó incluso la costa e infligió a los ingleses alguna dura
derrota, como la de Dul Madoba en 1913.
En 1920, el ejército lanzó la quinta y última
expedición contra los derviches, empleando la entonces nueva tecnología de los
ataques aéreos. Pérfidamente, indujeron a muchos miembros dirigentes del clan
de Hassan a concentrarse en Taleex, la capital derviche, utilizando como
pretexto una visita oficial, y entonces lanzaron un ataque aéreo. Muchos de los
miembros de la familia murieron, y Hassan huyó a Ogaden, donde fallecería en
1921.
En la fase subsiguiente los objetivos fueron
preservar la estabilidad y lograr la autosuficiencia económica, lo cual no fue
posible por la resistencia de los locales al pago de impuestos. En la década de
1930, la presencia colonial se había extendido por doquier, apareciendo nuevos
núcleos, desarrollándose el comercio y transformándose muchos nómadas en
sedentarios.
En agosto de 1940, a raíz de la entrada de
Italia en la Segunda Guerra Mundial, el Somaliland fue ocupado por tropas
italianas, pero recapturado en marzo de 1941, sin perjuicio de la persistencia
de guerrillas de las que se hablará en otro lugar.
El 26 de junio de 1960, el protectorado
británico obtuvo la independencia, justo 5 días antes de que la consiguiera la
Somalia bajo mandato italiano. En la misma semana, el 1 de julio, los dos
territorios se unieron en la República Somalí.
No se sospechaba entonces que, en el cuadro de
descomposición de Somalia, renacería, en mayo de 1991, una autoproclamada
‘República de Somaliland’, de la que después se tratará.
SOMALIA ITALIANA
La Somalia italiana fue una colonia (y más
tarde un Mandato) que llegó a extenderse sobre 501.000 Km2 y que existió desde
finales del XIX hasta 1960, con un periodo intermedio de gobierno británico.
Italia consiguió el control de varias partes
de Somalia en la década de 1880, y amplió sus asentamientos en la siguiente.
Tras la conquista de Abisinia en 1936 fue
incrementada con los 200.000 Km2 del territorio etíope de Ogaden, poblado por
somalíes. De 1936 a 1941 formó, juntamente con Etiopía, Eritrea y Libia, la
llamada África Oriental Italiana. En 1940 fue incluido el Somaliland británico
y alguna zona de Kenya, formando todo ello la ‘Gran Somalia’, de 702.000 Km2,
con capital en Mogadiscio.
En esos años residían en Somalia unos 20.000
italianos, y floreció una economía basada en la agricultura (principalmente
bananas para exportación). La difusión de la Iglesia Católica fue muy fuerte.
En el verano de 1941, el territorio fue
ocupado por las tropas británicas. Desde el punto de vista filatélico, se
diferencia un periodo de ocupación, con sobrecarga E.A.F. (East Africa Forces) y otro posterior de administración militar con
sobrecarga B.M.A.
Las historias de la Guerra Mundial suelen
omitir que, desde 1941, hubo una importante guerra de guerrillas, dirigidas por
oficiales italianos, en toda la zona, incluso en Etiopía, con notable
participación de combatientes nativos y destacados actos de sabotaje militar.
La intensidad de esta resistencia decayó tras la derrota de Rommel en El
Alamein, pero se mantuvo hasta muy entrado el año 1943.
En noviembre de 1949 cesó la administración
británica, cuando el territorio antes italiano pasó a ser encomendado a la
misma potencia (que ya había firmado el Tratado de Paz en 1947) por el Consejo
de Administración Fiduciaria de la ONU. Este mandato italiano duró diez años, y
durante el mismo hubo un desarrollo socioeconómico que contrasta con lo que
pasaría después.
Oltregiuba
La región de Oltregiuba está comprendida
entre el río Giuba y la frontera de Kenya, es decir, en el extremo meridional
de Somalia.
Perteneció al sultanato de Zanzíbar, pasó de
él a los británicos y éstos lo cedieron al Reino de Italia por el Protocolo de
1924.
Tuvo una breve existencia (1924-1926) como
colonia separada, siendo a continuación incorporada a la Somalia italiana.
Durante ese periodo se emitieron para ella sellos propios.
En nuestros días, conocida como Jubaland, ha
jugado un importante papel en las guerras internas e intervenciones externas
acaecidas en la región.
REPÚBLICA DE SOMALIA
Capital: Mogadiscio
Fecha de independencia (de Italia y Reino
Unido): 1-julio-1960
Superficie: 637.657 Km2 (42º)
Población: 9.330.872 hab (91º) Densidad: 13 hab/Km2
PIB/cápita: 600 $ (224º)
Miembro de: UA, Liga Árabe
Como quedó dicho, nació de la unión en 1960
del protectorado británico de Somaliland
y del mandato italiano de Somalia.
En general, está compuesta de terreno llano,
que sólo se eleva en el Norte. El clima es básicamente desértico, con
influencias monzónicas y temperaturas moderadas en el Norte y tórridas en el
Sur. Las precipitaciones son irregulares, y las sequías, frecuentes.
Tiene graves problemas medioambientales:
erosión, exceso de pasto y desertificación. La tierra arable se reduce al
1,64%, y la que da cosechas permanentes, al 0,04%. Las tierras irrigadas son
solamente 2.000 Km2.
Se ha calificado a Somalia de ‘estado en
desintegración’; por supuesto, también se podría hablar de desintegración de
una comunidad internacional que ha tolerado que, durante más de 50 años, un
territorio así haya gozado de la condición de miembro de esa comunidad, mientras
creaba problemas a los cuatro puntos cardinales.
Años de combates entre señores
de la guerra e incapacidad para combatir las hambrunas y enfermedades han
llevado a la muerte a más de un millón de personas, mientras que además las
relaciones con sus vecinos se perturbaban por sus reclamaciones territoriales
de áreas habitadas por somalíes en Etiopía, Kenya y Djibouti. La constitución
de una excelente base para que la organización terrorista Al Qaeda pueda
extender sus actividades por el continente africano, parece ya la gota que
colma el vaso.
En 1970 Siad Barre proclamó el estado
socialista, preparando el camino para el estrechamiento de relaciones con la
URSS. En 1977 intentó, con armamento soviético, apoderarse del Ogaden etíope,
pero fue derrotado, pues los soviéticos y cubanos decidieron apoyar a Etiopía,
que entre tanto se había vuelto procomunista.
En 1991 Barre fue derrocado por clanes
opuestos a él. Desde entonces no ha habido en Somalia un gobierno central
efectivo: los clanes no se pusieron de acuerdo en un repuesto y el país se
convirtió en un territorio sin ley en el que pululaban energúmenos armados
enfrentados en luchas continuas.
Fue entonces cuando, en el Norte,
Somaliland se proclamó república
independiente, mientras que la vecina Puntland rechazaba igualmente todo
control exterior, aunque sin aspirar a una independencia declarada.
Entre 1993 y 1994 se llevó a cabo una
intervención militar de acuerdo con la ONU. Su objetivo era repartir alimentos,
en una de las habituales situaciones de hambruna, y, lo que era más difícil,
procurar que llegasen a las manos adecuadas. Participaron soldados de hasta 23
países, pero sólo se recuerda a los norteamericanos, por un lamentable
incidente que posteriormente aún adquiriría mayor notoriedad por una película
realizada sobre él.
El mando americano, por su cuenta, sin
procurar la coordinación con otras fuerzas y sin notificarlo a las autoridades
residentes de la ONU, planeó una operación para capturar a un jefecillo local,
operación que resultó un verdadero desastre, con al menos 19 muertos propios
entre los días 3 y 4 de octubre de 1993, salvándose los restantes por la
intervención de soldados pakistaníes.
Mayor desastre aún, desde el punto de vista
moral, fue la reacción de la Administración Clinton, que ordenó unilateralmente
la retirada de las fuerzas norteamericanas, decisión criticada dentro y fuera
de los EE.UU. Desde entonces, y como se verá, los norteamericanos han preferido
enviar a Somalia soldados de otras naciones, pero sin pisar ese país.
En 2000, los dirigentes de clanes y otros
notables, tras una compleja conferencia en Djibouti, designaron un presidente y
un gobierno de transición y reconciliación, que fracasó. En 2004, después de
nuevas conversaciones, esta vez en Kenya, los notables acordaron establecer un
Parlamento, el cual a su vez designó a un presidente.
Esa inestable administración, el 14º intento
desde 1991 de constituir un gobierno, ha tenido que enfrentarse con la
formidable tarea de conseguir la reconciliación entre feudos controlados por
clanes diversos.
Por si fuera poco, se ha visto amenazada, a
partir de 2006, por los levantamientos de islamistas radicales (conocidos como
‘Tribunales islámicos’) que consiguieron dominar gran parte del Sur, incluyendo
la capital, una vez que sus milicias expulsaron a los señores de la guerra que
habían dirigido ese gallinero durante 15 años. Fuerzas etíopes, animadas por
EE.UU., y otras afines al gobierno provisional ya mencionado, intervinieron y
lograron éxitos iniciales a fines del 2006.
Pero los insurgentes islamistas, incluyendo
el grupo Al Shabab, que se fue convirtiendo en el predominante y que más tarde
declararía de forma explícita su pertenencia a Al Qaeda, recuperaron a fines de
2008 el control de la mayor parte del territorio perdido, mientras los etíopes
se volvían a su país. Al Shabab se apoderó de Bardoa, considerada plaza clave
del gobierno de transición.
Como respuesta a tan grave amenaza, el
Parlamento amplió el número de sus escaños para poder incluir a miembros de la
oposición moderada, prorrogó el mandato del gobierno de transición e instaló
como Presidente al islamista moderado Sharif Ammad.
Nuevos ataques de los radicales en el Sur
amenazaron de nuevo Mogadiscio, forzando al gobierno a pedir de nuevo ayuda
internacional. Al Shabab (es decir, Al Qaeda), tras consolidar su posición
dirigente, se apoderó del importante puerto de Kismayo en octubre de 2009.
Las cosas estaban yendo demasiado lejos. Las
potencias occidentales se pusieron de acuerdo con la OUA, y fue Kenya, en nombre
de ésta, quien se encargó de la tarea. Y lo ha hecho con mayor eficacia que en
su momento los etíopes: a lo largo de 2012 han ido tomando una tras otra las
posiciones de los radicales en una operación que ha terminado en el mes de
octubre con la ocupación del puerto de Kismayo.
En un ambiente de renovada confianza, se ha
constituido en Mogadiscio el primer Parlamento formal en más de 20 años,
poniendo así fin al periodo de transición de 8 años. Dicho Parlamento ha
elegido en septiembre de 2012 como Presidente al jeque Hassan Mohamud, un
académico con poca experiencia política, el cual, a su vez, ha nombrado primer
ministro a Shirdan Saaid, economista y hombre de negocios, con la misión de
acabar con el nepotismo y la división entre clanes.
Pese a estas buenas noticias, resulta
prudente no echar las campanas al vuelo. Es necesario, dado el reconocido
carácter violento y cainita de que durante tantos años han dado muestra los
habitantes de esa región, tener paciencia y observar los acontecimientos.
Piratería. Uno de los aspectos que, con
sobrada razón, ha llamado la atención de la opinión pública, ha sido el
nacimiento y eclosión de la piratería en las aguas próximas a Somalia, un
fenómeno que parecía propio de épocas pasadas, al haber sido reprimido, con la
debida energía, por los países civilizados en la segunda mitad del siglo XIX.
Desde principios de los 90, la permanente
ausencia de autoridad ha llevado a que piratas somalíes hayan llegado a ser una
amenaza de la mayor importancia a la navegación en el área.
Que nadie se engañe: pasados los primeros
torpes intentos, el asunto se ha convertido en una empresa ilegal perfectamente
organizada, con armamento moderno, asesores financieros e informadores que no
parecen residir en el país, y una organización, especialización y división de
funciones que hubiera dado lugar al beneplácito del mismo Henry Ford. Por
ejemplo, los intérpretes para subir a los barcos amenazados cobran una tarifa
de 5.000 €, el que primero aborda el barco recibe como recompensa extra un automóvil,
una casa o una esposa, etc.
Sólo en el año 2010 hubo 49 naves asaltadas
con 1.016 personas secuestradas. El precio de los rescates oscila entre 250.000
y 1 millón de euros. Tan impresionante flujo de dinero ha transformado la
economía de la zona, particularmente del poblado de Eyl, especie de capital,
donde se han abierto incluso restaurantes especializados para los prisioneros,
y donde ha aumentado considerablemente el consumo de alcohol y droga.
Las potencias civilizadas, que son las
víctimas, han tardado mucho en reaccionar. Finalmente, la OTAN ha coordinado
una operación con participación de buques de guerra de distintos países,
combinada con la instalación, a bordo de las presuntas víctimas, de retenes con
armamento adecuado. Los frutos parecen verse a lo largo de 2012, con una
espectacular reducción del número de presas, pero el problema no está
totalmente liquidado.
Pese a la falta de un gobierno nacional
efectivo, Somalia se las ha arreglado para mantener una economía informal
bastante saludable, basada en la ganadería, las empresas de transferencia de
dinero y las telecomunicaciones.
La ganadería es el sector más importante:
aproximadamente el 40% del PIB y más del 50% de los ingresos por exportaciones;
los ganaderos nómadas o seminómadas constituyen una amplia parte de la
población. Ganado, pieles y cueros, pescado y bananas son los principales
artículos que exporta.
El pequeño sector industrial, basado en la
transformación de productos agropecuarios, ha quedado totalmente arruinado, con
sus restos vendidos como chatarra. El sector servicios ha crecido por las
empresas de telecomunicación, que proporcionan servicio inalámbrico a todas las
ciudades principales ofreciendo los precios más bajos de África.
Al faltar un sistema bancario estructurado,
los servicios de envío y recepción de dinero han proliferado por todo el país.
Los hoteles continúan funcionando, protegidos por milicias privadas de
seguridad. Entre tanto, las deudas al FMI han continuado creciendo.
Son somalíes el 85% de la población; bantúes
y otros (incluyendo 30.000 árabes), el 15%. Las lenguas oficiales, el somalí y,
como innovación, el árabe; se utilizan también el inglés y el italiano. La religión
musulmana sunní es general.
La población urbana constituye un 37%; la
alfabetizada, un 37,8.
La nutrición insuficiente, el frecuente
consumo de aguas contaminadas, diversas enfermedades endémicas y las
deficiencias en servicios sanitarios, son circunstancias que se reflejan en
diversos datos estadísticos. La tasa de nacimientos es del 42,12/mil (6º del
mundo), pero la de defunciones el 14,55/mil (8º del mundo). La mortalidad materna
en el nacimiento es la 2ª del mundo, y la infantil, la 3ª. La esperanza de vida
es de las más bajas: 50,8 años.
Aunque la fertilidad es de 6,26 hijos/mujer, los
hechos indicados hacen que el crecimiento demográfico del país sea moderado:
1,6%.
REPÚBLICA DE SOMALILANDIA
En 1991, después de un levantamiento popular
a raíz de las masacres, los pillajes y el bombardeo de la capital, Hargeisa,
por las fuerzas de Siad Barre (que causaron más de 50.000 muertos), se proclamó
la independencia de la República de Somaliland, recuperando la perdida en 1960.
La nueva Somaliland ha intentado
reiteradamente recuperar sus viejas fronteras mediante la ocupación de las
provincias de Sanaag y Sool, pero no lo ha conseguido, por
la oposición del territorio vecino de Puntlandia.
Ese fracaso hace dudosa la viabilidad
económica del nuevo estado, que sin embargo ha sabido mantener la estabilidad,
instaurando en fases un régimen perfectamente homologable al de las potencias
occidentales.
No ha sido reconocido oficialmente por ningún país, pero cuenta con la simpatía de muchos estados africanos y europeos. Forma parte del UNPO (Organización de Pueblos y Naciones No Representados).
No ha sido reconocido oficialmente por ningún país, pero cuenta con la simpatía de muchos estados africanos y europeos. Forma parte del UNPO (Organización de Pueblos y Naciones No Representados).
Es un estado islamista, donde la Sharia rige
como superior a las demás leyes; reconoce la libertad religiosa, pero no
permite el proselitismo.
El clima es predominantemente monzónico, con
una zona central montañosa. La economía está en fase de desarrollo, siendo su
principal exportación el ganado. Produce pieles, mirra y una variedad de
incienso.
Cuenta con grandes potencialidades para la
horticultura y producción de cereales, así como depósitos no explotados de
hidrocarburos y diversos minerales. La política económica es profundamente
liberal, sin ningún intervencionismo estatal.
No es fácil pronosticar el futuro de esta
república si por fin se consolida Somalia como estado unificado, aunque el previsto
carácter federal de ésta abre posibilidades interesantes.
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