martes, 30 de agosto de 2011

AUSTRIA 2 (1867 - 1919)



IMPERIO AUSTROHÚNGARO

Desde 1867, en el nuevo sistema de la Monarquía Dual, el Emperador, de la familia de los Habsburgo, pasa a ser Emperador en Austria y Rey en Hungría.

Se establecen dos Parlamentos separados, acompañados de los respectivos Gobierno y Primer Ministro. De cada uno dependen determinadas  provincias no estrictamente austrogermánicas ni húngaras, principalmente eslavas. Algunas de ellas, como Galitzia-Ludomeria (de Austria) o Croacia-Eslavonia (de Hungría), gozan de una cierta autonomía.


Había un Consejo de Ministros Común que se encargaba de las responsabilidades comunes (sólo Finanzas, Defensa y Política Exterior); estaba compuesto por los dos Primeros Ministros, el Ministro imperial de Asuntos Exteriores, el de Finanzas, el Jefe del Estado Mayor Imperial, algunos archiduques y, por supuesto, el Emperador.


Dos delegaciones de representantes de cada uno de los dos Parlamentos se reunían por separado y votaban las propuestas del Consejo de Ministros Común. El Emperador tenía la decisión final en Defensa y Relaciones Exteriores.


El sistema funcionó entre fricciones continuas, especialmente en lo  relativo a las Fuerzas Armadas. Téngase en cuenta que cada Gobierno se encargaba por separado de cuestiones como reclutamiento, legislación sobre el servicio militar, transporte de tropas y regulación de las cuestiones civiles de los militares.


Se dieron a menudo conflictos sobre aranceles exteriores y sobre contribución a la Hacienda común (Austria aportaba el 70% del presupuesto). Cada diez años  había que renegociar estos temas, con las discusiones correspondientes, y además en 1906 llegó al poder en Budapest un gobierno de coalición nacionalista. No obstante, la renovación se produjo en 1907 y 1917.


Austria propició un régimen parlamentario equiparable a los de Europa Occidental, con libertades públicas, sufragio universal masculino desde 1907 y formación de grandes partidos (socialcristianos, socialdemócratas y pangermanistas).

En Hungría, la extensa nobleza retuvo en sus manos el poder gracias a un sufragio censitario muy restrictivo, el control de la tierra (e indirectamente el de los campesinos) y la reducción de  las minorías no húngaras a unos cuantos aristócratas transilvanos y eslovacos, mientras que los eslavos en general sólo podían aspirar al poder local. Lo que es peor, con una mentalidad nacionalista estrecha, promovió un proceso de magiarización, incluso en la enseñanza, dando lugar entre la población eslava a los resentimientos que cabe suponer.

Austria permitió en Bohemia y en sus territorios polacos una amplia autonomía administrativa y cultural, que, en el caso de los polacos, contrastaba con lo que ocurría en las partes rusa y alemana.


La economía cambió profundamente durante la época de la monarquía dual. El progreso tecnológico aceleró la industrialización y el crecimiento de las ciudades, pero manteniéndose gran diferencia de desarrollo entre las provincias occidentales y las orientales. Austria y Bohemia mantenían niveles de desarrollo político, económico y social equivalentes a los de Alemania o Francia, mientras que Transilvania, Galitzia y Bosnia-Herzegovina eran similares en su situación a las tierras balcánicas o rusas.

El ferrocarril, una realización importante, se extendió ampliamente por todo el territorio austrohúngaro.

La población era en 1914 de 52.800.000 habitantes, pero muy desigualmente repartida. Austria tenía 97 habitantes / km2, y Hungría, 66; pero el contraste era superior entre las regiones más industrializadas (más de 120 hab/Km2), y las zonas montañosas de los Alpes o los Balcanes, que no llegaban a 60.

Existía gran variedad de grupos étnicos (15 nacionalidades con 12 lenguas y 7 confesiones religiosas). Los grupos mayoritarios eran el austrogermánico (23.9%), de lengua alemana, y el magiar (20%), de lengua húngara.

Los eslavos constituían el tercer grupo, si bien divididos en 6 idiomas y 8 etnias, una de ellas (los bosnios) de religión musulmana. Había pueblos latinos, especialmente italianos del Trentino y rumanos de Transilvania, y judíos, concentrados en las grandes ciudades y en Galitzia. La religión del Estado, y la predominante, era la católica.

Viena alcanzó en 1916 su máxima población con 2.239.000 habitantes, siendo la tercera ciudad europea en tamaño, tras Londres y París, y la cuarta del mundo, tras éstas y Nueva York, constituyendo un centro económico, industrial y cultural de primer orden. La segunda era Budapest, cuya área metropolitana superó el millón en 1914. Les seguía Praga, capital de Bohemia, con 550.000 habitantes incluyendo el área metropolitana.

Tras estos datos, volvamos a la evolución política. El Imperio disponía solamente de una salida al Adriático, y carecía de colonias, lo que dificultará su desarrollo económico. Había tenido, como hemos visto, que retirarse de Italia y del espacio germánico. Todo ello propiciará su expansión hacia el Sur.

La expansión siguiendo primero el eje danubiano no era por supuesto nueva. Tras las grandes conquistas turcas del siglo XVI, cuando los otomanos dominaron incluso la mayor parte de Hungría y amenazaron por primera vez Viena, se había llegado a un cierto equilibrio, siendo Carintia tierra de frontera, como todavía hoy testimonia el imponente arsenal de Graz, magníficamente conservado.

Tras el segundo y último intento otomano de ocupar Viena en 1683, el emperador Leopoldo II (que cuenta con un excelente general, Eugenio de Saboya) emprende la contraofensiva. Reconquista Buda en 1686, y en 1691 ha expulsado a los turcos de toda Hungría y de Transilvania.

Las circunstancias han cambiado; el Imperio Turco se convierte en el ‘hombre enfermo de Europa’, y la penetración continuará por la franja norte de la península Balcánica, en la que la agitación de los pueblos sometidos al turco crece más y más.

En el congreso de Berlín de 1878, reunido para limitar el desastre turco ante rusos y búlgaros (ya que a las potencias occidentales no les interesa tampoco un hundimiento de Turquía), el ahora ya Imperio Austrohúngaro consigue la ocupación de los territorios de Bosnia-Herzegovina y del Banato de Novi Pazar (hoy serbio). A diferencia de lo habitual, Bosnia- Herzegovina queda sujeta a una administración militar conjunta de austriacos y húngaros. Recuérdese que es el año siguiente, 1879, cuando se forma la sólida alianza entre Berlín y Viena. 

Esta expansión hacia el sur concita los recelos de Serbia (desde hace años libre ya de turcos), porque Serbia pretende extenderse hacia el norte, ya que su objetivo es englobar toda la mitad oeste de la Península balcánica. Por consiguiente, toda expansión austrohúngara le estorba Y detrás de Serbia, como protector, está el Imperio Ruso, por dos razones: la primera, que Rusia, la ‘Tercera Roma’ se cree con derecho y obligación de proteger a todos los ortodoxos del mundo, y los serbios son ortodoxos; la segunda, más terrenal, que el Imperio Ruso no pierde ocasión de acrecentar su influencia en los Balcanes con el fin de aproximarse a los estrechos que comunican el mar Negro con el Mediterráneo; ése ha sido y será siempre su objetivo último.

En 1908, aprovechando la profunda crisis turca ocasionada por el derrocamiento del sultán de turno y el ataque italiano a Libia, el Imperio Austrohúngaro da un paso más: convierte la mera ocupación de Bosnia-Herzegovina en anexión pura y simple. Los recelos serbios se convierten en un paroxismo de odio, tanto más cuanto que ya está en escena un personaje temible para ellos: el Archiduque Francisco Fernando.

Estamos hablando del sobrino de Francisco José, hijo de su hermano Carlos Luis. Al fallecer éste en 1896, Francisco Fernando es ahora el heredero al Imperio, y un hombre con ideas muy claras.

Es persona inteligente y de sólida formación. Ha tenido diferencias con el viejo Emperador, al enamorarse y empeñarse en el casamiento con una joven miembro de la pequeña nobleza, Sofía Chotek, carente de relación alguna con las familias regias, reinantes o sin reinar. Por esa razón, el Emperador prohíbe el matrimonio. Interceden en favor de Francisco Fernando el Papa y el Kaiser Guillermo; al fin, el Emperador cede, permitiendo un matrimonio morganático: la eventual descendencia no tendrá derechos sucesorios y a Sofía no se le concede el título de Archiduquesa ni ninguna relevancia en la Corte.

Pero el perfil de Francisco Fernando no se agota en ese episodio personal. Es partidario de una reforma del Estado (que el Emperador nunca se ha decidido a hacer por miedo a los húngaros), transformándolo en una Federación en la que los eslavos tuvieran un peso análogo al de austriacos y magiares. Hablando en términos vulgares, partía del principio de que un triciclo es mucho más estable que una bicicleta.

Estaba convencido de la imposibilidad de que el Imperio sobreviviera a una guerra importante si ésta se desencadenaba antes de que él accediera al trono y llevara a cabo esas necesarias reformas, tanto políticas como militares. Por eso utilizó su influencia sobre su tío para que el Imperio no interviniera para nada en las dos Guerras Balcánicas de 1912/1913.

En esta situación, el Archiduque, Inspector General del Ejército, visitaba con su esposa oficialmente Sarajevo, la capital bosnia, el 28 de junio de 1914. Ambos fueron asesinados por los disparos de un joven serbio, cuyo nombre ha pasado a la Historia: Gavrilo Prinzip.

El suceso es de importancia capital. Los vencedores de la subsiguiente Guerra Mundial han tratado de difundir la historia de que se trataba de un pequeño grupo de ‘activistas’ que actuaba por su cuenta. La realidad es muy diferente. 

El atentado fue planeado y decidido en una reunión del Consejo de Ministros serbio, con presencia (según algunos autores) de agentes del gobierno ruso, y se creó una organización ‘ad hoc’ para él. Uno de los autores, Danilo Ilic, incluso confesó tras su detención que las armas habían sido proporcionadas por agentes del gobierno serbio.

La ejecución del atentado, en la fecha conocida y prevista de antemano, fue en realidad una verdadera chapuza. Resultó necesaria la concordancia de una larga serie de circunstancias para que tuviera éxito, pero tal concordancia de hecho se dio. Ni siquiera funcionaron las cápsulas de cianuro de que habían sido provistos los asesinos. De los tres, Ilic fue ahorcado; Prinzip y el tercero murieron tuberculosos en la cárcel. 

Cuando conoció el atentado, el conde Tisza exclamó en pleno Parlamento: “¡La voluntad de Dios se ha cumplido!”; pero es que el conde Tisza era a la sazón el Jefe del Gobierno húngaro, lo cual indica cómo estaban las cosas.

Hay un triste aspecto de interés humano en la historia; Sofía Chotek, que murió de un disparo dirigido a su marido, ni siquiera tenía por qué haber estado allí. Pero, debido a su matrimonio morganático, llevaba en Viena una vida tan solitaria y aburrida, que Francisco Fernando la llevó a Sarajevo como una especie de vacaciones, deseando además poder celebrar juntos el aniversario del matrimonio, que era el fatídico 28 de junio

Francisco José no podía pasar por alto aquello; no quería ni esperaba una guerra general, pero sí una guerra limitada, de las que tantas se habían dado en los Balcanes, y con ella dar un escarmiento a Serbia. Ésta recibió un ultimátum el 7 de julio, por supuesto redactado en unos términos que no podía aceptar; El 25 de julio, Rusia manifestó su apoyo a Serbia y se cortaron las relaciones. El 28, el Imperio austriaco declaró la guerra a los serbios, y el 29, Francisco José escribió: “He examinado y sopesado todo; avanzo con la conciencia tranquila por el camino que me indica mi deber”.

Es curioso que el paso decisivo para la generalización de la guerra lo diera un hombre de excelente carácter, bondadoso y dubitativo. Nos referimos al Zar Nicolás II, quien, tras tres días de meditación y dudas (según declaró él mismo), firmó el 29 de julio la orden de movilización general. Ésta era, al menos en la época, prácticamente irreversible, tanto más en un país tan grande y mal comunicado como Rusia. Por eso el Kaiser la consideró como un acto de agresión contra Austria y, no pudiendo abandonar a su fiel aliada y quedarse él solo, declaró la guerra a Rusia el 1 de agosto. A partir de ahí, el juego de las alianzas empezó a funcionar.


No podemos entrar en el desarrollo de la Primera Guerra Mundial; sólo hacer notar que constituye la matriz del mundo en que vivimos. Sin ella no tienen sentido la Segunda Guerra Mundial (continuación de la primera), ni la Revolución Soviética, ni el enfrentamiento entre dos superpotencias ajenas a Europa, ni la intervención de una y otra en los asuntos europeos, ni el estado en que el mundo se encuentra hoy. Realmente el siglo XIX acabó en 1914.

La actuación del ejército austrohúngaro no fue demasiado brillante, y en más de un frente hubo de recibir apoyo de las tropas alemanas. La población civil sufrió por el bloqueo todavía más que la de Alemania y, como es lógico, las tensiones internas se exacerbaron.

En 1916 murió el viejo Emperador. Le sucedió, como estaba previsto desde 1914, Carlos I, sobrino de Francisco Fernando y sobrino-nieto de Francisco José. Va a ser el último Emperador de Austria y Rey de Hungría.

Carlos I, nacido en 1887 y casado con Zita de Borbón-Parma (que le sobreviviría hasta 1989), tenía una sólida formación en Derecho Constitucional y Ciencias Políticas. Su principal preocupación fue sacar a Austria-Hungría de la guerra, para lo que inició conversaciones secretas con los franceses, que fracasaron, quizá por una imperdonable indiscreción del ministro austriaco de Asuntos Exteriores.

Además, promulgó diferentes normas para mitigar el descontento popular. Una de las primeras fue suprimir el tren de vida de la Corte para poder financiar las medidas sociales necesarias, y creó el primer Ministerio de Asuntos Sociales del mundo. Intentó poner en marcha el plan de federalización del Estado que tenía en mente su tío Francisco Fernando, pero ahora era ya demasiado tarde.

Al hundirse el frente búlgaro en el otoño de 1918, los acontecimientos se precipitaron. Militarmente, no fue un repliegue ordenado como el alemán, sino una desbandada. La secuencia resumida de acontecimientos políticos es: 28 de octubre, proclamación de la República de Checoslovaquia. 31 de octubre, secesión de Hungría. 3 de noviembre, armisticio. 7 de noviembre, proclamación de la República de Polonia, incluyendo Galitzia. 16 de noviembre, proclamación en Hungría de la República. 1 de diciembre, las regiones del Sur se unen a Serbia, formando el ‘reino de los serbios, croatas y eslovenos’. 24 de diciembre, Rumania se anexiona Transilvania.

Ya antes, el 11 de noviembre, Carlos I renunció a la Jefatura del Estado austrohúngaro y a formar parte en el futuro de ningún gobierno austriaco.

Para no cortar ahí la historia del ex –emperador, seguiremos sus huellas un poco más. Desde su exilio en Suiza, creerá de buena fe que el nuevo gobernante de Hungría, Horthy, al haberse proclamado Regente, reconocerá sus derechos, pero Horthy no tiene la menor intención de ello. Por dos veces, en abril y en octubre de 1921, se presentará en Hungría sin obtener más que evasivas del Regente, escándalo de los aliados vencedores y amenazas de los amigos de éstos en Europa Oriental (Pequeña entente). 

Temiendo una guerra civil, permitirá que un buque de guerra británico lo saque por el Danubio al mar Negro, y aceptará las ‘amistosas sugerencias’ de ingleses y franceses de ser conducido a la isla portuguesa de Madeira para residir allí con su familia. Llegará a Funchal el 19 de noviembre de 1921, y morirá de neumonía el 1 de abril de 1922. Sus restos reposan en la iglesia de Monte, próxima a Funchal, pero, siguiendo la tradición, su corazón fue llevado a la cripta de los Habsburgo en Viena. Ha sido beatificado el 3 de abril de 2004 por S.S. Juan Pablo II, hallándose avanzado el proceso de canonización. 

En 1919, por los Tratados de Saint Germain y Trianon, filiales del de Versalles, los vencedores procedieron al despedazamiento formal del Imperio Austrohúngaro; con ello, abortaron una interesante experiencia de gran Estado multinacional y, lo que es más grave, eliminaron un elemento de equilibrio en Europa Oriental, abriéndose un interminable proceso de disputas fronterizas y querellas territoriales que durará hasta la imposición de la ‘pax sovietica’ en 1945.

El territorio del antiguo Imperio se reparte actualmente, como puede verse en el mapa adjunto, entre 13 estados europeos:

Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Bánato (Serbia), Trentino-Tirol del Sur-Trieste (Italia), Transilvania (Rumania), Galitzia (Polonia), Rutenia (Ucrania) y región de Kotor (Montenegro).


AUSTRIA-HUNGRÍA

Desde el punto de vista filatélico, “Imperio Austrohúngaro” y “Austria-Hungría” no son términos equivalentes. Ya vimos que, desde 1867, las dos partes del Imperio tenían sus servicios postales propios y emitían sellos diferentes. Los presentados en esta entrada son los correspondientes a la parte austriaca.


Pero el Ejército era común, y por eso el correo de campaña tenía sus emisiones especiales, que son las aquí representadas.



Se observará que llevan la inscripción “K.u.K. Feldpost” (Kaiserliche und Königliche Feldpost), significando ‘Correo de Campaña Imperial y Real’.



3 comentarios:

  1. Los selllos que dicen "Kreuzer" corresponden aSuiza? o a Hungria? Gcias

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  2. El término 'kreuzer', indicando moneda, aparece en Austria, antes y después del Imperio Austrohúngaro, desde, por lo que se refiere a sellos, desde 1850 a 1899.
    Nunca en Suiza ni en Hungría.
    El primer sello presentado corresponde a 1883; la pareja subsiguiente a 1890/96. Corresponden por tanto a la parte austriaca del Imperio Austrohúngaro, ya que la parte húngara emitía sus propios sellos.

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  3. Gran trabajo!! muchas gracias por compartirlo!
    Iván desde Argentina

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